sábado, 21 de abril de 2007

Diario de un congreso. Día IV


Al final llegó el último día del congreso. Y el sueño ya se había ido de paseo. Suele ocurrir que cuando se duerme poco, tras un par de jornadas de adaptación y gran cansancio, uno acaba por enconttrarse mejor. Y esto fue lo que me ocurrió. De todos modos no tenía muchas ganas de meterme a oír conferencias y comunicaciones, a pesar de lo cual nos levantamos pronto y fuimos a la autónoma, más que nada para pillar nuestros diplomas de asistencia (y en mi caso de comunicador). Por motivos que no nos comentaron (pero que sospechamos que tuvieron que ver con la noche anterior), aún no los tenían preparados, así que tuvimos que esperar a la tarde. Por lo visto, una de las comunicaciones fue algo controvertida, pero Donatien y serrvidor no pudimos asistir por estar aún en el tren de cercanías. Una pena.

Acabada la sesión mañanera, y muertos de hambre, decidimos aprovecar que teníamos comida gratis en el campus y nos fuimos a pulsar el ambiente en el comedor universitario. No había muchas diferencias respecto al nuestro. Lo único, el precio (más de un euro más barato) y la calidad (todo bastante casero, las croquetas estaban de muerte), lo cual estuvo muy bien. Por aquí nos venden el cuento de que estamos muy bien y que vivimos mejor que nadie, pero al salir te das cuenta de que te la meten doblada (aunque en algunos aspectos sí que se vive muy bien, para qué negarlo).

Comidos y a gusto, con la modorra a cuestas, volvimos a Madrid, para encontrarnos con el diluvio universal al salir de Atocha. Y nosotros sin paraguas. Cada vez que me mojo me pongo malo, mi asma se dispara y me agarro unos catarros del quince (más que por mojarme por estar con la ropa y los zapatos mojados), así que me temía lo peor para el día siguiente, pero no ocurrió nada, menos mal. Nos fuimos corriendo al hostal a recoger las maletas y el paraguas, y de allí al círculo de bellas artes para que nos dieran los diplomas y poca cosa más, ya que teníamos el vuelo de regreso a las 8 y media y teníamos al menos media hora de metro hasta Barajas. Como habíamos previsto, los diplomas aún no estaban, así que tuvimos que encargar a Benedicto, que se quedaba hasta más tarde, que nos los cogiera.

Nos subimos al metro y fuimos a Barajas, a matar el tiempo que nos quedaba hasta el vuelo. Esto de tener que presentarte con un tiempo de antelación es un aburrimiento, porque te queda ahí un tiempo que no sabes cómo ocupar. Las tiendas del aeropuerto no son suficientes como para estar más de una hora, y el café que nos tomamos se hizo eterno (el cansancio y la perspectiva de volver a casa pesaban mucho a esas horas). El tema de la seguridad es un caso aparte. Casi se me cayeron los pantalones por tener que quitarme el cinturón y además he de decir que no funciona del todo bien, porque se supone que no se pueden pasar líquidos ni aerosoles en el equipaje de mano, y nosotros conseguimos colar un bote de desodorante en spray con el que podríamos haber cegado a toda la tripulación (además de ahorcar a alguien con los cinturones...). De todas formas no me sorprende, siempre he dicho que todo esto de la seguridad tiene mucho de fachada.

El vuelo de regreso fue bueno, y llegamos más o menos a la hora prevista. Perfecto, porque aún quedaba la traca final. Si nos hubiéramos quedado al final del congreso, hubiéramos asistido a la fiesta final que se había organizado, así que decidimos hacer nuestra fiesta final particular. Y aprovechando que esa noche actuaban los geniales Wonderbrass, pues convocamos a la parroquia y nos fuimos a verlos (por enésima vez). Allí nos reunimos Donatien, Horrach, la Musa y algunos amigos y compañeros más y disfrutamos de una, como siempre, gran actuación. Fue divertido, pero allí quemamos los últimos cartuchos y tuvimos que irnos rápido a la cama, a descansar, por fin, de cuatro días intensos de congreso. El año que viene, más, en Granada.

2 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Bueno, antes de Granada (primavera) toca Valencia (otoño). Y mejor otoño para los congresos, induce más las interioridades, ¿no?

Jarttita. dijo...

Depende del título del congreso...claro:P.