martes, 1 de agosto de 2006
Deshojar la margarita
La pregunta clásica es: ¿me quiere, o no me quiere?
Pero yo me pregunto: ¿me gusta, o no me gusta?
Lo cual no es más que una forma de evitar otras preguntas más importantes: ¿quiero quererla, o no quiero quererla? ¿me atrevo, o no me atrevo? ¿tengo miedo, o no tengo miedo?
Una vez planteadas, y en la medida de lo posible, respondidas estas preguntas, hay que pasar a lo de la margarita. Pero me parece que en lugar de preguntarle a las flores es mejor hacerlo a las personas. Al menos su respuesta no depende del azar. ¿O sí?.
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