Porque se puede dar la grotesca paradoja de que el que pone a caldo al político corrupto de turno, esté llevando a cabo, a otra escala y con otra repercusión, el mismo esquema de comportamiento del que abomina. ¿Qué se consigue con ello? Desplazar la culpa, demonizar a otro (que, en sus formas y apariencias parece ajeno, aunque sólo sea por el hecho de aparecer en los "irreales" medios) y señalarlo como el gran culpable de los males de la sociedad. Como si nosotros fuéramos también distintos a la sociedad y a ellos. De este modo quedamos todos contentos y, en nuestra autocomplacencia, seguiremos reproduciendo esas conductas que, corregidas y aumentadas por la lente del poder, nos parecen deleznables, ayudando a que sigan surgiendo nuevos "representantes", a que el mecanismo siga en marcha.
sábado, 7 de noviembre de 2009
Los políticos, representantes nuestros
Porque se puede dar la grotesca paradoja de que el que pone a caldo al político corrupto de turno, esté llevando a cabo, a otra escala y con otra repercusión, el mismo esquema de comportamiento del que abomina. ¿Qué se consigue con ello? Desplazar la culpa, demonizar a otro (que, en sus formas y apariencias parece ajeno, aunque sólo sea por el hecho de aparecer en los "irreales" medios) y señalarlo como el gran culpable de los males de la sociedad. Como si nosotros fuéramos también distintos a la sociedad y a ellos. De este modo quedamos todos contentos y, en nuestra autocomplacencia, seguiremos reproduciendo esas conductas que, corregidas y aumentadas por la lente del poder, nos parecen deleznables, ayudando a que sigan surgiendo nuevos "representantes", a que el mecanismo siga en marcha.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario