Lo que son las cosas, llevas (casi) toda la vida en una ciudad, la has pateado de arriba a abajo, se podría decir que la conoces bien, pero aún guarda sorpresas. Por ejemplo, la estampa que he descubierto recientemente, en la palmesana calle del Archiduque Luis Salvador de Austria (un personaje que dejó una tremenda huella en la isla, tanto que un siglo después de su muerte, aún nos referimos a él como s'Arxiduc, como si no hubiera más). La calle, que en si no es más que una avenida mediana, normal y corriente, según se sube desde las avenidas (así conocemos aquí a un conjunto de avenidas, estas sí amplias y centrales, que siguen el trazado de la antigua muralla de la ciudad), nos regala una espectacular visión del Puig Major, el techo de la isla (1445 metros), enmarcado por los edificios, árboles y farolas. Además, como se puede apreciar en la foto, el obelisco que hay en una plaza al principio de la calle (conocida por los palmesanos como la "plaza del supositorio"), parece apuntar directamente a la cima de la montaña, coronada por un radar del ejército que controla todo el Mediterráneo occidental (ahora solo hay una esfera, pero hasta hace unos años había dos, "ses bolles des Puig Major").
Parece que estuviera ahí al lado, que la mole de la montaña se alza al final de la calle. Pero está a unos 50 km (aunque en realidad no es tanto, para los isleños eso es todo un mundo).
Fue todo un descubrimiento, una de esas cosas inesperadas que descubres por casualidad y que no acabas de comprender cómo es que nadie te lo había hecho notar o no es apenas conocida esta, al menos para mi, espectacular estampa palmesana.