Como en esas situaciones de encarnizamiento terapéutico, en las que nos cebamos en poner tratamientos y probar cosas sobre pacientes que en el fondo sabemos que no tienen remedio y es prolongar la agonía, temo que algo así nos esté pasando en todos (o casi todos, por no ser tan pesimistas) los planos y frentes en que estamos en crisis. Morir también es un modo de dejar de sufrir, y llega un momento en que hay que dejarnos ir, por nuestro bien.
Ya sólo queda aspirar a ser un digno cadáver y que no nos tengan que esconder para velarnos.
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