jueves, 31 de mayo de 2012

Dando fe

Una reacción habitual cuando la gente se entera de mi trabajo (cuidar niños enfermos, demasiado enfermos), es la de decirme, con un cierto tono tremendista y patético que ellos no serían capaces de hacerlo. Supongo que todos tenemos alguna labor que no podríamos realizar de ninguna manera, trabajos que atraviesan nuestras defensas y nos amenazan en ciertos núcleos. La mía son las notarías. No soportaría el ser notario. 

Ya ven, no tengo problema ninguno en pinchar criaturas recién nacidas (con toda la profesionalidad de que soy capaz, evidentemente, sin sadismos), en acompañar a niños moribundos y sus familias, o bregar con enfermedades terribles y grotescas. Tengo el callo hecho por ese lado. Sin embargo, me siento incapaz de dar fe. De nada.

3 comentarios:

PENSADORA dijo...

¡No me extraña! teniendo en cuenta su excepticismo casi casi patológico.

Lo mío también iría por un derrotero parecido, no podría ser abogada. No podría defender cosas en las que no creo y viceversa.

En fin.

El Pez Martillo dijo...

Me ha gustado eso de "escepticismo casi casi patológico"!!!!

PENSADORA dijo...

JEJEJE!