sábado, 29 de agosto de 2015

Infidelidades

Resulta que hay una página web que facilita las infidelidades de pareja. De la cual unos hackers han pirateado sus bases de datos. De entre la información entresacada y que se ha publicado, destaca el hecho de que la grandísima mayoría de sus clientes son hombres, y que de las mujeres, un porcentaje nada desdeñable son en realidad hombres con un perfil falso. En seguida han salido las hermanitas de la corrección a subrayarlo, dando a entender que los hombres somos de naturaleza infiel y que ellas, pobres, son sólo unas amantísimas y abnegadas esposas que tienen que aguantar cornamentas varias. Como si las listas de usuarios de una web fuera una radiografía de la infidelidad en el mundo. 

Pero yo lo interpreto de otro modo mucho más simple: ellas no necesitan acudir, y no acuden, a webs para ser infieles. Tiene otro "estilo". Y es que no hay mejor modo de poder ser infiel que haciendo creer a todo el mundo que eres de una pureza prístina e inmaculada, que en cuestiones amorosas entregas todo tu ser. Y si además te escandalizas con los cuernos ajenos, el disfraz ya es muy verosímil. 

3 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Sin duda. Lo mismo pasa con las webs de contactos, donde sobre todo si son de pago la proporción suele ser de 80-20 % a favor de los hombres. ¿Es que ellas tampoco, incluso solteras, no conocen a nadie, a ningún hombre? ¿O que no necesitan webs de contactos para ligar, sino salir cualquier noche a cualquier bar de España? Incluso si son feíllas, con un poco de maquillaje y a las 3 de la mañana, siempre encontrarán algún tipo con ganas de follar.

El Pez Martillo dijo...

Ellas son entidades puras que no tienen impulsos carnales, que se mueven por los sentimientos más sublimes y que saben esperar y reconocer cuando hay amor de verdad. Ellas no follan, hacen el amor. Parece mentira que no lo sepa.

Por lo demás, es sorprendente como este discurso, tan conservador, está implantado en mujeres que van de modernas y liberadas.

Johannes A. von Horrach dijo...

Por eso, desde ese discurso se sostiene, con un par (de ovarios o lo que sea), que todas (pero TODAS TODAS) las denuncias de malos tratos son ciertas. Ninguna mujer miente, jamás. Así se equipara denuncia con condena, alterando la piedra estructural de un estado de derecho: la carga de la prueba recae en el acusador, no en el acusado. Ya el colmo son esos supuestos estudios que van incluso más allá de la equivalencia denuncia=culpabilidad, porque se sacan de la manga datos sin justificar de que todavía hay muchísimos casos más en los que no se denuncia. Poco a poco, todos los hombres somos potenciales Mengele, y ellas todas la reencarnación de sta Teresa de Calcuta...