He sabido recientemente del experimento que el psicólogo David Rosenhan llevó a cabo entre 1968 y 1972, y creo que es muy ilustrativo acerca del diagnóstico psiquiátrico. Rosenhan, psicólogo, mandó una docena de colaboradores suyos a distintos hospitales psiquiátricos de los EEUU, donde decían que oían voces. A todos los ingresaron y les diagnosticaron enfermedades psiquiátricas. Una vez ingresados, dijeron que ya no oían nada, y se comportaron de forma totalmente normal, pero a pesar de ello no se les dio el alta y permanecieron internados (algunos de ellos estuvo hasta dos meses). A todos les obligaron a tomar fármacos y a reconocer que padecían una enfermedad para ser dados de alta. Curiosamente, fueron los otros internos los que se dieron cuenta de que los investigadores eran demasiado "normales", y pensaron que se trataba de periodistas que iban a hacer alguna clase de reportaje.
Una vez acabado el experimento, fue publicado en Science bajo el título Estar cuerdo en lugares dementes, y como es obvio, provocó una gran polvareda. Tanto, que hubo un centro de internamiento que retó a Rosenhan a enviarle más casos falsos y así detectarlos, salvando el honor de los psiquiatras. Al cabo de unas semanas dicho centro se ufanó de haber detectado 41 pseudopacientes (confirmados por más de un psiquiatra), pero la realidad es que Rosenhan no había mandado a nadie.
Han pasado muchos años desde aquel experimento, y cabe suponer que ha habido muchos avances, pero he podido ver de primera mano que se escucha poco y se medica mucho a este tipo de pacientes, llevándoles a un estado de zombificación que ciertamente a lo mejor atenúa los síntomas, pero que no parece atacar las causas profundas de algunos trastornos. Se ha avanzado mucho, sí, y se va afinando cada vez más, pero uno tiene la sensación de que aún queda mucho por recorrer en el conocimiento de la mente, y que en el futuro se verá a la psiquiatría de hoy como desde la cirugía actual se ve a aquellos cirujanos decimonónicos, con sus cloroformos y sus serruchos.
Por lo demás, y a falta de ir descubriendo los fundamentos fisiológicos de este tipo de enfermedades, les remito a la Historia de la locura de Foucault, magnífica obra en 3 volúmenes donde se rastrea cómo se ha ido considerando la locura a lo largo de los últimos siglos, pero no como algo científico (el tratamiento científico de la locura es algo más reciente, que se insertaría dentro del mundo científico en el que nos movemos), sino como una forma de separar lo que es normal y aceptable para la sociedad y lo que no (la ciencia tan sólo sería un instrumento más para ello).
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