A fuerza de tener medios para contrarrestar el dolor (el físico y el no físico, aunque éste en menor medida), nos hemos vuelto hipersensibles a él. Saber que tienes una pastilla a mano que te puede aliviar hace que lo toleremos menos que si no quedara más remedio que aguantar. En esa hipersensibilidad, se llega a veces a un paroxismo histérico, viendo malestar donde no tiene porqué haberlo. Esto estaría bien, o al menos no estaría tan mal, si como contrapartida hubiéramos desarrollado una hipersensibilidad hacia el placer, siendo capaces de disfrutar de forma tan refinada como sufrimos. Pero parece más bien que disfrutamos más burdamente y con "placeres gruesos". No hay, pues, equilibrio, ni de lejos, por lo que ya podemos poner todos los remedios que queramos, que seguiremos hundiéndonos en las simas del dolor.
4 comentarios:
Bueno, bueno, bueno!!! tampoco será para tanto.
Cierto es que con los medios disponibles soportamos menos el dolor, más que nada porque lo detenemos rápidamente.
Pero en cuanto al placer, creo que precisamente porque lo disfrutamos más, simplemente esperamos más.
NO sé, no sé.
Más bien lo que buscamos es el "gran" placer, disfrutar a lo burro, olvidándonos de los matices y las sutilezas que el gozo puede tener.
Cierto... ¡que tontos!
todo depende del cristal con que se mire...ahora bien, los que nos consideramos sensibles....sufrimos alicciones de una total acrimonia, pero cuando tenemos momentos de placer...saboreamos todos y cada uno de los vértices concupiscibles que nos hacen hendidos en el ser y el parecer.
Publicar un comentario