Se produce el efecto Streisand cuando se intenta censurar algo y, lejos de evitar su difusión, ésta se multiplica, lográndose así el resultado contrario al deseado (no sólo no se censura, sino que acaba enterándose todo el mundo). El nombre de este efecto viene dado por algo que sucedió en 2003. La actriz Barbra Streisand intentó que se eliminara una fotografía aérea de su mansión en California, y lo que consiguió es que todo el mundo se enterara de su intento censor y, obviamente, vieran la foto.
Aunque se ha dado en numerosas ocasiones, esto es algo muy común desde la aparición de Internet, que es un auténtico mar revuelto de opiniones en el que es fácil naufragar. Se valora mucho la ubicuidad de la red, que la hace difícilmente controlable. Basta que alguien intente establecer alguna clase de control, para que haya colectivos que salten y se movilicen, y las inercias de la red (muy dada a lo viral, al meme y al linchamiento, porqué no decirlo) le dan mayor o menos protagonismo al asunto.
La cuestión es que el efecto Streisand se da más allá de la red (o se ha contagiado de la red a otros ámbitos en principio distintos, aunque cada vez menos impermeables a ella), y en los últimos días estamos viviendo varios casos simultáneos, con diferente trascendencia. Por un lado, están las fotos del topless de la esposa del príncipe joven de Inglaterr, que a fuerza de esforzarse en que no se publiquen, las estamos viendo todos. Por el otro, el asunto de las caricaturas de Mahoma, mucho más peliagudo, pero que funciona igual: con su ira, los fundamentalistas están logrando una mayor difusión de esas caricaturas supuestamente tan ofensivas (y a la larga, más ira, aunque uno ya no tiene claro si no es en realidad lo que buscan, con lo cual ya no se trataría de un efecto Streisand en sentido estricto).
En este mundo cada vez más complejo e interrelacionado, en el que nuestros actos tienen consecuencias diferidas (en el espacio y en el tiempo), a lo mejor conviene tener más mano izquierda y capacidad para "torear" los acontecimientos. No tanto para no provocar, sino para no caer en las provocaciones (voluntarias o no) y acabar patinando en el intento. O sea, conseguir lo que queremos, pero sin que nadie, incluso aquellos que nos lo impiden, se entere.
2 comentarios:
Me recuerda un poco al efecto Madonna: provocar la censura para destacar.
ains la era de la información!
algún día nos acostumbraremos, supongo.
Muy bueno! Toda la razón, y si les dices además, se algo pero no puedo difundirlo, mejor que mejor.
Publicar un comentario