martes, 19 de octubre de 2010

Con todo el dolor de mi corazón

Con estas palabras anunció el presidente autonómico la traición de una de sus promesas electorales (una que le valió muchos votos, dicho sea de paso). Les pongo en antecedentes. La pasada legislatura, gobernada por el partido rival, se puso en marcha la construcción del nuevo hospital, no sin polémicas y conflictos: que si la ubicación, que si las formas, que si tal y cual. Al final se escogió la opción más controveertida y que contaba con la oposición de los vecinos y de mucha gente (intuyo que, en muchos casos, sólo era una pose para tocar las pelotas a determinada opción política). Para colmo, y como no podía ser de otra forma, la recalificación de terrenos y concesión de las obras levantaron sospechas. Las obras empezaron a todo correr en las postrimerías de la legislatura, para poder presentarlas como aval electoral. 

Y aquí empieza el culebrón. Los resultados de las elecciones permitieron a todos los otros partidos unirse en pacto para desplazar a los de antes, con lo que hubo un cambio de signo en el gobierno autonómico. La cuestión es que los nuevos se habían opuesto enérgicamente a que el nuevo hospital estuviera donde está, y prometieron que, de ganar, iban a echarlo todo atrás y repensar la cosa. Pero hete aquí que los obreros habían avanzado lo suficiente y resultó que no se pudo dar marcha atrás. Y el nuevo gobierno tuvo que empezar su legislatura traicionando (con todo el dolor de su corazón, eso sí) una de las promesas que más había cacareado en la campaña. 

Bien, han pasado los cuatro años, y ahora, a medio año de las elecciones, llega el tiempo de inaugurar. Y de ponerse medallas. Con todo el dolor de su corazón. Pero se las ponen. E inauguran, y se pasean, y van los ministros a visitar el nuevo hospital, y se llenan la boca de hermosas palabras y felicitaciones (eso sí, sin dejar de aludir al dolor cardíaco que todo eso les provoca). Y se hacen fotos, en las que se les ve muy doloridos: 


Y entonces, al contemplar la escena publicada en Ultima Hora, el que siente dolor es servidor. El dolor de la vergüenza ajena.

6 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Los chaqueteros me parecen la gente más obscena que se pasea, porque el menos incluso un nazi tiene principios (como decía el gordo de 'El gran Lebowski'). Pero el chaquetero hace una cosa cuando conviene y exactamente la contraria si se tercia. Y se queda tan ancho. Luego lloriquean un poquito ("las lágrimas socialdemócratas" de Santi González), para que se vea que ellos tienen alma, no como la puta derechona, que sólo va a lo suyo. Antich y ZP han resultado ser unos clones: mediocres, llorones y chaqueteros.

saludos

Jaume Julià dijo...

Sí, certament una incongruència del sociates...
Potser els hi costi ses eleccions, tampoc m'estranyaria. Si és així aviat podrem aparcar es cotxe a 3 metres de s'Arena, jugar al golf abans de dinar i passar els caps de setmana -Bé, que això de tenir dies fesstius avait serà utopia- a la nostra caseta d'algun polígon industrial/urbanització.
Au idò!!

PENSADORA dijo...

No me extraña tu vergüenza ajena, la verdad.

¡que tirria me dan!

El Pez Martillo dijo...

Horrach, en su descargo diremos que se encontraron con el embolao del hospital y se vieron entre la espada y la pared y no pudieron hacer otra cosa. Pero claro, al menos podrían haberlo previsto (desde luego, debían tener más información que los ciudadanos de a pie) y no haber prometido con tanta vehemencia (a lo mejor con un "intentaremos echarlo atrás" se hubieran cubierto las espaldas). El fallo no es tanto el haberse desdicho, sino el prometer lo que no podían cumplir a esas alturas (y me temo que ya podían saber que no lo podían cumplir).

Jaume, aquesta és sa desgràcia que tenim, tant a nivell autonòmic con nacional, que cada una de ses alternatives és pitjor que ses altres, i no es veu cap llum al final del túnel. És molt desencoratjador. Al menys mirem-ho per sa part bona: no tenim sa terrorífica òpera den Matas...

Pens, la vergüenza es más bien por ver el tono festivo de la gente de la foto (y también porque el señor "enfermo" se ha subido a la camilla con los zapatos puestos...), que parece que se están choteando del contribuyente. Entiendo que vayan a hacerse la foto, pero coño, un poco de seriedad y dignidad!!

Saludos a todos y gracias por los comentarios.

Johannes A. von Horrach dijo...

No, no tienen ninguna excusa, porque ellos sabían que si tras las elecciones se encontraban en posibilidad de formar gobierno el hospital ya era algo irreversible. Sabían eso, pero no les importó para montar su típico agit-prop, que es en lo único que el PSOE puede dar lecciones, son unos maestros. También es de nota que ahora saquen pecho para ponerse medallas sobre el asunto.

Es curioso, pero cuando gobierna la izquierda la sociedad civil se desmoviliza de una manera sonrojante. Fíjense en el nº de manifestantes (y la agresividad que mostraban) que se concitaban en las protestas anti-hospital durante el gobierno Matas, y las cuatro ratas de hace dos domingos. Siempre sucede lo mismo.

También tienen su parte los vecinos de La Real a los que molestaba que desde las ventanas de sus chaletazos se les ensuciaran los ojos con... ¡un hospital público! Por eso les han puesto la montañita dichosa, para limitar el 'impacto visual'. Joder, si se tratara de un puticlub, un Casino o un campo de golf, vale, pero, ¿un hospital público?

El Pez Martillo dijo...

Sí, es la excusa que ponen, pero no se sostiene mucho.

Y sí, la sediciente izquierda parece que tiene más barra libre (¿se imagina si la huelga general hubiera sido contra el PP?). Pero bueno, ya se sabe, manejamos las diversas varas de medir con maestría (no sólo nuestros dirigentes, sino en todos los ámbitos).

Y de la montaña (qué quiere que le diga, a mi me joroba la vista igual un edificio que una montaña artificial con arbolitos alineados), lo que hay ahí no es un puticlub, pero ya le adelanto que será una "casa de putes"...