martes, 28 de junio de 2011

From the cradle to the grave

No dejaría de tener su poética y su belleza que Grecia, que viene a ser como la cuna de Europa, acabe siendo su tumba. En estos tiempos tan dominados por lo estético, casi es lo deseable. Sería un buen colofón para la tragedia europea.

Sólo cabe esperar un Deus ex machina.

viernes, 24 de junio de 2011

¿Se avecinan tormentas?

Quiero pensar que es casualidad, una racha tonta, pero veo a mi alrededor demasiada crispación. Gentes que rompen en aspavientos por nimiedades. Colegas que toman las cosas por la interpretación más insidiosa y luego no la cuestionan si intentas hacerles ver que las cosas no son como piensan (por aquello del piensa mal y acertarás). Individuos que cometen infracciones de tráfico y luego agreden al que les ha dado un bocinazo por casi haberse estrellado contra ellos (he visto unas cuatro escenas de este tipo en menos de una semana, alguna vivida en primera persona).

Será por la crisis o por el calor (que, de todos modos, aunque se nota, todavía no aprieta demasiado), o porque la presión de la olla social va aumentando y poco a poco van saltando chispazos. Solo espero que no se cumpla aquello de que "antes de llover chispea", y que ande equivocado en mis barruntos de que esto son, de algún modo, los pródromos de una tormenta que, más pronto que tarde, nos calará.

martes, 21 de junio de 2011

Anorexia gubernamental

Entiendo la lógica que hay detrás de lo que mueve a recortar cargos (la supuesta crisis y la falta de dinero), pero qué quieren que les diga, ver gobiernos con tan pocos miembros da una sensación extraña, como de que todo está en manos de unos pocos, que una de dos, o son unos genios inauditos capaces de tener en mente a toda la sociedad (lo cual, por pura probabilidad, es difícil), o van a desatender muchas cosas. 

Comprendo que la multiplicación de altos cargos y asesores se presta a la corruptela, el nepotismo y la poltrona, como bien hemos comprobado. Pero al menos daba una sensación de "demos". Que se ha hecho insostenible, vale. 
Todo cuadra, se explica y parece necesario. Pero tampoco implica necesariamente que se amplíe la eficiencia (parece raro que se vaya a hacer lo mismo con menos, y si es así, nos han timado, siendo lo más plausible que haya un poco de todo), y la imagen mental de consejos de gobierno que caben en una mesa de bar tiene un punto siniestro. Y viendo la situación, da la sensación de entramos en una pendiente anoréxica en la que nunca veremos gobiernos lo suficientemente delgados.

Que no digo que no haya que hacerlo, pero habrá que estar alerta.

sábado, 18 de junio de 2011

Consejos al vuelo

Ayer, en uno de mis paseos, asistí a una curiosa escena. Una pareja con cochecito y bebé, estaba parada en medio de una calle peatonal. Estaban colocando a la criatura y hablando. Yo pasé, sin prestar demasiada atención. Pero el que sí que prestó atención fue el sujeto que venía detrás de mí, que le espetó a ella un "déjate de complejos y verás como serás más feliz". 

No pude evitar oírlo, y entonces el tipo en cuestión me adelantó. Había acelerado el paso, iba inflado, irradiaba seguridad. Era joven, con un estilo hipioso-modernillo. En esos momentos se creía el rey del mundo. Y no era en vano, ya que acababa de regalarle la clave del mundo a una viandante. 

No me gustan los desconocidos que irrumpen en conversaciones ajenas. Y menos para dar consejos a frases sueltas cazadas al vuelo, sin conocer el contexto en que fueron dichas (¡¡ah, los contextos!!). Pero el soltó su perla, y sospecho que más que una ayuda, era un acto de autoafirmación. Un decirse, "¡Qué estupendo soy!".

Porque al final tengo la sospecha de que los sabios de verdad no van por ahí enseñando su sabiduría, que llegar a cualquier conocimiento exige un proceso, un camino que hay que recorrer y que forma parte de la sabiduría misma. No hay teletransporte. Así que ir dando consejos para la felicidad (nada menos), salvo que sean de carácter simple y práctico, resulta algo más bien gratuito e inútil. Inútil, claro está, para el hecho mismo de aconsejar, porque a aquel chico le vino muy bien para subir un poco de ego. Lo cual era una muestra de que en realidad, no sabía de lo que hablaba.

jueves, 16 de junio de 2011

Tiempos rumiantes

Nuestro tiempo posee una voracidad ciega por lo nuevo. Abre los brazos a la pequeña variación, al minúsculo detalle que hace que algo sea distinto a todo lo anterior. Lo hace de forma compulsiva. No ha terminado de saborear algo, cuando lo deja de lado para lanzarse a la siguiente gran novedad, como el niño malcriado que rápido se cansa de jugar con los juguetes que le regalan. 

Sin embargo, contradictoriamente, muchas novedades no son más que refritos de cosas antiguas. Salvo en lo puramente tecnológico y científico (donde sí se puede hablar de algo así como de cosas inéditas), todo parece que está en una segunda (o tercera) venida. Es un fenómeno relativamente reciente, y apunta a un cierto agotamiento, a que en muchas cosas, de momento, la cosa no da mucho más de sí, aunque lo disfracemos con las cortinas de humo de "la última gran pequeña variante". Vivimos de prestado, tenemos un ímpetu más bien inercial, que intentamos impulsar con mínimos golpes que no sirven de mucho. 

En realidad, nadie nos obliga a tener que innovar, y el mero repetir no tiene nada de malo. Es más, resulta necesario partir de lo ya hecho. Pero integrándolo, convirtiéndolo en algo propio, metabolizándolo y convirtiéndolo en músculo que nos propulse. De lo contrario nos quedamos en meros rumiantes que mastican una y otra vez los mismos fenómenos. 

Cabe esperar que todo sea una especie de volver atrás para tomar impulso. Pero la cosa no inspira demasiadas esperanzas.

miércoles, 15 de junio de 2011

¿Santos al poder?

En las organizaciones en las que se juegue con alguna clase de poder, cabe pensar que no es conveniente ser buena gente. Me explico: por muy respetuoso que se quiera ser con todos los valores supremos que en nuestras sociedades tenemos, siempre va a haber alguien que, con malas artes, va a lograr escalar posiciones. El que hace trampas tienen más posibilidades de ganar. Siempre y cuando no se le pille. Pero aún así, cabe pensar que los que tendrían que castigarle, hayan llegado a sus posiciones también de forma poco elegante y sean proclives a hacer la vista gorda (es más, que incluso premien a los tramposos).
 
Así pues, no parece descabellado desconfiar de los altos cargos (de cualquier índole), más por ir luego hablando de valores que por lo que hayan hecho, ya que parece un hecho inevitable que sea así. Pero claro, si sospechamos los mecanismos que hay detrás, ya no hay engaño, sólo pretensión de engaño, y nuestras posibles iras deberían ir encaminadas no tanto a hacer que sigan jugando a la honradez como a que simplemente, no actúen. Al menos eso es lo que cierta madurez social debería solicitar de ellos. Sin embargo, pedimos santos en el poder (algo que podría ocurrir, pero sólo de forma excepcional), cuando la única posibilidad de que así sea es que lo sean una vez hayan llegado arriba, que la máscara la usen para ascender y una vez en lo alto se la quiten. Y aún así, tendrían que defenderse del asedio de otros aspirantes menos santos con sus propias armas...

martes, 14 de junio de 2011

Numerologías y orden

Nos fascinan los números redondos. A pesar de que en realidad no son distintos a cualquier otro número (sólo una variación en la cantidad, igual a la de cualquier otro), tendemos a agrupar las cosas según ciertos "manojos": décadas, siglos, lustros, docenas... Y preferimos las unidades completas. O a lo sumo, con subdivisiones que tienen cierto aire de completitud (medios, cuartos...).

¿A qué viene esto? Puede que por una necesidad de orden, de otorgar unos "cajones" en los que agrupar las cosas, con sus etiquetas, sus subcajones y supracajones. Bien. Pero si sentimos esa necesidad, ¿no será porque partimos de un desorden que hemos de ordenar? ¿De un, digámoslo así, caos primordial, en el que nos movemos y sobre el que hemos de establecer ciertos miliarios con los que orientarnos si queremos "vivir"? Y de ser así, ¿de dónde parte el primer impulso hacia dicho orden?¿Porqué en lugar de abandonarnos al caos, hemos escogido la infirme senda del orden?

lunes, 13 de junio de 2011

Desconvencido

Desearía poder adherirme a algo, a alguien. Decir: "lo apoyo" o "estoy de acuerdo". Si tomo las cosas en general, puede que a veces ocurra, pero en seguida, al entrar en el detalle, empiezo a desconvencerme. Todo tiene alguna pega. Algunos días quiero creer que se trata de perspicacia y fuerte personalidad. Pero claro, no puedo mantener mucho tiempo esa idea, ya que le veo numerosos puntos débiles. 

Y así vamos, en un continuo sube y baja. Desearía adherirme a algo, tener convicciones firmes. Pero no sé si la firmeza ayudaría en algo.

viernes, 10 de junio de 2011

El hombre y la barra

Siguiendo con las masas y la observación, algo que me divierte mucho es "estudiar" el comportamiento de la gente en los pubes y bares de copas (diría también discotecas, pero a esos sitios apenas voy), especialmente el referente al cortejo. Lo contemplo desde un punto de vista puramente animal, como si de uno de esos documentales de sobremesa se tratara. Quien haya estado conmigo "de marcha", me habrá oído hablar y teorizar sobre las estrategias de los machos y las hembras circundantes. Me monto auténticos seriales y tengo ya un máster. Incluso, si llevo el puntito, me lanzo a narrar lo que estoy viendo cual Félix Rodríguez de la Fuente. 

Puede que me equivoque en mis observaciones y teorizaciones (seguro), pero oigan, al menos me entretiene y es divertido (y eso, cuando llevas tres veces escuchada la misma canción, se agradece).

jueves, 9 de junio de 2011

La sublime masa

Edmund Burke definió en 1756 lo sublime como un estado de horror y atracción irracionales y simultáneos. Es lo que ocurre con el vértigo de las alturas, o ante algunos fenómenos naturales, que aunque el primer impulso te lleva a huir como alma que lleva el diablo, al mismo tiempo no puedes reprimir el quedarte ahí contemplando el espactáculo. 

Algo parecido ocurre con las masas humanas. Sean organizadas o no, las grandes aglomeraciones de gente tienen algo de terrible, animalesco, inhumano, insectil. Pero posiblemente por eso mismo, por lo que de disolución tienen, poseen un poder magnético e impulsan, si no a unirte, a la contemplación. 

En especial me gustaría referirme a una de estas masas, la que se arremolina en los túneles de los metros. Gente acelerada, cargada con maletines y bolsas, corriendo por los pasillos que unen las distintas líneas, que empujan en las escaleras mecánicas. Cada uno de ellos tienen un objetivo, pero en conjunto conforman una marea móvil, una corriente a veces insalvable, que te empuja a correr como ellos, aunque no tengas una prisa especial. Y a veces te acomete el impulso de quedarte ahí, a un lado, mirando al personal en sus idas y venidas, terrible y atractivo al mismo tiempo. Sublime.

miércoles, 8 de junio de 2011

Mis desasosiegos estivales

Siempre he dicho que el verano me parece una estación triste, y que por eso la gente se lanza al desenfreno ciego del que huye y pretende caer en su contrario: la alegría tontuna.

Es, como casi todo, una apreciación subjetiva. Porque puede que a ellos les guste de verdad y se diviertan en serio (que no se autoconvenzan, quiero decir, y que en realidad no huyan de nada). Pero el caso es que yo vivo el verano como una época de tránsito, un purgatorio entre inviernos. La razón puede que tenga que ver con esos años púberes en los que uno se daba cuenta, en los meses estivales, de que echaba demasiado de menos a alguna compañera (que nunca conocería esos sentimientos por mi parte). O también en aquel verano, no muy alejado de la pubertad, que mi mejor amigo (y ya sabemos la fuerza de la amistad a esas edades), enfermo de cáncer, pasó en el hospital de operación en operación, y durante el cual yo iba a visitarlo con frecuencia. Él murió en el invierno siguiente, pero mi recuerdo sobre su enfermedad me lleva siempre a aquel verano.

Por supuesto, tengo muy buenos recuerdos asociados al estío, pero, por mi talante melancólico o por cualquier otra razón que se me escapa, pesan más los desasosiegos estivales. Más que los invernales, que también lo ha habido, por supuesto. Pero el frío, ya se sabe, encoge las cosas, mientras que el calor las dilata.

martes, 7 de junio de 2011

Desatando cabos

En ocasiones siento la necesidad de morder las cuerdas a las que creo me siento atado. Como un caballo salvaje, me revuelvo ante cualquier intento de doma, sólo pretendo estar obligado por aquello que he escogido.

Pero sucede que las cuerdas a menudo son cadenas de grandes y duros eslabones, y mis tirones y mordiscos lo único que logran es que tome conciencia de lo fuertes que son los lazos que me unen a las cosas (algunos autoescogidos, es verdad, pero hace tanto tiempo, que por momentos se viven como una carga). Para bien y para mal.

viernes, 3 de junio de 2011

Persistencia de la campaña

A falta de inspiración, blog denuncia.

Cuando empieza la campaña electoral, de un día para otro nuestras calles aparecen sembradas de carteles y posters con las caras y siglas de los candidatos. Todo sea por ganar votos, no me parece mal. Lo que ya no me gusta tanto es que pasen las elecciones y todavía tengamos que verlos pidiendo el voto durante semanas o meses. En algunos casos es un recochineo obsceno (en otros, lo es incluso en campaña).

Pero bueno, debo decir que este año, entre que parece que la crisis les ha obligado a rebajar su presencia, y que la última semana de campaña la he pasado en el extranjero, personalmente la he soportado muy bien. Casi que tengo ganas de que vuelva a haber elecciones...

miércoles, 1 de junio de 2011

Elocuentes silencios

Me entero por las redes sociales de que una multitud de griegos han mantenido a sus diputados encerrados en el parlamento, en un paso más dentro de la movida cada vez más generalizada en la que andamos metidos. Acto seguido, voy a informarme a ver qué pasa. Pero no encuentro nada en los principales medios informativos nacionales (El País, El Mundo, etc.). Ni en los internacionales (BBC, CNN). Sólo resañas en medios afines a los protestantes y sus causas. Extraño. Busco más a fondo, no fuera a ser que se trate sólo una mentira interesada. Pero parece que sí, que ha ocurrido y que nadie se ha hecho eco (lo cual ha generado estupor en foros y redes sociales).

Independientemente de que se esté de acuerdo o no con las protestas y sus modos, resulta curioso que nadie se haga eco de un hecho así, maxime cuando nos han retransmitido en directo lo sucedido en Egipto y otros lugares (con intermitencias, es verdad). Al final resultará que sí, que la prensa es el cuarto poder, y que al igual que ocurre con los otros tres, está cada vez más mezclado con ellos.