Desempolvo el teclado por un motivo que bien lo merece: hoy hace justo 10 años que este blog inició su andadura. Empezó de un modo improvisado, simplemente me senté y me puse a escribir sin saber muy bien ni lo que quería decir. Ya tenía un blog en el que narraba ciertas aventuras y reflexiones de una tal Salomé, que era una especie de Zaratustra femenina que se movía por el mundo y se encontraba con gente y tenía conversaciones e ideas. Pero era un blog en tercera persona y en aquel momento me apeteció hablar más en primera (aunque el Pez Martillo fuera una máscara, igual que lo era Salomé, era más yo que ella). Pretendía ser una reflexión sobre lo que ocurría, una suerte de columna como la que se escribe en los diarios. En ocasiones así ha sido, pero la mayoría de las veces me he ido por las ramas de mis elucubraciones y pajas mentales, así como contando vivencias personales (a veces de forma muy disfrazada y difícil de captar, otras con mayor evidencia).
Una década. Pasan muchas cosas en diez años, y ya no soy el mismo de entonces, con mi carrera de filosofía recién terminada y empezando el doctorado (eso es de lo poco que no ha cambiado: sigo con mi tesis, a la que le he dedicado algunas entradas, aunque, eso sí, ya no la estoy empezando, diría que estoy empezando a acabarla, y que dentro de diez años ya será cosa del pasado). He sido un pagafantas y lo he dejado de ser, me he hipotecado, he cambiado de coche, me he especializado en enfermería pediátrica (algo que mereció una entrada, por esperpéntico), he hecho algunos viajes, he leído y escuchado música. He empezado a ir al gimnasio y me he vuelto insmone. Quiero pensar que de todo ello he aprendido, y he dado buena cuenta de algunas cosas en el blog.
Durante una temporada, al principio, hubo muchas visitas y comentarios, incluso buenos diálogos, lo cual me permitió llegar a conocer físicamente a algunos de ellos y mantener algo de contacto. Por fortuna, ha habido poca agresividad en los comentarios y ha predominado el buen talante, aunque algunos trolls se han colado. Incluso hubo ocasiones en las que, si comentaba algo sobre una película o música, sus intérpretes se dejaron caer y me dedicaron alguna palabra, lo cual fue toda una sorpresa y una alegría.
Algo que me ha ocurrido en estos años es que hay más serenidad, que de forma paradójica veo con ansiedad, ya que las cosas no me movilizan como antes, la intensidad es otra y todo se ve de forma distinta, con la perspectiva de los años que se van acumulando bajo los pies y sepultan poco a poco la fuerza de la juventud, que ya va quedando atrás. Quizás por eso es por lo que he ido dejando de escribir. Me gustaría hacerlo más, obligarme a ello, pero hay muchas distracciones, y mi afición creciente a la procrastinación me lo impide. Me da pereza ponerme ante el teclado (por desgracia, el blog no es lo único que desatiendo), pero eso no quita que a veces me dé el punto y escriba algunas cosas, incluso que encadene varias entradas si el impulso es fuerte. Sé que Internet se mueve rápido, los blogs ya no están tan de moda, y que ya casi nadie lee esto (sólo l@s más fieles), y que mi decreciente actividad no ayuda, pero el blog es como ese bar al que has ido muchas veces y en el que tan bien te lo has pasado, al que ya no vas casi nunca, pero que cuando lo haces lo disfrutas con nostalgia. Así que un brindis por el blog y por otros diez años.
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