lunes, 27 de febrero de 2006
Dos perspectivas
El cómo medimos el tiempo, la contabilización del tiempo que va corriendo es una de las manifestaciones más importantes en nuestro modo de estar en el mundo. Teniendo en cuenta que la temporalidad es una de las estructuras fundamentales de nuestra existencia (al fin y al cabo, con el tiempo expresamos secuencias de hechos y de vivencias, que ocurrieron unas detrás de otras), la fortma en que la expresemos y vivamos será muy importante a la hora de situar nuestro pulso vital. Los idiomas son los vectores mediante los cuales expresamos muchas cosas, y la temporalidad es una de ellas. Por lo tanto, el cómo expresemos el transcurrir de las cosas (tal vez el tiempo sólo sea eso), será una señal muy clarificadora de nuestra posición respecto al fluir. A este respecto quiero comentar las diferencias entre dos lenguas vecinas en origen, pero que en la actualidad cohabitan en algunos territorios, respecto a su vivencia del tiempo. Me refiero al castellano y al catalán. En castellano las horas se cuentan por tiempo transcurrido, es decir, al decir la hora que es, expresamos las horas totales del día que ya han pasado (una, dos, diez o doce), y le añadimos el recuento de minutos que sobrepasamos de esas horas ya completadas. Así, al decir, son las siete y doce, lo que decimos es que han transcurrido siete horas enteras desde que las dos agujas se encontraron en el 12, y que además han pasado 12 minutos más. En cambio, la notación horaria en catalán (al menos en el dialecto central, y por lo tanto en el estándar) funciona de forma diferente, va hacia adelante, se sitúa en el transcurrir de la hora, con la mira puesta en la hora que se está completando. Por lo tanto, tiene un impulso hacia adelante, mira hacia la siguiente hora por completar. Un ejemplo a lo mejor aclara las cosas. En castellano diríamos que son las siete y cuarto (ojo a ese Y, que es el que lleva el peso de que han pasado siete horas Y además un cuarto de hora), y en catalán que son un cuarto de ocho. ¿Se capta la diferencia?. No hay ninguna referencia hacia las horas ya pasadas, sino a la hora que está trancurriendo, a la que de hecho estamos, y que se va a completar en tres cuartos de hora. En efecto, ha pasado un cuarto de hora de la octava hora desde el encuentro de las agujas en el mediodía.
La realidad es la misma, el momento temporal que las dos expresiones señalan es el mismo. Pero hay matices. Mientras que el castellano mira hacia atrás, el catalán lo hace hacia adelante. Y si, cómo he dicho al principio, la cuestión temporal es fundamental en nuestro pulso vital, esta diferencia refleja dos pulsos vitales diferentes, vehiculados en sus respectivas lenguas. De todos modos, hay que señalar que las dos lenguas conviven de tal forma que se podría decir que, si bien hay monolingües en castellano, no los hay en catalán (por circunstancias históricas varias, que no vienen a cuento, el catalanoparlante es bilingüe, ya sea junto al castellano, el francés o el italiano, aunque la mayor región de coexistencia sea con el castellano), y ello facilita que las diferencias sean menores. En cualquier caso, el hecho está ahí, capuntando a la idea de que cada lengua (no hablemos ya de dialectos e incluso de idiolectos) expresa un modo de vivir, una forma de estar en el mundo que puede diferir en mayor o menor grado con las demás.Y si los matices son en algo tan importante como la vivencia de la temporalidad, la cuestión adquiere mayor importancia.
Todo esto sirve para establecer una conclusión. Este, en apariencia, pequeño detalle, tal vez sirva como cabo del que ir tirando para comprender algunas de las cosas y conflictos eternos que España lleva sufriendo (no sé si es la palabra adecuada, porque el lugar de motivo de sufrimiento se podría tomar como una oportunidad). Estoy haciendo referencia a un posible origen existencial-vital de los "conflictos" territoriales (no hace falta decir que sería totalmente extensible a otros conflictos más allá de nuestras fronteras, sobretodo en aquellos que se refieren a otras estructuras fundamentales como la religiosidad)
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