Cosas que hace unos años no implicarían más que una anécdota, se han convertido hoy en situaciones potencialmente explosivas. La gente anda crispada. A nivel local y global, la tensión se acumula. No sabría decir con exactitud si la crisis es la causa principal, o si ésta no es más que un estadio más que retroalimenta una situación que viene de más atrás.
Así las cosas, se producen chispazos, conatos de explosión que en parte asustan y en parte ocupan nuestra atención y nos dan que hablar. Pero eso no son más que fuegos de artificio. Con pólvora, sí, pero decorativos. Hay hechos menos vistosos, que pasan desapercibidos, que no salen en los periódicos, pero que muestran mucho mejor cómo están las cosas. Como ir a firmar un contrato y que se te salten las lágrimas. Y no de alegría, precisamente.
El fuego está encendido, la intensidad ha aumentado. La presión va aumentando dentro de la olla. ¿Bastarán las válvulas de seguridad para aliviarla?. ¿O saltará por los aires?
2 comentarios:
¡que salte, que salte! que ya es hora.
Curiosamente, eso lo oigo cada vez más. La gente está ya harta de tanta incertidumbre, y consienten que haya algún desenlace cuanto antes. Lo cual es un mal síntoma de la presión que hay en el ambiente...
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