martes, 30 de junio de 2015

Lo que ocurre

La sospecha, que cada vez parece más verosímil, es que ni estando dentro sabemos qué es lo que está pasando. Eso si es que está pasando algo, que tampoco lo sabemos.

lunes, 29 de junio de 2015

Vacunar o no vacunar

Vaya por delante que cada uno es libre de tomar las decisiones que considere oportunas. Y que no me parece bien que se obligue a vacunar a todos los niños, aunque todos deberían estarlo. Lo que debería ser obligatorio es el ser rigurosos con los motivos que nos llevan a tomar decisiones, sobre todo cuando son importantes y afectan a nuestra vida o muerte. 

Porque con esto de las vacunas he oído argumentos muy poco consistentes, pero que la gente se traga sin problemas. Por un lado están los que dicen que las vacunas tienen efectos secundarios, entre los que destacan el autismo. Nos ha jodido mayo con las flores y los tallos. Señores, TODO tiene efectos secundarios, no hay nada completamente seguro en esta vida, y resulta sorprendente que haya gente que todavía no se haya dado cuenta. Respecto al autismo, bien, es posible (aunque en todo caso no es algo masivo), y vale más pasar el riesgo de acabar autista que el de morir o quedar con graves secuelas (que empequeñecen al autismo). Por otro lado, está la cuestión de las compañías farmacéuticas. El cine nos ha hecho mucho daño, y vemos supervillanos dirigiendo empresas que quieren dominar el mundo por todas partes (y peor, nosotros nos creemos superhéroes que los vamos a derrotar). No digo que no se les puedan reprochar algunas cosas. Pero de ahí a ver un interés en tener secuestrada a la sociedad para ganar dinero a expuertas (sobre todo a través de la vacunación), pues no lo acabo de ver. 

Al final, es una cuestión de creencias, y cada uno traga con aquello que mejor alimenta y potencia sus prejuicios. Así que olvídense de lo que decía más arriba del rigor en las decisiones, sería demasiado pedir. Con ser conscientes de las consecuencias y riesgos y asumirlos, bastaría, y que cada uno haga lo que le rote. 

sábado, 27 de junio de 2015

Contra los egos

Tengo emprendida una cruzada contra el ego y la alta autoestima. Ha llegado la hora de reivindicar la baja autoestima, porque sólo ella es la que nos puede salvar. Ya está bien de tipos encantados de haberse conocido que miran por encima del hombro a todos los demás desprendiendo un desagradable tufo de superioridad con la que reprenden a todo aquel que no se arrodilla ante su paso o, en el peor de los casos, se tira a sus pies para servirle de alfombra. 

Este tipo de gente están por todas partes, de un tiempo a esta parte han proliferado como setas. Pero uno sospecha que se trata de una falsa seguridad, una reafirmación que apuntala un edificio podrido y ruinoso. Por eso se ofenden con tanta rapidez y se muestran agresivos sin motivo. Se trata de egos infantiloides, que no aceptan un no por respuesta y tienen una alta intolerancia a la frustración. Lo peor es que van de maduros y se sienten los campeones de la sociedad, imponiendo poco a poco su modelo, llevándonos al abismo. 

Se hace necesario valorar a las grandes personalidades, las verdaderamente interesantes, las que pasan desapercibidas, siembran (no como los otros, que solo quieren recoger, y cuanto más y más rápido, mejor), y se enriquecen enriqueciendo. Los que parecen blandos, pero resisten temporales y siguen ahí. Los que no están prestos a cualquier batalla, porque saben que la mayoría de las luchas no valen la pena y hay que reservarse para las batallas que sí hay que dar. Los no ostentóreos, los que no se toman en serio y sienten sus debilidades. 

martes, 23 de junio de 2015

Lo que llevamos dentro


Se suele decir que dentro de cada español habita un entrenador de fútbol. Yo añado que un médico y un juez. Pero un juez de los chungos. Qué digo un juez: lo que en realidad hay dentro de cada español es un inquisidor.

lunes, 22 de junio de 2015

Los límites del humor

De un tiempo a esta parte es recurrente el debate sobre los límites del humor. Pero no desde un punto de vista teórico y riguroso, sino desde las tripas. A menudo desde las de los profesionales de lo políticamente correcto, que se ofenden por cualquier tontería y en nombre de terceros. 

La última vez ha sido a raíz de unos tuits de uno de los concejales de la "nueva política", que tenían a judíos y víctimas de ETA como punto de mira (oh, perdón, como objeto, o como sujeto pasivo de los mismos, que me perdonen los objetos y los sujetos, también los pasivos). Los susodichos tuits fueron emitidos hace años (por cierto, son chistes bastante viejos y manidos) y ahora, a raíz del ascenso político de su emisor, la masa bienpensante se ha llevado las manos a la cabeza y han pedido responsabilidades. Más allá de la pertinencia de esta actitud, me ha llamado la atención que sean las dianas (oh, otra vez perdón, ¿es ofensivo el uso de términos militares?) las que menos importancia le han dado al asunto. En concreto, Irene Villa (víctima de ETA, por si alguien no lo sabía) y Ernesto Ekaicer (judío), que incluso han bromeado con los chistes que se han hecho. Me parece una actitud mucho más sana, elegante y adecuada responder al humor con humor, y no con el rasgamiento de vestiduras de los habituales sepulcros blanqueados. Siempre y cuando, claro está, el humor sea eso, humor, ironía y juego, alegría y jolgorio, el cual aumenta si uno se ríe de lo más sagrado (como decimos en buen mallorquín: "enriurer-se'n des Sant i des miracle", reírse del Santo y del milagro), y no una coartada para decir lo que se piensa cuando lo que se piensa es reprendible y se diga con mala leche, que no sé si es el caso. Y para eso no hay que tomarse demasiado en serio, soltar lastres (el ego es uno de los que más lastran la ligereza), algo que tengo mis dudas que cumpla el emisor de tuits en cuestión. 

Hace unos meses todos nos sobrecogimos con la matanza dela revista satírica francesa Charlie Hebdo, y nos dimos un automasaje con el "Je suis Charlie" y la defensa de la libertad de expresión. En realidad, lo que nos pone son los mártires, sobre todo si es a manos de malos malísimos de turno. Y siempre va a haber gente dispuesta a ofenderse por cualquier cosa, aunque no le afecte de forma directa, y se buscarán la excusa para condenar al infierno a alguien (unos te matarán, otros no, pero intentarán callarte)

Hace algo más de un año fui víctima de un episodio de estos de "los límites del humor", en una escala más pequeña e intrascendente (si es que el ámbito laboral y las redes sociales lo son), pero me bastó para comprobar que no hay forma más segura de conocer las debilidades de los demás que saber qué es lo que no les hace gracia y hasta dónde están dispuestos a reírse. Por eso hay que explorar sus límites (que no son los del humor, sino los de ellos). 

viernes, 19 de junio de 2015

De la política en el deporte

Y de la política como deporte al deporte como política.

Llevamos semanas entretenidos con el coñazo del himno y los silbidos. Que sí se puede, que si no se puede, que si sanciones, que si la libertad de expresión, y la madre que los parió.
Por un lado, entiendo a los que se ofenden porque se pite algo "sagrado". Pero les diría que un partido de fútbol no es el lugar en el que hayan de sonar himnos (salvo cuando, y tengo mis dudas, juegue la selección nacional). Siempre he sido de la opinión de que himnos, escudos y banderas han de estar donde han de estar, es decir, en sitios oficiales: fachadas de ayuntamientos, ministerios, papeles del gobierno... Nada de balcones, pegatinas en coches, camisetas, zapatillas o gorras. Me parece una banalidad y una primera  falta de respeto. A partir de ahí, todo es cuesta abajo. Dirán que en una competición que es "del Rey" y a la que va el rey, es pertinente que se ponga el himno. Cierto, pero no creo que sea pertinente que una competición que es de la federación de fútbol tenga que ser "del Rey" (los ingleses tienen copa, pero no es de la reina). ¿Porqué la liga, que es otro sistema de juego, no es también del rey?

Por otra parte, soy bien consciente de que el deporte es una herramienta muy útil para el poder. Le encanta adherirse a cuestiones sentimentales e irracionales. Y el deporte lo es, y mucho. Desde siempre los gobiernos y tendencias políticas han intentado arrimar el ascua de la pasión deportiva a su sardina. No es nada nuevo, ni, visto lo fácil que es enrolar a la grada en lo político, es algo que vayamos a ver terminar. 

jueves, 18 de junio de 2015

De la concepción deportiva de la democracia

Prosigamos con las últimas elecciones.
La presencia del deporte es tan apabullante en nuestra cultura de masas, que todo es analizado bajo el prisma deportivo, incluso los resultados electorales. Esa retórica de ganadores y perdedores electorales tiene mucho de deportivo pero poco de democrático. Como si estuviéramos ante una competición en la que sólo uno puede ganar y los demás son derrotados. Pero en realidad se trata de representación parlamentaria y de toma de decisiones. Puesto que no podemos reunirnos toda la sociedad en asamblea, delegamos en un grupo de personas que han de trasladar el pensar de todos. Por eso me parece bien que las cámaras de representantes sean muy plurales y estén atomizadas, como lo está la sociedad. Y que se vean obligados a sentarse, negociar y llegar a acuerdos, como tenemos que hacer en el trabajo o en la comunidad de vecinos cuando hay que hacer algo. Y si en esos acuerdos sale perdiendo la opción más votada, pues mala suerte. Porque no se trata de que toda la sociedad, con todos sus matices, baile siempre al son que marca el más fuerte, sino de que esos matices tengan la oportunidad de influir de algún modo en la melodía (sin que se tengan que imponer siempre, claro está, pero al menos que tengan cierto peso y no queden siempre arrinconados). Por eso no me gustan los sistemas bipartidistas ni los de segunda vuelta, porque beben de esta concepción deportiva, competitiva o maniquea de la democracia, que permite que una de las opciones sea hegemónica e imponga sus criterios (aunque es cierto que a menudo hay todo un sistema de contrapesos que atenúan el efecto). 
Dicho esto, aunque en principio que haya pactos no me parece mal, sí que me lo parece cuando el motivo de pactar es arrinconar determinadas opciones (salvo que las circunstancias así lo aconsejen) e impedir que aporten su granito de arena de forma sistemática. Y más si son la fuerza más votada, que en teoría debería dirigir el debate, proponer sus medidas y facilitar consensos. Eso, claro está, cuando no se tiene esta concepción deportiva de la política (hay ideologías que tienen un componente competitivo muy marcado) y acaban abusando de su fuerza y pasando el rodillo. 

miércoles, 17 de junio de 2015

Tautologías de campaña

En la reciente campaña electoral de las municipales y autonómicas, cierta candidata a cierta alcaldía dijo que iba a estar permitido todo lo que no estuviera prohibido. Nos gusta pensar que lo dijo en serio, aunque podría ser un chiste mal entendido. Gracias a lo tautológico de la afirmación, resulta válida para cualquier sitio del mundo, incluída Corea del Norte. La cuestión es, ¿qué va a estar prohibido y qué permitido? Y eso no nos lo dicen con tanta alegría y desfachatez. Porque luego puede resultar discutible lo que te prohíban, o las trabas que pongan a modo de barreras que te indiquen el camino que has de seguir. Entonces, si te quejas, te espetan que "si no has hecho nada, no tienes nada que temer" (lo he oído en algunas tertulias televisivas de esas que están ahora de moda). Otra vez igual que en Corea del Norte. O China, que parece el modelo al cual nos están dirigiendo. 

martes, 16 de junio de 2015

El torero que hay en mí

Dentro de mi hay un torero. No por el valor que se le supone, sino por la inconstancia. Por ese proverbial retirarse y volver que tanto practican los toreros. Ahora toca volver y dejarse crecer la coleta, después de muchos meses de silencio. El caso es que en estos meses han pasado cosas (a nivel personal y no personal), y hay opiniones que merecen ser plasmadas en algún lugar, para que no se pierdan, poderlas revisitar en el futuro y sorprenderme de lo que pensaba. Eso y que me apetece un poco de marcha, a raíz de las descalificaciones que una animalista nos dedicó a servidor y al amigo Horrach en una vieja entrada, a la que dedico esta y su foto, que a buen seguro apreciará.