miércoles, 7 de julio de 2010

El valor de la traición

Conviene, de tanto en tanto, traicionarse a uno mismo. Defender lo que nunca defenderíamos, ser incongruentes. Sólo así podemos seguir en la senda de cierta coherencia. Que las cosas las hagamos no por la mera inercia, sino por decisión libre.

4 comentarios:

PENSADORA dijo...

Mmmmm.... ¿autocontradecirse para luego regresar al punto de partida?... no sé...

Tal vez sí está bien ponerse en un punto de vista en el que nunca nos pondríamos durante alguna conversación más que nada por medirnos a nosotros mismos y nuestros poderes de persuasión, pero "traicionarse a uno mismo"... no me suena bien, no me suena sano.


No sé, hace mucho calor y estoy empanada...

Por cierto, ya tengo el billete ¡por fin vuelvo a mi isla! ¡que ganas tengo!

Saludines!

El Pez Martillo dijo...

Más que al punto de partida, se trata de volver al camino. Desde el momento en que se ha decidido eso de la "traición", ya no hay posibilidad de regresar al punto de partida.

¿Y para cuándo tiene usted ese billete? Le aviso que, al menos en estos días, está la cosa sofocante.

Salud!

PENSADORA dijo...

Llegaré el 26 de este mes y marcharé el 4 de agosto ¡hay tiempo de sobra para pasar calor!.

Aquí también está la cosa fatal, 37 graditos a la sombra ¡infierno!.

Salud!

El Pez Martillo dijo...

Pues sí, de sobra para pasar calor y muchas otras cosas. En fin, ya dirá usted cosas si le apetece, y páselo muy bien.