Conviene al victorioso moderar su euforia, por si acaso se debe más a deméritos ajenos que a los propios méritos.
Igualmente, el derrotado debe evitar las excusas del que cree que han sido factores externos los que le han arrebatado el triunfo, no vaya a ser que se persista en algunos errores.
En resumen, tanto si ganas como si pierdes, no hay que dejar de lado la autocrítica. Complacencias las justas.
2 comentarios:
No, si como enseñanza moral es de lo más lógico. Pero reconozca que también es idílico, para seguir con las esdrújulas.
Todo es ponerse. Ahora, como somos unos vagos y nos gusta que nos lo pongan todo hecho...
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