martes, 9 de agosto de 2011

Promoción turística

Viene mucha gente, de vacaciones. Se lo pasan bien. Para ello, se fomenta cierta permisividad, hagamos que la gente nos vea como un destino de fiesta. Los tiempos pasan y la idea de diversión pasa de unos cantes y bailes regados con algo de alcohol a borracheras monumentales que nunca son suficientes, acompañadas de otras sustancias. A partir de ahí, el desmadre total: peleas, suciedad, ruido, violaciones... La policía estaría desbordada si hiciera algo más que lo cosmético. No podemos romper la imagen de un destino para la fiesta con redadas, eso iría contra el negocio. Faltaría más, que vivimos del turismo, y hay que llenar hoteles de modo zapateril (sea como sea y cueste lo que cueste). 

Pero hete aquí que la cosa, salida de madre desde hace mucho, llama la atención de los medios nacionales y extranjeros, que dedican reportajes al despiporre (de modo sensacionalista, puede ser, pero no enseñan nada que no pase). Y entonces, los que manejan el negocio turístico se rasgan las vestiduras y acusan a los medios de intentar perjudicarles (la vieja tradición de matar al mensajero). Pero uno sospecha que, en vista del percal, no sería de extrañar que, lejos de perjudicar, los reportajes sirvan de reclamo para mucha gente.


Y así nos va...

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