En la época nazi, a los escolares se les planteaban problemas de matemáticas de esta índole:
"Un loco cuesta cada día 4 marcos, un inválido 5'5 marcos, un criminal 3'5 marcos. En muchos casos, un funcionario no cobra más que 4 marcos, un empleado 3'6 marcos, un aprendiz 2 marcos. Calculad cuánto cuestan anualmente los 300000 locos y epilépticos de Alemania.
¿Cuánto se ahorraría el estado si estos individuos fueran eliminados? ¿Cuántos préstamos de 1000 marcos podríamos conceder a matrimonios si pudiéramos economizar ese dinero?"
Pues bien, argumentos de estos ya se empiezan a oír en los pasillos de los hospitales. Por parte del personal sanitario. Servidor mismo los ha tenido que escuchar. Hasta se les daba la razón a quienes los proferían. Antes de la austeridad, las quejas iban contra cierto ensañamiento y prolongación innecesaria de los sufrimientos (y ahí cada uno tenía su opinión y sus límites) en casos más o menos extremos, pero no por la vía económica, sino por la ética. Ahora la ética se va viendo desterrada por el mero cálculo: tanto cuesta, tanto nos ahorraríamos.
La cuestión es que si los propios sanitarios ya vamos interiorizando esta clase de discursos, qué no harán los gestores, que ni ven el sufrimiento, ni trabajan en una disciplina que tenga una carga ética importante (al menos así como la tienen planteada). De momento, ya han habido algunos que han insinuado que los pensionistas son una carga económica. De ahí a plantear que los sujetos no productivos y gravosos deben desaparecer, queda menos que antes.
La cuestión es: ¿cuánto nos ahorramos si te eliminamos a ti?
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