domingo, 24 de junio de 2007

En el pasillo


Se despertó por enésima vez esa noche. Se había acostado temprano porque estaba cansada, pero tardó en dormirse. Y se despertó varias veces. Ahora, cerca de las tres de la madrugada, sentía la vejiga llena. "Mierda, tendré que levantarme", pensó contrariada. Se sentó al borde de la cama y buscó a tientas las zapatillas. Decidió no encender la luz y usar el teléfono móvil a modo de linterna. Los hacía muchas veces, para no molestar y asustar a sus padres, que dormían en la habitación contingua. El cuarto de baño quedaba justo en frente de su dormitorio, y aunque se sabía el camino de memoria, prefería no arriegarse a tropezar con la silla de su escritorio. Así que encendió el teléfono y, guiada por el tenue resplandor azulado que emitía, se dirigió al baño. El pasillo no era de lo más ancho, pero tras dar el primer paso en él pudo observar un movimiento con el rabillo del ojo. Giró la cabeza a la izquierda, que es por donde le había parecido notar el movimiento. Y lo que vio la dejó petrificada. Allí, al final del pasillo, junto al portal de entrada, había un hombre de pie. Parado, con la mano levantada en ademán de saludo. Iba vestido con un traje antiguo, como de los años cuarenta. Llevaba sombrero. La expresión era triste, y su palidez estaba subrayada por la luz azul de su móvil. La mano se agitaba en el aire lentamente, como si le estuviera dando la bienvenida. O despidiéndola. Su rostro estaba impasible, como si no la estuviera viendo. Era algo muy irreal, pero muy físico a la vez. Y justo en el momento en el que la luz del teléfono se apagó, pudo darse cuenta de lo más extraño de todo, lo que hizo que su corazón terminara de desbocarse. Donde tenía que haber habido unos ojos, no había nada, tan sólo una oscuridad impenetrable. Pulsó una tecla al azar para que la pantalla y el teclado del móvil volvieran a iluminarse, y lo dirigió hacia el lugar donde estaba aquel extraño hombre. No había nada, se había esfumado. Ella se quedó allí, analizando lo que había visto, quieta, asustada, intentado racionalizar de algún modo aquello. Tardó en recordar que se había levantado a orinar. Ya en el baño accionó el interrumptor y la luz disipó algunos temores. Seguro que era una alucinación, el resto de algún sueño que no se había dado cuenta de que no era el momento de seguir ahí. Una vez leyó que estas cosas a veces pasan. Y se tranquilizó un poco. Pero cuando tuvo que regresar a la cama, se apresuró en el pasillo, y no quiso mirar hacia el lugar de la aparición, decidida a meterse entre las sábanas y a dormirse cuanto antes. Y a no levantarse nunca más, aunque se estuviera orinando encima. No hace falta decir que ahora sí que le costó mucho dormir. Y también que nunca dijo nada a nadie, a pesar de que aquel extraño hombre sin ojos se colaba muchas veces en sus sueños. Siempre igual, siempre saludando. O despidiendo.

5 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Johannes A. von Horrach dijo...

Coño, parece sacada de El Resplandor esta historia.

¿va a dejar usted la filosofía para hacerse un Lovecraft?

Yo voto porque los efectos de Throbbing no se han disipado todavía :-)

El Pez Martillo dijo...

Estese usted tranquilo que no dejaré la filosofía (no sé si eso es tranquilizante o desasosegante). La verdad es que ni siquiera es una historia, tan sólo una escena, algo que a cualquiera nos podría pasar (o que hemos temido alguna vez que nos pasara).

Por si no lo sabía, me encantan las historias de terror. Incluso las no literarias, es decir, esas que se supone que le han ocurrido a alguien realmente, aunque uno nocrea en esas cosas. Disfruto con las historias sobre leyendas y apariciones, que normalmente son muy truculentas. A pesar de ello no conozco muy a fondo la obra de Lovecraft, aunque he devorado con fruición a Poe y a King (salvando las dintancias), sobretodo sus relatos cortos (creo que para el terror es mucho mejor una historia corta que un novelón, aunque hay excepciones).

Por cierto, la inspiración para escribir esto me vino el otro día en una situación similar. Me movía por la casa con el móvil como linterna y se me ocurrió pensar que menudo susto me llevaría si veía alguna cosa rara con esa luz. Aunque no creo en estas cosas, debo reconocer que me inquieté a mi mismo. Y también decidí escribirlo.

Saludos

Johannes A. von Horrach dijo...

Un pregunta: si se basa en algo que vivió, ¿cómo es que el personaje del texto es femenino?

(también utilizo el móvil como linterna)

El Pez Martillo dijo...

No se basa en algo que viví, sino que se me ocurrió en circunstancias parecidas. Iba a hacerlo masculino, pero en el momento de escribirlo, pensé que mejor ponerlo en femenino. Además, y esto no lo he dicho, la chica es bastante más joven que yo.