domingo, 21 de septiembre de 2008

Layla. Tres versiones

Los creadores se refieren a menudo a sus creaciones como si de hijos suyos se tratara. Podría ser una exageración, pero hay casos en los que las cuidan con un esmero especial. En el caso de la música, hay veces en los que las melodías se van modificando con el tiempo, macerando en las mentes y las manos de sus compositores, que se niegan a que queden enquistadas. Este es el caso de la Layla de Clapton, que a lo largo de los años ha tomado diversas formas, todas ellas interesantes (y, para mi gusto, de calidad creciente).

La canción lo merece, puesto que es una canción de amor desesperada. Resulta que Clapton se enamoró perdidamente de Patty Boyd, la esposa de su gran amigo George Harrison, musa entre las musas (además de Layla, le inspiró a su marido el Something, grandes canciones las dos). Convendrán todos en que enamorarse de la mujer de tu mejor amigo no es una situación fácil. Pues eso es lo que refleja la leyenda áraba acerca de Layla, una princesa a la que su familia casa con un hombre distinto al que la ama, dejando a éste en la desesperación de quererla y saber que no está al alcance.

Al saber de esta historia, Clapton se sintió identificado (la verdad es que le venía al pelo), y se puso manos a la obra. Esto es lo que le salió:




Una canción muy al gusto de los primeros 70, larga, densa, con cierta grandilocuencia. Y efectiva, porque Clapton acabó casándose con Patty Boyd (lo más llamativo, manteniendo la amistad con Harrison) matrimonio que perduró hasta finales de los 80. Lejos de dejar la canción de lado, Clapton la reelaboró, enlenteciéndola y dándole un aire retro muy interesante. Así la presentó en su aclamado Unplugged de 1992 (un álbum imprescindible), en lo que es, me atrevería a decir, la mejor versión (impresionante el solo, a pesar del desgaste de que todas las radiofórmulas la machaquen continuamente):



Finalmente, rizando el rizo, Clapton sorprende con esta otra versión, más jazzística, más atemperada aún (no dejan en Youtube colgarla, así que he de enlazarla)

En definitiva, un tema al que su autor no ha dejado de darle forma, de cambiarlo, de adaptarlo a cada momento, de hacer de ella un algo vivo y no enquistado. Se nota que le tiene cariño, que en ella dejó mucho de sí mismo.

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