A raíz de algunos de los últimos casos criminales que han impactado en la opinión pública, observo la tendencia a retirarles a los perpetradores su estatus humano, bien por la vía de la calificación (llamándolos "monstruos", "inhumanos", etc.), bien haciendo ver que padecen alguna clase de trastorno mental (a veces es así, pero no siempre, y en cualquier caso, la enfermedad de la mente humana es también algo humano). Nos resulta inquietante que un vecino nuestro, alguien a quien conocíamos y con quien incluso hemos conversado y hasta nos hemos hemos hecho favores, cometa según que actos terribles. Por eso, para calmar un poco nuestra conciencia (sin que tengamos responsabilidad alguna, no se trata de aquello de "la sociedad es la culpable", con lo cual nosotros tendríamos nuestra parte de culpa), los alejamos, establecemos una barrera entre nosotros, los normales y buenos ciudadanos, y ellos, los abyectos monstruos. Pero creo que es más conveniente no ponerlos muy lejos. No tanto para atenuar la repugnancia que nos provocan sus actos, sino para mejor conocerlos y a modo de profundización en el conocimiento de lo humano, si no queremos ser nosotros las próximas víctimas. O verdugos, porqué no.
No son monstruos, son humanos. Monstruosos, sí, pero humanos, demasiado humanos.
1 comentario:
Jo! la verdad es que cuesta aceptar que un semejante sea capaz de actos que uno mismo repudia y se supone incapaz de realizar. Pero ahí está: hablamos de "actos" no de la persona.
Lo cierto es que tachamos de inhumano aquello que se salga de lo que cualquier humano haría con esa manía de alejarnos de nuestra real naturaleza animal.
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