lunes, 30 de abril de 2012

Labrando el destino

A veces se hace plausible la creencia en el destino. Todo conspira en una dirección, los aderezos precisos se presentan al unísono. De algún modo todo está ahí. Pero no es tan fácil. A lo sumo, nos encontramos con los mimbres, pero no con el cesto. Eso es labor nuestra. Y saber verlo, también. A veces es más evidente, otras no tanto. Es cuestión de entrenamiento y costumbre el saber ver las oportunidades que se abren a nuestro paso, las posibles vías de ascenso en las rampas de la vida. De entrenamiento y de atención. Porque sí, a veces parece que existe un destino, pero para que un campo dé buenos frutos hay que trabajarlo.

domingo, 29 de abril de 2012

Alturas inspiradoras de Formentera

Parece que esta enorme canción:



Está directamente inspirada en los acantilados de la Mola de Formentera:


El vértigo de las alturas sin ninguna protección, la inmensidad del mar y del cielo le dan al lugar una sensación de límite, de punto a partir del cual sólo queda saltar y despegar el vuelo hacia lo desconocido. Es un non plus ultra (de hecho Julio Verne también se inspiró en ese mismo lugar para escribir su novela El faro del fin del mundo)

lunes, 9 de abril de 2012

Dando el salto

Y llega el día (días) en que has de tomar una decisión importante. De esas que marcan tu vida. No sólo en el aspecto de delimitar un antes y un después, sino que van a influir y encadenar todo el después. La magnitud de estas decisiones te llevan a un despliegue de cálculo y raciocinio: ventajas y desventajas, consecuencias... Todo ello te conduce a tomar una decisión, sí. Pero al final, ante el vértigo, sólo cabe hacerse fuertes y dar el salto. 

Por muchas vueltas que se le dé a las cosas, al final hay que dar el salto, el pequeño impulso irracional del "va, me lanzo", a sabiendas de que la red de razones que uno se ha puesto debajo puede ser muy frágil y no sostener nuestra caída.

lunes, 2 de abril de 2012

Superstición hospitalaria

Trabajo en un área altamente tecnificada. Tal vez en una de las que más en la medicina moderna. De algún modo, los que allí trabajamos tenemos acceso a aparatos y técnicas muy punteras (aunque por estar en provincias, algo menos que en otros lugares, es cierto). Ello obliga a que adquiramos conocimientos y destrezas de alto contenido científico. Sin embargo, siempre se acaba colando lo no científico como método casi terapéutico. Y no me refiero a terapias alternativas de escasa fiabilidad, sino a la adopción de supersticiones con las que creemos reportar un beneficio al paciente. 

Me explico. Muy a menudo te ves venir la evolución de algunos. Te dices, "este va a acabar con el aparato x", o "temo que se acabe parando". Por ello, nos adelantamos y preparamos lo que esperamos que no lleguemos a utilizar. Así, cargamos adrenalina en el box del que amenaza parada, o preparamos la máquina de hemofiltración previendo que en breve lo necesitará, pero con la esperanza de que, y así lo reconocemos (cuántas veces no habré oído eso de "prepara x, que si lo tenemos preparado, no hará falta usarlo") al adelantarnos, conjuramos en buena medida el desenlace que tememos. Es una superstición, pero parece que funciona. Claro que no hay forma de saber, una vez lo hemos hecho, qué es lo que habría ocurrido de no hacerlo. 

La cuestión es que, por muy científicos y basados en la evidencia que nos creamos, al final la superstición o lo acientífico se cuela de algún modo. No es que tengamos que dejarnos llevar por ello, por supuesto, ni que haya que desplazar lo evidente por vagas intuiciones. Sólo reconocer que a veces el 2+2 necesita algo de calor.