Reunión de la comunidad de vecinos. Alguien ha propuesto cambiar de administrador, se han presentado varias alternativas, ya que según el cabecilla de la iniciativa la gestión es nefasta (pero cuando se le pregunta, no aclara los motivos por los que así lo considera y se sale con vaguedades del tipo "podría daros mil razones" o "es muy evidente"). El tipo insiste e insiste en que votemos, en que tenemos que tomar una decisión cuanto antes. Se vota, y se decide que no se cambia de administrador. Entonces, el hiperdemócrata, el defensor del voto, ante la derrota de su opción, se cabrea y se larga, aduciendo que no tiene sentido seguir con esa farsa.
Es sólo una anécdota, pero no es la primera vez que observo algo así, y apostaría porque quien más quien menos ha vivido algo parecido en alguna ocasión. Y es que cuando la corriente es a favor es muy fácil remar (o hacer creer a los demás que se rema), la verdadera catadura del personal se ve cuando vienen mal dadas. Eso, y que parece que la fidelidad de alguien a unos principios es inversamente proporcional a los aspavientos con que los defiende.
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