León Benavente están de vuelta. Tras dos celebrados LP y algún EP, anuncian su tercer disco y de él sacan este nuevo tema, en el que se reconoce su estilo, pero que tampoco lo es del todo. Hay algo de evolución, pero lo esencial se mantiene: una poética muy suya y reconocible en las letras de Abraham Boba, y un sonido contundente que anticipa un potente directo (que lo es). Y además, cuenta con la colaboración de María Arnal, que enriquece el tema con su voz.
domingo, 26 de mayo de 2019
viernes, 24 de mayo de 2019
Antenas
Antenas que otean el horizonte en busca de ondas que poder descifrar y que escondan alguna clase de mensaje. Al mismo tiempo hay emisión, en busca de otras antenas que puedan escuchar de forma adecuada.
Pero al final, es más cuestión de software, de la capacidad de emitir y de recibir, que de hardware. La antena por sí no hace nada si detrás no hay una labor codificadora y decodificadora. Ahí está la tarea.
martes, 21 de mayo de 2019
Destripado
Veo algunas series. No demasiadas. En general prefiero el cine. A veces me dejo llevar por la moda y me pongo alguna de las que más triunfan y están en boca de todo el mundo. Siempre y cuando entren dentro de mis gustos (géneros, temáticas...), no porque sean de éxito. En ningún caso evito los datos sobre lo que va a ocurrir. No me importa que me destripen los acontecimientos. Es más, incluso los busco, más que nada por ahorrarme verlas si veo que no me van a gustar y así ahorrar algo de tiempo, que va escaso y es valioso, y no conviene perderlo con cualquier cosa que nos pongan delante. Ya desperdicié bastante haciendo una tesis.
Por lo demás, son sólo series, y no pasa nada. ¿O es que acaso no sabíais que el Titanic acababa hundiéndose?
lunes, 20 de mayo de 2019
Modas al volante
El comportamiento humano está sometido a modas. Sospecho que hasta un grado difícil de concebir (la historia misma podría surgir de ahí). Incluso en lo delictivo y erróneo hay modas. En concreto, al conducir. Cuando vamos al volante estamos más vigilantes de lo que hacen los demás, y nos percatamos de más conductas de estas. Más allá de las infracciones francas, hay multitud de pequeños vicios que acaban molestando, y ahí he visto alguna modas. Por ejemplo, hace un tiempo se veía mucha gente que antes de hacer un giro se abrían hacia el otro lado, llegando a invadir carriles (en el mismo sentido o en el otro) y dando algún susto. Eso no lo veo mucho últimamente. Lo que de un tiempo a esta parte noto es la costumbre de dejar espacios excesivos an los semáforos. No una distancia mínima, sino huecos entre coches en los que habría al menos otro vehículo. Me llama la atención, porque ante se veia tanto (incluso era al revés, la gente se pegaba ).
No obstante, hay hechos que están más allá de las modas, que son algo así como eterno. Lo mismo ocurre en estas costumbres, digamos, molestas. Y al volante también. Está lo de los intermitentes, que no se ponen ni por orden del médico.
sábado, 18 de mayo de 2019
Sequía
A veces ocurre que te secas, aunque el agua no falta. No brota ni riega, corre bajo la superficie, aislada de las regiones donde puede alimentar. En cualquier momento puede aflorar, mientras tanto acumula energía y presión. Sólo cabe esperar que cuando rompa no genere grandes destrozos.
miércoles, 17 de abril de 2019
Fuego
El fuego atrae la mirada. Es hipnótico. La danza de las llamas, los colores, la distorsión que el calor provoca en los materiales y la visión. Cuando hay una hoguera cerca, es imposible no quedarse contemplando embobado.
Por eso, cuando anteayer ardió Nuestra Señora de París, no fuimos pocos los que, no sin cierto rubor, vimos belleza en el incendio. Alguien fue muy criticado (de esta forma tan farisaica y moderna) por hacer una compración con las fallas valencianas. Pero sí, hay belleza en la destrucción. Da vergüenza reconocerlo, hay que tener valor. Pero en ese contraste de fascinación y desagrado hay fuerza. Viene a mi memoria la imagen de Jünger en una azotea del París ocupado contemplando un bombardeo enemigo como quien ve una obra de arte, tomando una copa.
Fue un momento estéticamente kantiano. Para Kant, el desinterés es la clave de bóveda de lo estético. Es autónomo y no está influido por ninguna otra consideración: ni de conocimiento, ni material, ni de ninguna otra clase. Es difícil realizar este destilado, porque en seguida saltan las consideraciones (los intereses) de toda índole: el valor espiritual, histórico, artístico, incluso el económico. Esto también se sumó a lo hipnótico. Vimos la destrucción (que luego no ha sido tanta, pero nos temimos lo peor) de un símbolo. En este sentido fue un fuego que nos dejó fríos, que nos heló.
Lo viví pensando que en otro tiempo se vería no una simple desgracia, sino alguna clase de señal. Algo que se intensificó al saber que al mismo tiempo también ardía la mezquita de Al-aqsa en Jerusalén (con menos destrucción, pero ardiendo al fin y al cabo), yb en estas fechas de Semana Santa en las que estamos. ¿Y si al fin y al cabo sí fue alguna clase de señal? A este respecto, un comentario de un amigo en un grupo de Whatsap: "cuando arde la iglesia, el diablo se acerca". Veremos.
Finalmente, un recuerdo personal. Estuve en Notre Dame va a hacer ahora ocho años. Debo reconocer que me decepcionó (como casi todo lo que visito), y con esa sensación la visité. Además, está la cuestión de la masificación: en un mercado hay menos gente, y el barullo que había allí dentro no era adecuado al monumento, contribuyendo así a la decepción (evidentemente, yo era uno más dentro de la vorágine, engrandeciéndola). En las fotos que hice sólo se ve multitud. Pero de aquella visita hubo algo que destacó y que es la imagen que hay en mi memoria: un Guardia Civil. De uniforme. Lo vi un instante, se escurrió en seguida y llegué a dudar de si lo había visto. Pregunté a la gente que me acompañaba y nadie se había percatado de su presencia. ¿Qué puñetas hacía un Guardia Civil, con uniforme (de hecho, en mi grupo había uno, pero estaba de vacaciones), en otro país y dentro de una catedral?
PS: resuelto el misterio del Guardia Civil
PS: resuelto el misterio del Guardia Civil
viernes, 5 de abril de 2019
Cobain. Veinticinco años
Se cumplen hoy veinticinco años del suicidio de Kurt Cobain. A muchos no les dirá nada. Pero a los que vivimos la época con plena conciencia significa mucho. Recuerdo perfectamente lo que hacía cuando por la radio dijeron, un sábado por la tarde, que Cobain había sido hallado muerto. Yo tenía 16, y me sabía sus discos de memoria. Es cierto que la explosión de Nirvana me pilló en mi época rapera y lo vi con cierto recelo y desdén. Pero en esas edades se cambia mucho, y me acabé pasando a todo lo que tuviera una guitarra eléctrica, y Nirvana eran entonces los que marcaron el pulso de la época y de los jóvenes de aquellos años. Los había mejores y con más talento, pero ellos estuvieron en el lugar exacto en el momento justo. Y nadie como ellos expresó la rabia y el desconcierto de la juventud, el vértigo de la vida y el mundo por delante. Resulta paradójico, porque los años noventa se abrían con la guerra fría agonizando y el horizonte bastante despejado, pero lo que surgió fue esa rabia y desesperanza que a veces tiene mucho de pose, pero que en Cobain, viendo lo que acabó ocurriendo (llevó fatal el éxito y cayó en una espiral autodestructiva que le condujo al suicidio) no era impostada.
Seguro que mucha gente de mi quinta recuerda como yo el momento en que supieron de la muerte de Kurt Cobain. Luego vino la idolatría, la moda y la explotación comercial, que llega hasta nuestros días. A veces veo con nostalgia a algún joven de instituto con camiseta de Cobain, igual que las que algunos llevaron entonces, y no puedo dejar de pensar que el Cobain que él admira ya no es el mismo que yo viví (para él es pasado y mito, yo lo vi desplegarse y apagarse).
Ahora suena en mi repoductor el vinilo del Unplugged, grabado unos meses antes del suicidio y publicado unos meses después. Le falta la electricidad rabiosa característica del grupo, pero tiene una melancolía y un desgarro que adquiere todo su sentido sabiendo el infierno en el que andaba metido. A destacar una imagen: vayan al minuto 3:57 de esta desgarradora versión del Where did you sleep last night de Leadbelly, en esa pausa, mirada y toma de aire/suspiro está todo.
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