martes, 24 de junio de 2008

El Bautista y la Piraña


Aprovechando la jornada en que nos encontramos, permitidme que haga un ejercicio de memoria histriónica, tan de moda en los últimos tiempos. Quiero hoy centrarme en la figura de San Juan Bautista, a la que la tradición cristiana ha consagrado el día de hoy, y en particular en las circunstancias que rodearon su muerte, en teoría de sobra conocidas.

Resulta que, allá por el año 30 de nuestra Era, Juan el Bautista se dedicaba a predicar y a bautizar en el Jordan a las gentes que le seguían. Por aquel entonces reinaba en Judea el tetrarca Herodes Antipas (hijo del Herodes de la matanza de los inocentes). Vivía éste con su mujer Herodías y la hija de ella, Salomé. Herodías era en realidad la esposa del hermano de él, arrebatada de su lado por Herodes en una maniobra poco elegante por parte de los dos, que se lanzaron a la vida licenciosa. Esto provocó el escándalo en Judea, pero nadie se atrevía a reprochárselo al rey. Nadie excepto el Bautista, que raudo fue al palacio a recordarle a Herodes que aquello de vivir con la cuñada no estaba permitido por las escrituras. Esta reprimenda no le hizo nada de gracia al tirano. Pero menos a Herodías, que desde aquel mismo momento se prometió que lo retiraría de la circulación e incitaba a su marido para que así lo hiciera. Herodes temía el poder que Juan tenía entre el pueblo, ya que tenía fama de santidad, e incluso él mismo sentía cierto respeto por su figura, así que sólo lo apresó y lo encarceló. Pero eso no bastó para la enfurecida Herodías, que quería que el profeta muriera.


El cumpleaños del rey estaba cerca, y se preparó una fiesta con toda clase de lujos. Allí, la joven hija de Herodías, Salomé, obseauió a todos con una danza que los dejó impresionados. Herodes, no menos estupefacto que los demás, hizo a la joven que le pidiera lo que quisiera que él se lo concedería como premio a sus movimientos. Salomé fue a consultar a su madre, consciente de que tenía carta blanca para pedir algo valioso. Y Herodías, vengativa, no se lo pensó dos veces, y le sugirió que pidiera la cabeza del Bautista, que en unos instantes estuvo en la sala del banquete sobre una bandeja de plata. Salomé la cogió y la llevó hasta Herodías. Y según algunos testimonios, triunfal, se ensañó con ella.

He aquí la historia. Cierta o no, es lo de menos. Se ueden extraer muchas reflexiones y moralejas. Que cada uno saque sus conclusiones. Yo tengo muy claras las mías.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tambien lo tengo claro. Tanto en esta historia como en otras (Pandora,Helena,Eva)siempre que un hombre mete la pata,hay cerca una mujer para cargarle el muerto.Pobre Salomé.
En el fóndo de estas historias a pesar de que su principal misión era mostrar a la mujer como la encarnación del mal,sugieren un valor superior en ellas que el del varón.Parece que solo ellas se atreven con grandes misiones y biblicas calamidades.
Las mujeres damos la vida para crear otras vidas.Insignificantes y envidiosos ante este poder femenino, el hombre no tiene otra opción que el descredito.
Pero no cuela...mientras ellos siguen montando guerras,nosotras seguimos pariendo.Malas,puede.Tontas,no.

El Pez Martillo dijo...

Hola anónima, gracias por comentar.

Pues mis conclusiones no iban por ahí. Por lo demás, demasiado tópico lo que dices, pero bueno, comentemos, comentemos.

En primer lugar, no veo dónde está la metedura de pata en esta historia. Herodes sólo tiene que cumplir su promesa, aunque en el fondo no le haga ninguna gracia tener que cumplirla. Helena no pinta nada en la historia de Troya, sólo es la chispa, pero ella, por sí misma, poco hace.

¿Valor? Yo diría más bien impulsividad e irracionalidad. En los ejemplos que citas, Eva simplemente se deja llevar por lo que le dice la serpiente. En la historia que nos ocupa, sencillamente, el deseo de venganza puede con todo. No confundamos la temeridad con el valor.

Con lo de la envidia, no lo tengo tan claro, porque es muy difícil envidiar aquello que nunca vamos a poder tener y que nunca hemos tenido. Puedo envidiar el coche del vecino, pero algo como parir, inconmensurable para nosotros, es difícil (por otro lado, y bajando un poco el nivel, te diré que he visto no pocos partos, y es algo bastante desagradable, además de que en esos momentos, las mujeres tendéis a renegar de todo). Pero bueno, puedo aceptar lo de la envidia, a cambio de decirte que, para intentar compensar, los hombres creamos otras cosas (no vida en sentido estricto, pero sí vitales) que en muchas ocasiones tienen más recorrido que los hijos que vosotras parís (los hijos de Nefertiti hace siglos que murieron, pero las pirámides siguen ahí).

En fin, debate tópico y complejo (aunque las opiniones imperantes lo hagan facilón).

Saludos.

Johannes A. von Horrach dijo...

Por si no lo sabe, caro amico, el maestro René Girard tiene una interpretación muy suculenta de esta capítulo de la historia. Se la cuento cuando me la relea, que ahora no la recuerdo bien, jejejej.

abrazos

Anónimo dijo...

Gracias por contestar señor pez.
No sabe lo que me alegraria de su desacuerdo si de verdad me hubiera entendido o si yo hubiera razonado mejor mi planteamiento...
Sin entrar en polemicas,sin acritud.Con cariño.
Solo intentaba en lineas generales,lo que es evidente lleva a confusion,evidenciar esa mania historica de la mujer como simbolo del mal.Los hechos en si no tienen tanta importancia,mas apocrifa que la biblia no creo que se halla escrito nada hasta la fecha,lo que cuenta es la moraleja .Salome es una mas de una larga serie. Igual me aleje de el tema...Mis mas sinceras disculpas.
Saludos.

El Pez Martillo dijo...

Horrach, me interesa esa interpretación de su Girard. Ya me la contará (si es frente a unas birritas, tanto mejor).

Anónima, acritud ninguna. A veces me expreso con contundencia, depende del día. Si en el fondo estamos de acuerdo, pero yo no analizo estas historias en términos de bien y mal, aunque es verdad que siempre se han querido destacar esas cuestiones. Pongámonso en otra perspectiva: en estas historias, lo que se pone en juego es el poder de la mujer (que hace que los hombres hagamos lo que queréis, lo bueno y lo malo). Herodes podría haberse negado, pero fue preso de sus palabras y de que le tenía más respeto a su mujer que al Bautista.

Y sobre la Biblia y otras muchas historias, creo que es lo de menos que sea verdadera o falsa (por cierto, esta hiostoria parece ser que es cierta, puesto que algunos historiadores romanos de la época la han relatado también). Tú lo dices, lo importante es la moraleja y las enseñanza que se pueda extraer de ella. Hay ficciones que contienen auténticas lecciones sobre la naturaleza humana (la Biblia contiene muchísimas, y de una grandeza inconmensurable).

Saludos a los dos.