Junto al progreso científico y tecnológico, corre en paralelo (o mejor, en antiparalelo), un progreso en la estulticia, según el cual se alcanzan cada vez cotas más altas de estupidez. Más bruto, más ganso, más basto. O menos refinado, menos prudente, menos temperado. Más impulso y menos reflexión. La cuestión estriba en que este segundo progreso puede llegar a lastrar el primero y dar al traste con él.
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