miércoles, 28 de septiembre de 2011

Mis periódicas ansiedades

Aunque reconozco que el inicio del otoño es mi época favorita del año, por lo que tiene de crepuscular y melancólico, no es menos cierto que a menudo, en mi caso, viene acompañado de cambios orgánicos. Desajustes que rompen el precario equilibrio sobre el que, mal que bien, voy avanzando. Mis ansiedades se acentúan y buscan excusas para alimentarse y manifestarse. Un mareo, un insomnio, y ya estamos metidos en círculos viciosos de los que cuesta algunos meses salir.

La cosa empezó cuando tenía 14 años, y desde entonces ya han sido varias oleadas. No vienen con una periodicidad exacta, pero no pasan más de 5-6 años sin que pase unos meses de angustias que se manifiestan en lo orgánico, sin que en apariencia haya una causa clara. Te acabas acostumbrando, y sabes que tarde o temprano pasará algo que te desequilibrará. Lo relativizas, porque sabes que se trata de una cara nueva de lo mismo, lo cual te sirve para tranquilizarte un poco, pero no lo suficiente. 

Es como un volcán, que de tanto en tanto entra en erupción, aunque es difícil saber cuándo, y hasta que no es inminente, no se puede afirmar. Ni evitar. O al menos no he dado aún con la forma de evitarlo y aplacarlo de verdad. Sospecho que no faltarán en los años venideros oportunidades para el ensayo-error.

lunes, 26 de septiembre de 2011

De mercados y mercaderes

Creo que hemos llegado a un punto en el que el mercado no nos deja ver a los mercaderes. Se habla del mercado como una entidad autónoma, como si tuviera voluntad propia y una racionalidad. Pero al fin y al cabo, el mercado surge de la actividad de los mercaderes. En teoría, persiguen el beneficio y de la suma de esos intereses surge la actividad mercantil, que se mueve espontáneamente. Pero habría qué ver qué beneficios se persiguen (a medio, corto, o largo plazo, o si son puramente económicos o influyen otras variables que sumadas a lo económico son muy apetecibles). Porque se podría pensar que en lugar de simplemente invertir y recoger beneficios (que es lo que, inocente y acríticamente algunos quieren creer), no se persiga provocar reacciones y alterar situaciones.

El mercado está compuesto de agentes humanos, y los humanos tenemos muy diversos intereses. Al menos de forma espontánea. Pero si nos ponemos de acuerdo en algo (más allá de satisfacer nuestros intereses propios, poniendo algún objetivo que los trascienda) y tenemos al alcance una herramienta de poder, podemos llegar a ser muy peligrosos. Y máxime cuando a ese poder no se le opone ningún otro poder. Entonces arrasamos.

Pues eso, que los mercados no nos dejan ver los mercaderes.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Memoria y olvido

Tan importante como la memoria es el olvido. Los problemas llegan cuando se recuerda demasiado, se olvida demasiado, o cuando no se escoge con tino lo memorable y lo olvidable. Puede que para mantener ese equilibrio entre memoria y olvido, haga falta controlarlo un poco. Aunque el hecho de que en buena medida sea un proceso inconsciente sugiere más bien que de lo que se trata es de preservar esa "espontaneidad", de dejarle hacer, con la esperanza de que gestione bien los recuerdos. 

Eso funciona en el plano individual. Otro cantar es el colectivo, obsesionado a veces por recuperar sucesos históricos o por olvidarlos. Ahí el proceso no parece tan espontáneo. Ni siquiera parece controlable sin apelar a imposiciones de unos grupos sobre otros. El equilibrio es más difícil, más patológico. Y más en una época en la que todo queda registrado, en la que la información es más un tsunami que amenaza con arrastrarnos que algo útil.

martes, 13 de septiembre de 2011

Desconocido

Llega un punto en que echas la vista atrás, y ya no te reconoces en aquel que eras. Ni en los gustos ni en muchos rasgos. Sientes una fractura, que aquel y tú no sois la misma persona, y si lo sois es por algunas continuidades cada vez más tenues. Entonces te preguntas cómo has podido llegar hasta el ahora. O cómo es que pudiste haber sido de aquella manera en cierta ocasión. Y al fondo, la intuición que de alguna vez revisarás con idéntica extrañeza ese momento de sentirte un desconocido.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Vuelta al cole

Cuando llegan estas fechas, los medios se convierten en una suerte de libro de autoayuda. Consejos para evitar el síndrome postvacacional, consejos para que a los niños no les siente mal la vuelta al cole, recordatorios varios (que si hay más depresiones y más divorcios tras las vacaciones...). Todo muy paternalista, muy en la dirección de evitarnos "traumas", como si poniendo en marcha una serie de medidas, no fuéramos a caer en esas depresiones. Pero uno tiende a creer que, cuando se dan, se trata de un síntoma de algo más profundo, de que algo no va bien en la rutina rota por el período vacacional, y por eso cuesta volver (más allá de la normal pereza/cansancio de los primeros días de madrugón y de jornada laboral/escolar). 

Sea como fuere, este tipo de cosas son esas que echas por la puerta y se cuelan de nuevo por la ventana, así que habría que ver qué nuevos traumas estamos conjurando al exorcizar los viejos. El tiempo (y los medios) nos lo dirá.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Las guerras de nuestros padres

Es algo muy común el pensar que se debe un respeto y un reconocimiento a los antepasados. Muchos pueblos han tenido esto como uno de sus principios más sólidos. nosotros en buena medida también. 

Casi de modo automático, tendemos a considerar el hecho de vivir como algo extraño, como una anomalía de incierto origen que nos mantiene ocupados y fascinados. Por eso, los que vivieron antes que nosotros tienen un cierto carácter pionero. Transitaron el tortuoso camino primero. Y nos ofrecieron algunas soluciones. Ellos tiraron las líneas que ahora nos sirven para orientarnos. No es moco de pavo, y por eso merecen todos los reconocimientos y homenajes. 

Pero también cometieron errores. E injusticias. Y pasaron cosas que nos gustaría que no hubieran pasado. Puede que esté en nuestra mano reparar algunas de ellas (aunque nunca sería lo mismo). Otras no. La cuestión es si vale la pena estar peleando las guerras que ellos no pudieron, no supieron, o no quisieron ganar. Y ello sin perder ni un ápice de respeto. Simplemente, ellos hicieron sus luchas, las que creyeron que debían emprender y las que la historia les ofreció. Nosotros hemos de hacer las nuestras. Es posible que coincidan, que estemos en tesituras parecidas (aunque nunca son lo mismo), pero que tengamos que enrolarnos en batallas por el sólo hecho de que nuestros antepasados las libraron es, cuando menos, muy discutible.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Recortando precios

Con las rebajas y el tan de moda ahora low-cost, siempre tengo la misma sensación: que si podían vendernos las cosas a tan bajo precio, han estado abusando de nosotros mientras las consumíamos más caras. O eso, o ahora, para poder bajar precios, nos están escamoteando algo. Ninguna de las dos sensaciones es tranquilizadora.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Dionysos. Thank you Satan

Tremenda versión de Léo Ferré


Estrategias comerciales

Crea un producto. Da igual si es un truño. Lo importante es arroparlo con buena publicidad, masiva, avasalladora, que parezca que vendes la panacea. Que la gente sienta el impulso y la necesidad de comprarlo, y que lo compre compulsivamente. Con rapidez, si puede ser vender millones de unidades el primer día, mejor. Cuanto más y en menos tiempo, es lo ideal. Antes de que corra la voz de que lo que les vendes no vale nada, pero que ya hayan gastado su dinero.