miércoles, 13 de junio de 2007

Intersección, cruce.

El Yo es una zona de cruce, una intersección de múltiples proyecciones yoicas. Arrastramos con nosotros un baúl de máscaras, de personajes, y escogemos el más adecuado para cada momento. El concepto del rol se acerca a este hecho. No somos lo mismo cuando estamos con la familia, con los amigos, con la pareja o con el jefe. El que no nos comportemos igual indica que somos personas distintas (recordemos que el término persona tiene su origen en el teatro, en las máscaras que antiguamente se ponían los actores). Incluso nos cambia la voz. Algunos quieren acudir a un supuesto "uno mismo" que se esconde tras las diversas máscaras, y que supondría el núcleo real, el Yo que se es de verdad. "Sé tú mismo", dicen algunos gurús de la new age. Pero ése ser "uno mismo" ya es una máscara, y una máscara bien pobre, porque intenta estar fija, siempre ahí, creando la ficción de que es la verdadera, destruyendo la potencial riqueza que cualquiera de nosotros puede generar. Sólo el cuerpo se mantiene, y no por mucho tiempo. Somos máscaras, no hay un rostro oculto bajo ellas, sólo la más pura negrura. Negrura porque no hay nada, y porque hay allí un abismo de procesos que ni siquiera sospechamos.

No hay un "Yo mismo" porque no estamos solos en el mundo, y a cada proyección que lanzamos a la realidad, hay una recepción distinta en cada uno de nuestrops interlocutores, que depende de muchas cosas, pero básicamente de la máscara que lleve en ese momento. Así pues, la personalidad, el Yo, se juega en la zona de intersección, en el cruce de las dos proyecciones, la mía y la del otro. Por eso no es algo fijo, porque depende en parte del otro, que introduce una interferencia en el Yo que se proyecta.

Lo expuesto no es más que un esquema simplificador de cómo funciona el asunto, ya que la cosa puede complicarse hasta extremos inimaginables ya que muy pocas veces estamos en una situación de tú a tú. La mayor parte del tiempo lo pasamos en espacios más amplios, en intersecciones en las que se cruzan innumerables proyecciones yoicas en las que jugar (la sociedad, la calle, el trabajo...). El ser Yo es muy complejo, y sólo estamos relativamente cómodos en las situaciones en que hay poca gente, en los que el cruce es menos problemático y se pueden tener mejor controladas las variables. Esto sucede cuando estamos en familia o entre amigos. Tal vez el mayor tú a tú es el de la pareja. Cuando se está a solas con la pareja es con la máscara con la que uno se encuentra más cómodo, porque es una situación más secilla desde el punto de vista interseccional. Y es en estos momentos cuando nos convencemos de que somos "uno mismo". Pero es sólo una medida de confort.

3 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Muy interesante su entrada, amigo Pez. Pero me gustaría hacer alguna matización.

Creo que no sólo nuestras proyecciones son recibidas de forma diferente por el exterior, sino que ese mismo exterior determina en gran medida el cariz y el tipo de esas proyecciones del yo. Aunque es algo que solemos negar, la identidad surge más de nuestra recepción de movimientos externos que por el movimiento natural de nuestro interior. El Yo originario no es Yo, en el sentido de que en un principio no hay separación entre Yo y Otros, sino que todo fluye en un mismo espacio.

Sobre lo de 'persona', creo que no es tanto que tengamos personalidades distintas, sino que la personalidad (identidad) humana es multiforme. Es decir, que no se trata de identidades que se superponen y sustituyen (no perdiendo un carácter sustancializado), sino que la identidad en sí es lo que se retuerce en la multiplicidad.

Qué curiosa la foto. ¿De dónde procede?

saludos

El Pez Martillo dijo...

Ciertamente, estamos a merced del exterior, y muchas veces escogemos la proyección que más nos conviene según la percepción que tengamos de él (que, para hacerlo todo más difícil, se juega en ese mismo espacio de intersección). Estoy de acuerdo con usted.

Sobre lo de la personalidad multiforme, también estoy de acuerdo, y creo que algo de eso se puede deducir cuando hablo de que el cuerpo es lo que se mantiene. Podemos hablar de personalidad porquer es un mismo cuerpo el que la manifiesta y proyecta, y no tanto por las máscaras que se usen. Pero lo que me interesaba remarcar era ese juego de máscaras sin que hubiera un rostro fijo detrás.

La foto es un fotograma de la serie Twilight zone. En concreto pertenece al capítulo titulado The Masks, emitido el 20 de marzo de 1964. La encontré googleando por ahí.

Anónimo dijo...

Un modo de ver las cosas, solo eso, pero quizas lo unico cierto de todo es que nada es cierto para todos, todo el mundo ve las cosas como las quiere ver. Uno habla por uno mismo, como ve y cree que debe ser todo (como ahora yo lo estoy haciendo), uno tiene su propia interpretacion ya que alguien mas no puede percibir lo que lo rodea como el, nadie puede sentir por el mismo. "No hay una regla universal para todos, incluso esta" je!