sábado, 21 de octubre de 2017

Camus


El acto más importante que realizamos cada día es tomar la decisión de no suicidarnos.
El mito de Sísifo

Ando terminando la lectura de las obras completas Albert Camus, y mientras he estado con ellas, por todas partes me encontraba con su nombre: leyendo artículos, por referencias de amigos... Parece que está de moda, pero no se trata de que me haya puesto con él movido por esas alusiones. Se trata de una sincroncidad, como si hubiera una corriente que nos lleva hacia él. Sin duda, es una figura muy adecuada y hasta diría que necesitamos alguien como él en nuestro tiempo. De origen muy humilde, nacido en la Argelia aún francesa, de antepasados menorquines (por parte de madre), miembro de la Resistènce durante la guerra mundial, se enfrentó desde la izquierda (fue un anarquista lúcido) con el comunismo que la dominaba, amigo primero y luego enemigo de Sartre, premio Nobel de literatura en 1957 (que acogió con una humildad emocionante, recordando al profesor que de niño le enseñó y le brindó la oportunidad de ser algo en la vida)... toda una vida de compromiso que impregna su obra teatral, novelística y de ensayos. Adscrito a la filosofía del absurdo, su ejemplo es cualquier cosa menos absurdo. Se preocupó de lo que agarrotaba a su tiempo: de los totalitarismos a la guerra fría, y todo con un desgarro lúcido y nada apasionado (y siempre del lado de los débiles, como gustaba repetir). Especial interés tuvo en la situación de su Argelia natal, envuelta con el paso de los años en una espiral de violencia entre los colonos franceses y los árabes que deseaban la independencia (que no llegó a ver, pero que tampoco deseaba). 

De todo lo leído, mención especial para Carnets, sus diarios y reflexiones más íntimas, donde mezcla ideas, esbozos de relatos y vivencias. También El hombre rebelde, reflexión en torno a la cuestión de le rebelión, donde azota al comunismo y en lo que se había convertido con Stalin, algo que le enemistó con buena parte de la intelectualidad bienpensante francesa. Y por supuesto El último hombre, novela póstuma que portaba en el momento de su muerte y que se encontró en una cartera entre los restos del accidente automovilista en que perdió la vida en 1960. Aunque no terminada, se trata de una deliciosa autobiografía novelada, en la que relata su infancia pobre, su relación con su madre y su abuela, el profesor que fue el padre que nunca llegó a conocer... En definitiva, todo lo que le llevó a ser el que fue. 

Muchos caminos de hoy parecen confluir en Camus, el que tuvo una sonada bronca pública e intelectual con Sartre, la cual pareció perder. Pero el tiempo ha puesto a cada uno en su lugar, y a día de hoy, la figura de Albert le hace sombra. 

Próxima estación: El archipiélago Gulag. 

1 comentario:

Juan Carlos González Caballero dijo...

Sin la cultura la sociedad no es más que una jungla. También habrá podido evitar muchos suicidios, también muchos habrá provocado.