El pasado sábado salí por ahí de juerga. La gente salía disfrazada de cosas siniestras (da miedo ver con qué rápidez se implantan "espontáneamente" algunas fiestas, yo de niño veía eso de Halloween en las pelis y siempre me preguntaba por el día en que eso se hacía). Lo que me llamó la atención fue la querencia de las chicas por disfrazarse de diablesas y brujas (también vi alguna enfermera sangrienta/ensangrentada). Eso sí, nada de verrugas, narizotas y muecas grotescas, según la imagen que la tradición nos ha dejado de estos personajes. Al contrario: generosos escotes, minifaldas de vértigo, medias de rejilla... Más allá del deleite visual, me preguntaba por la uniformidad que mostraban (los chicos eran más variados: vampiros, zombis, algún vaquero, fantasmas con sábana y sin ella, exorcistas...) y lo que les gusta disfrazarse de malotas sexys. Y de pronto, la iluminación: no iban disfrazadas, estaban mostrándose a todas luces, habían caído los velos.
1 comentario:
JEJEJE! pues que sepa usted que el carnaval pasado yo misma me disfracé de diablesa... eso sí, con una falda a cuadros hasta el tobillo y unos cuernazos de cabra que me dejaron una tortículis espantosa...
De todas formas, lo del comportamiento femenino contemporáneo deja mucho que pensar... lo admito...
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