miércoles, 8 de junio de 2011

Mis desasosiegos estivales

Siempre he dicho que el verano me parece una estación triste, y que por eso la gente se lanza al desenfreno ciego del que huye y pretende caer en su contrario: la alegría tontuna.

Es, como casi todo, una apreciación subjetiva. Porque puede que a ellos les guste de verdad y se diviertan en serio (que no se autoconvenzan, quiero decir, y que en realidad no huyan de nada). Pero el caso es que yo vivo el verano como una época de tránsito, un purgatorio entre inviernos. La razón puede que tenga que ver con esos años púberes en los que uno se daba cuenta, en los meses estivales, de que echaba demasiado de menos a alguna compañera (que nunca conocería esos sentimientos por mi parte). O también en aquel verano, no muy alejado de la pubertad, que mi mejor amigo (y ya sabemos la fuerza de la amistad a esas edades), enfermo de cáncer, pasó en el hospital de operación en operación, y durante el cual yo iba a visitarlo con frecuencia. Él murió en el invierno siguiente, pero mi recuerdo sobre su enfermedad me lleva siempre a aquel verano.

Por supuesto, tengo muy buenos recuerdos asociados al estío, pero, por mi talante melancólico o por cualquier otra razón que se me escapa, pesan más los desasosiegos estivales. Más que los invernales, que también lo ha habido, por supuesto. Pero el frío, ya se sabe, encoge las cosas, mientras que el calor las dilata.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Como asidua al blog,veo que esta entrada es casi un clasico en usted y me surgen varias preguntas.¿Que pasa con las estaciones intermedias?¿La exultante primavera y el espectacular colorido otoñal,no existen para usted?¿por que se centra en los extremos cuando hay alternativas mas llevaderas y hermosas?.
Machado definia la melancolia como "la alegria de estar triste".No me diga que no es impresionantemente bonito.Saludos.Rosa

El Pez Martillo dijo...

Muy buenos días, Rosa.

Sí, reconozco que lo de la tristeza del verano es uno de mis temas recurrentes, más por tocar las pelotas que por otra cosa. De todos modos, intento darle algún giro o verle alguna nueva perspectiva al asunto.

Las estaciones intermedias son eso, intermedias, tierra de nadie. Claro que tienen sus cosas, pero ahora no tocaba. Creo que he hablado en otras entradas de ellas (no lo recuerdo bien, pero con lo que me gusta el otoño, es raro que no haya escrito nada sobre él).

Saludos.

Anónimo dijo...

Curioso. A mí me pasa igual: huyo del verano como de la peste. Aunque quizá mi época preferida es el otoño, por aquello de la belleza melancólica, y tal.
Pero si tengo que elegir entre frío o calor, no lo dudo: el calor me aplana. No lo soporto. Ni la dejadez colectiva, ni el hastío. El frío, entre otras cosas, nos mantiene despiertos, activos.

Johannes A. von Horrach dijo...

Disculpe si me entrometo donde no toca, pero me parece que la desgracia de su amigo tiene que ver con cierto trauma al que usted se ha referido en ocasiones.

El Pez Martillo dijo...

Sí, ¿no le he hablado nunca de él? Es cierto que es algo que no me gusta mucho traer a primera línea, pero algunas cosas sí que digo a veces.

Johannes A. von Horrach dijo...

No directamente, por eso lo decía.