A menudo me descubro recordando a gente del pasado. Me ocurre especialmente con mis compañeros de clase. LA gran mayoría de ellos siguen siendo niños en mi memoria, puesto que así fue como dejaron su última huella en mis neuronas. Me acuerdo más de los que compartieron conmigo algún tiempo, que jugamos juntos o que fuimos amigos durante una temporada. Parece mentira cómo hay personas que son inseparables por una temporada y que luego, con el tiempo y los azares de la vida se van separando y se pierden la pista. Ocurre mucho con los amigos de la infancia. Se termina la enseñanza obligatoria, se va cada uno a distintos lugares a estudiar..., y se pierde el contacto. A alguno de esos amigos los sigo manteniendo, pero hay otros con los que me hubiera encantado seguir en contacto. Los del bachillerato los he perdido casi todos. Y con los de la universidad mantengo irregulares contactos (salvo un par). En cualquier caso, mi pensamiento no va hacia ellos, porque con ellos no hay nostalgia, sino que el presente y el pasado pueden con el pasado que he vivido con ellos. Con ellos siempre hay una buena experiencia en el futuro. Con los otros, con los perdidos, sólo hay pasado, y por eso surge la nostalgia. Hay días en los que me encantaría encontrame con alguno por la calle. Sería toda un hallazgo que me alegraría por unos días. Aunque, seamos relistas, no sabría qué decirles, más allá del consabido "qué ha sido de tu vida". Algunos han muerto, de otros sé algunas cosas que me llegan a através de terceros, y de otros no sé absolutamente nada, pero siempre procuro tener algún momento para ellos, para recordar aquel juego, o aquella vez que nos fuimos al cine en tropel, o cuando nos pilló aquel profesor en el pasillo por dónde se suponía que no podíamos pasar y nos cayó un buen castigo (lo llamábamos "misiones", ir a los sitios prohibidos del colegio durante el recreo), o cuando aquél trajo una revista pornográfica que devorábamos en un rincón del patio, vigilando que nadie nos pillara, o aquella niña a la que nunca me atreví a decirle nada y que tal vez ahora ya tenga algún hijo... Momentos, rostros. Instantes que a veces me sorprenden porque los recuerdo como una película, como si en realidad los hubiera vivido otra persona. Y en verdad es así, porque aquél niño no soy yo. Mejor dicho, yo soy aquél niño, con unos cuantos años más. Vamos, que no soy yo.
El tiempo pasa, y vamos dejando detrás de nosotros restos de nuestra vida, ruinas que se pierden y que a veces rescatamos del olvido, pero que ya nunca más van a volver. Tal vez sea mejor así.
The Connells. '74-'75
1 comentario:
A mi sucede lo mismo, pero muy a menudo. Siempre pienso en cómo habrían sido las cosas si no hubiese pasado tal, si me siguiese viendo con aquel amigo del colegio...Me cuesta afrontar/aceptar que las cosas sean como son, que sucediesen de una determinada manera y ahora no quede...nada. Nada más que un recuerdo. Lo que no es poco, la verdad. Me gusta recordar, sobre todo para no olvidar, las cosas que merecieron la pena, las personas, lo que no quiero que se repita...
"No hay nada más bello,
que lo que nunca he tenido,
nada más amado
que lo que perdí..."
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