lunes, 30 de junio de 2008

La cicatriz


Las cicatrices son heridas curadas, ya resueltas. Pero no dejan de ser huellas que muestran por donde brotó una vez la sangre y por las que se nos escapó algo de vida. También son puntos débiles, susceptibles de ser reabiertas, sobretodo cuando aún están frescas. Y aunque sean viejas, algunas noches frías todavía se resienten.

domingo, 29 de junio de 2008

(Re?)caídas

La noche debilita los corazones y el alcohol abre compuertas (casi) selladas. Si se combinan, puede haber estragos. Resulta que algunas veces, cualquier tontería, circunstancia, comentario o recuerdo hace que se entre en barrena, y cosas y gentes a las que hacía tiempo que no se les dedicaba ni un segundo, de pronto resucitan. Y para ello han de remover tierra y abrir fosas. Y puede ser que los cimientos queden tocados, amenazando ruina a todo el edificio (en realidad, nada nuevo). Los más inhóspitos desiertos pueden albergar grandes corrientes en sus subsuelos, que tarde o temprando acaban brotando. Los cauces secos son peligrosos, procuremos no elevar nada sobre ellos.

La otra noche afloró una vieja canción que hace tiempo que no recordaba, de la forma más tonta, y de la celebración pasé a la elegía. Dejemos que suene la música, que las palabras se me acaban:


Bunbury. Aunque no sea conmigo.

sábado, 28 de junio de 2008

Ni el Tato


Puestos a echar, también podríamos echar a los serios, a esos tipos que todo se lo toman a la tremenda y que cualquier tontería o mínima broma la analizan (o psicoanalizan), normalmente para pisotear a alguien. También a los listos, toda esa gente que sienta cátedra y que siempre ha de decir la última palabra, porque, sencillamente, la suya siempre es la verdadera. Y hay muchos y muchos más a los que con gusto daría una patada en el culo para expulsarlos extramuros.

Aunque, pensándolo bien, si siguiera con mis impulsos antisociales, no iba a quedar ni el Tato, así que mejor sigamos poniendo mi mejor cara y que el muro (mejor el foso) que me separe de ellos sea interior. Aunque sólo sea para protegerles de mi.

viernes, 27 de junio de 2008

Ostracismo


En vista de lo dicho sobre "los sensibles" unas entradas más abajo, se me ocurre sacar una conclusión poco original, que ya extrajo por otra vía cierto griego hace veinticinco siglos:
¡expulsemos a los poetas, cantautores y demás sensiblonerías de la polis!

jueves, 26 de junio de 2008

Rompimieto


Prosigamos. Ayer lo dejé con lo de las épocas "gruesas" y las "finas", por llamarlas de alguna manera. En todas domino el mismo pathos cluasurador de la realidad, pero en las primeras se lleva a cabo a la defensiva, mientras que en las segundas es al ataque. En éstas, la angustia de la indeterminación promueve el ir en busca de nuevos hechos, de nuevas construcciones que esxpliquen las cosas de forma pormenorizada. En las épocas gruesas sucede al contrario, se tiende a adoptar generalizaciones cada vez menos refinadas y más bastas (es decir, se ciegan al matiz y a todo lo que se salga de la generalización establecida). Estos dos extremos son teóricos, puesto que siempre se está en una posición mixta. Ahora bien, siempre escorada hacia uno de los dos lados. Y pienso que nuestro tiempo está bastante dominado por el grosor, por la angustia. Esto resulta paradójico, porque vivimos una época en la que tenemos datos de sobra acerca de la realidad y en la que las ciencias (en todos los niveles, no sólo los científicos) han alcanzado un desarrollo envidiable. Lo que ocurre es que la avalancha de información es tal que no ha habido más remedio que especializarse, perdiendo la persectiva global. Un físico puede ser toda una eminencia en mecánica cuántica, pero ser una nulidad en muchos otros aspectos tal vez más vitales y esenciales. Y no es que se tenga que saber todo de todo, pero sí tener una visión un poco más amplia. Vivimos tan metidos en nuestros microscopios que la vista se nos ha gastado y no alcanzamos a ver demasiado cuando alzamos la cabeza. Así, nos encontramos ante sabios necios. Además, adoptamos cosmovisiones demasiado burdas y generalizaciones gruesas que muy a menudo nos sirven de filtro a la hora de acercarnos a las realidades, deformando nuestra visión a priori.

Estamos en un mundo fácil, en el que todo nos es dado y en el que hay una solución rápida para casi todo, lo cual, en lugar de hacernos la vida mejor, nos ha atrofiado y nos ha puesto en la paradoja de, cuando más conocemos (en tanto que humanidad) sobre la realidad, mayor es la angustia y por lo tanto la tendencia a la huida. Pero también está el otro impulso, que es imparable, el de avanzar, el de proseguir en nuestros avances. Las dos fuerzas son muy potentes hoy en día. Y son en sentidos contrarios, con el riesgo que eso implica de ruptura.

miércoles, 25 de junio de 2008

Hombre rico, hombre pobre


En nuestro humano afán por tenerlo todo controlado y definido, podemos seguir varias estrategias, que se mueven ente dos extremos. En un lado está el acercamiento pormenorizado a la realidad, el intento de registrar y estudiar cada vez más hechos de realidad. Esto nos conduce a un desarrollo conceptual progresivo, en tanto que la minuciosidad nos descubre nuevas aristas de las cosas, y los mismos conceptos engendran nuevos conceptos para mejor clausurar aquello que vemos y experimentamos. No hace falta decir que esta estrategia, si bien parece más adecuada (puesto que, en apariencia, nos descubre mejor la realidad que se pretende abarcar) es notoriamente insatisfactoria, ya que nunca llegará a un cierre total de esa misma realidad que se pretende enclaustrar.

En el otro extremo nos encontramos con la estrategia maximalista. Aquí de lo que se trata es de cegarnos al detalle, buscando conceptualizaciones gruesas que abarquen el máximo de realidad. De este modo, con unas pocas ideas generales se puede (se pretende, en sentido estricto) cerrar el mundo. En un primer momento, esto es lo más ideal, en tanto que parece lograr mejor la clausura. Pero huelga decir que también es poco duradero y muy parcial, ya que tarde o temprano la realidad nos desbordará. A no ser que también iniciemos una progresión como la anterior pero en sentido contrario, donde cada vez un concepto más basto nos ayude a mejor manejarnos con esa realidad.

Hay épocas que se corresponden mejor con uno de los extremos, aunque hay que decir que siempre se está en una posición intermedia. Y parece que la nuestra, al menos en determinados niveles, está bastante cerca de la segunda opción.

martes, 24 de junio de 2008

El Bautista y la Piraña


Aprovechando la jornada en que nos encontramos, permitidme que haga un ejercicio de memoria histriónica, tan de moda en los últimos tiempos. Quiero hoy centrarme en la figura de San Juan Bautista, a la que la tradición cristiana ha consagrado el día de hoy, y en particular en las circunstancias que rodearon su muerte, en teoría de sobra conocidas.

Resulta que, allá por el año 30 de nuestra Era, Juan el Bautista se dedicaba a predicar y a bautizar en el Jordan a las gentes que le seguían. Por aquel entonces reinaba en Judea el tetrarca Herodes Antipas (hijo del Herodes de la matanza de los inocentes). Vivía éste con su mujer Herodías y la hija de ella, Salomé. Herodías era en realidad la esposa del hermano de él, arrebatada de su lado por Herodes en una maniobra poco elegante por parte de los dos, que se lanzaron a la vida licenciosa. Esto provocó el escándalo en Judea, pero nadie se atrevía a reprochárselo al rey. Nadie excepto el Bautista, que raudo fue al palacio a recordarle a Herodes que aquello de vivir con la cuñada no estaba permitido por las escrituras. Esta reprimenda no le hizo nada de gracia al tirano. Pero menos a Herodías, que desde aquel mismo momento se prometió que lo retiraría de la circulación e incitaba a su marido para que así lo hiciera. Herodes temía el poder que Juan tenía entre el pueblo, ya que tenía fama de santidad, e incluso él mismo sentía cierto respeto por su figura, así que sólo lo apresó y lo encarceló. Pero eso no bastó para la enfurecida Herodías, que quería que el profeta muriera.


El cumpleaños del rey estaba cerca, y se preparó una fiesta con toda clase de lujos. Allí, la joven hija de Herodías, Salomé, obseauió a todos con una danza que los dejó impresionados. Herodes, no menos estupefacto que los demás, hizo a la joven que le pidiera lo que quisiera que él se lo concedería como premio a sus movimientos. Salomé fue a consultar a su madre, consciente de que tenía carta blanca para pedir algo valioso. Y Herodías, vengativa, no se lo pensó dos veces, y le sugirió que pidiera la cabeza del Bautista, que en unos instantes estuvo en la sala del banquete sobre una bandeja de plata. Salomé la cogió y la llevó hasta Herodías. Y según algunos testimonios, triunfal, se ensañó con ella.

He aquí la historia. Cierta o no, es lo de menos. Se ueden extraer muchas reflexiones y moralejas. Que cada uno saque sus conclusiones. Yo tengo muy claras las mías.

lunes, 23 de junio de 2008

Y sin frenos


Cada vez me fío menos de quienes van por la vida de sensibles. No es que no crea en la sensibilidad, pero desde luego no creo que ésta esté en toda la gente que van con ella por delante. Pienso que los verdaderamente sensibles no lo muestran fácilmente.

domingo, 22 de junio de 2008

Cuesta abajo


Antes, cuando era joven , me aterraba que con el tiempo mi sensibilidad se fuera debilitando, se fuera anquilosando. Temblaba ante la idea de dejar de estremecerme ante cualquier cosa como lo hacía: ante una canción, una frase, una lectura, un amor... Ahora puede ser que eso que tanto temía esté ocurriendo. Pero ya no me importa.

viernes, 20 de junio de 2008

Yann Tiersen. Tabarly


En medio de las discusiones sobre cómo iba a ser el siguiente álbum de Yann Tiersen, que estaba programado para esta primavera (dada la deriva postrock que estaba adoptando su música, había quienes ya no esperaban mucho de él, sobretodo los seguidores más aficionados a su lado clásico), va el tío y nos sorprende con el anuncio de una nueva banda sonora. Y no sólo eso, sino que el anuncio precedió a la publicación en tan sólo unas semanas. Júbilo entre todos sus seguidores, ya que parecía que, por el momento, volvía a los cauces conocidos, a esas piezas de corte clásico y melancólico en las que el músico bretón se recrea con el piano y el violín sobretodo.

Tiersen sabe lo que es una banda sonora. Ha firmado ya unas cuantas: La vida soñada de los ángeles (sólo dos temas), Amélie (no es una banda sonora en sentido estricto, ya que es más bien una recopilación de canciones de sus álbumes hasta el momento aderezada con dos canciones compuestas para la película) y Good-bye Lenin. Además, sus temas se han utilizado para acompañar reportajes televisivos y su estilo se ha explotado en no pocos anuncios televisivos. Se ha dicho que su música es muy visual, y que por eso casa tan bien con el cine. Por eso no es de extrañar que haya vuelto a musicar un película. En este caso se trata de un documental sobre el marinero francés (también bretón, como Tiersen) Eric Tabarly, muerto hace diez años. Como viene siendo habitual en las bandas sonoras, está compuesta por unos pocos temas en torno a los cuales se construyen distintas variaciones.

El álbum resulta un bombón para los oídos. Corto (apenas dura media hora), pero deja muy buen sabor de boca. La presencia del piano es abrumadora, es el principal protagonista, a menudo sólo, y otras acompañado con cuerdas. Sólo un tema destaca por tener una instrumentación más compleja: Au dessous du Volcan, en el que los violines se entrecruzan con las guitarras, poniendo así de manifiesto los territorios que en los últimos tiempos ha transitado Tiersen.

El trabajo anunciado desde hacía tiempo para la primavera ha sido pospuesto hasta el otoño, para no lanzar dos discos a la vez, pero creo que en general ha gustado este pequeño aperitivo, que supone algo distinto a lo del último (en directo, con sonidos más contundentes y agresivos), pero que no acaba d dejarlo atrás. Así las cosas, habrá que seguir esperando para ver qué rumbo toman las cosas, puesto que una banda sonora es un jalón algo extrínseco en su camino. Pero eso sí, el hambre se ve muy aliviada con aperitivos como este.

PD: en su myspace se pueden escuchar algunos temas de Tabarly.

miércoles, 18 de junio de 2008

Superposición y proyección


Las ciudades con siglos de historia a sus espaldas, como Palma (dos mil y pico años desde su fundación romana, aunque se sabe que antes ya había algún poblado), se han ido formando por aglomeración y superposición de lo que las distintas épocas han ido dejando allí. Así, conviven edificios antiquísimos con la vanguardia arquitectónica. A pesar de ello, cada época ha destruído al mismo tiempo que ha construído, hasta el punto de que se puede establecer un balance destructor-contructor para cada una de ellas. Hay cosas que nadie echará de menos, pero hay otras que adquieren con los años cierta tonalidad sentimental para la población, y que, en caso de ser eliminados, constituyen una auténtica herida para la ciudad. Un caso que todos los palmesanos recordarán es el reciente derribo del "pont des tren", motivo de protestas ciudadanas que terminaron con su reconstrucción (que, dicho sea de paso, aunque exteriormente sea igual, le falta algo, no es el mismo). Dentro de años o siglos, a lo mejor nadie recuerda ese puente, y lo más seguro es que no signifique nada para nadie. Pero puede que haya dejado su huella, y que esté ahí sin estar. Porque en cierto modo, todo lo que una vez ha estado sigue ahí, proyectándose.

Me llama la atención lo mal que se destruyen las cosas. En muchos casos, cuando se derriba algo, se deja algo sin desmontar, algo que más tared se npodrá encontrar. Y no se trata de pequeños restos, sino que a veces es posible que apoarezcan estructuras enteras. Otro ejemplo palmesano reciente fue el hallazgo de los sótanos de un viejo hotel en la plaza de la Constitución cuando se empezó a excavar para unos aparcamientos. Lo más curioso de todo es que el hotel apenas hacía cien años que había estado allí, y no quedaban demasiados testimonios de su existencia. Un poco más allá, en lo que ahora son unos jardines al estilo de los de la Alhambra (mucho más cutres y modestos, la verdad sea dicha), se levantaba el Teatro Lírico (otra de esas heridas que la ciudad tiene). Y justo al lado, otras obras (de otros aparcamientos, los arqueólogos e histriadores nunca deberían estar lo suficientemente agradecidos a los consistorios municipales) sacaron a la luz un antiguo puente árabe. Todas las ciudades tienen restos así, y a nadie deben sorprender. Y sin embargo, los subsuelos a veces nos deparan agradables sorpresas, aunque, bien vistas, no lo sean tanto.

Quiero referirme a un hallazgo inesperado que tuvo lugar en la década pasada. En unas obras de restauración de un pequeño patio interior situado en una manzana junto a la plaza de Juan Carlos I (antes Pío XII, pero más conocida como la plaza de las tortugas, ya hablé de ella en cierta ocasión) aparecieron una viejas piedras. Tras estudiarlas, se llegó a la conclusión de que pertenecieron a un teatro romano del cual no se tenía demasiada constancia. Poco a poco fueron cuadrando los datos y apareciendo las evidencias. Y es que resulta que las paredes y estructuras de las casa construidas encima suyo, tienen una distribución radial en torno a un centro (que más o menos estaría en ese patio), como un abanico desplegado, adoptando esa forma semicircular que todos asociamos a los teatros romanos. Por lo que se pudo desenterrar, parece que está bastante bien conservado. La pregunta que se me plantea es cómo no acabaron con ese edificio antes de construir, cómo es posible que se pueda edificar conservando casi intacto lo que hay debajo. Es como si el viejo teatro no quisiera desaparecer y proyectara su imagen, desde su entierro hacia el exterior. O como si los que levantaron sus construcciones no quisieran que desapareciera del todo.

En muchas ciudades actuales se pueden rastrear viejas estructuras según el trazado de algunas calles y edificios. Son señales que quedan del pasado que en muchos casos no sabemos descifrar, hasta que un buen día llega la excavadora y se topa con algún pequeño tesoro, mostrando la superposición. A modo de anécdota, señalaría que justo encima de ese teatro romano hay en la actualidad un establecimiento de una famosa cadena de comida rápida que empieza por M y que tiene a un payaso como símbolo, y que tal vez sea tan popular para la Palma actual como lo fue en el pasado aquel teatro (y también, hoy como antaño, es un punto de encuentro para los palmesanos). Cambian las formas y los estilos, pero aquel lugar sigue manteniendo una cierta aura.

Visión periférica


Paseando por la calle hay algunos momentos que tienen su gracia. Como esos cruces de mirada con algunas caminantes. Algunas veces los buscas tú, y otras son ellas. En cualquier caso, durante unos segundos (o menos) se establece el contacto, y la marcha parece ralentizarse. A veces sólo es mirada, pero otras ésta se enriquece con una sonrisa, o un guiño. Es fugaz, pero estos encuentros alegran e iluminan el día.

Más allá de lo poético que tengan estos cruces afortunados, hay toda una serie de problemas que conviene evitar, y que están centrados en el sentido de la vista (que es lo que más interviene en ellos). No hace falta decir que el encuentro viene preparándose de lejos. No se trata de que, de pronto, tu mirada se encuentre con la de la otra, sino que ya desde la lejanía te has fijado en la otra persona, en su forma de andar, en su vestimenta, en su silueta..., en muchas cosas, en definitiva. Lo que ocurre es que para estos casos conviene tener la vista bien ajustada (gafas o lentillas bien graduadas), porque pueden haber sorpresas. Soy experto, por mi miopía, en valorar excesivamente bien de lejos a las mujeres, y luego, al acercarse y verlas mejor, resultar que son unos callos (aunque bueno, ya puestos, yo las miro a los ojos, también se merecen que alguien les alegre el día, aunque puede que ellas piensen lo mismo de servidor). También he divisado pibones en lontananza que luego han resultado ser travelos (a estos no se les mira los ojos, sino el paquete, y no por cuestiones de vicio, sino por ver si se les nota o no, si lo tienen bien recogido o para luego preguntarme cómo puñetas lo hacen para que no se les note, pura curiosidad intelectual).

Por otro lado, está la cuestión de los atavíos (o su ausencia). En verano resulta difícil mirarlas a los ojos, con esos tops, esos shorts y esos escoten que las féminas lucen. Aún así, no hay que jorobar la magia del momento cruce-de-miradas, y los tíos llegamos a desarrollar tanto nuestra visión periférica, que somos capaces de mirar a los ojos con cierta profundidad, pero en realidad estar más pendientes del canalillo. Además, hay que ir con mucho cuidado con la otra gente y con los obstáculos (esos pilones que están de moda para que los coches no se mediosuban a las aceras), porque queda muy ridículo que en medio de la intensidad del momento mirada, te des un trompazo contra alguien o algo.

En definitiva, salir a pasear implica riesgos, y es más fácil que algo salga mal que que salga a pedir de boca. Debería haber seguros para viandantes (y viandantas).

martes, 17 de junio de 2008

Lo vital y la Filosofía.


La entrada de ayer no fue casual. Ando metido en una investigación acerca de las relaciones entre vida y filosofía, y la cita publicada acudió a mi referida por Ortega. Resulta sorprendente cómo todo parece organizarse en torno a un tema cuando uno se interesa por él. Las referencias aparecen por doquier, incluso sin buscarlas, en todo parece resonar una misma melodía.

Conste que no estoy del todo de acuerdo con la cita fichteana. Al menos le introduciría algún matiz. Porque es evidente que toda filosofía esta hecha por un ser viviente, y en cierta medida sí que tiene que ver con la vida. Pero quizás antes tendríamos que concretar un poco eso de la vida. Cuando hablamos de que estamos vivos, estamos mentando algo que va más allá de las meras funciones biológicas. Aunque las ciencias biomédicas han viciado su concepto, no basta con un corazón que late o unos pulmones que respiran. Evidentemente, son la base necesaria, pero no lo único. A bote pronto, diría que vivir es desplegarse, es proyecto (no en el sentido de hacer planes y tener objetivos, sino en el estimológico de lanzarse, de estar arrojado), y en ese avanzar se pone en marcha toda una serie de actividades encaminadas al mantenimiento de su dinámica. La cosa quedaría más clara si en lugar de usar un sustantivo -vida- utilizáramos un verbo -estar viviendo.

Así pues, la Filosofía es un modo de estar viviendo, una actividad más de la vida. Y es realizada por un viviente. Nadie puede negarlo. Y tampoco que, en tanto que viviente, la filosofía cumple una misión dentro de su estar viviendo. Ahora bien, el pensamiento filosófico se aparta del estar viviendo, tiende a otras regiones, despliega sus potencias en otro lado. La relación con los quehaceres vitales es indirecta, o, cuando menos genética (de los avatares vitales a la filosfía y viceversa), pero no parece estar hecha con una intención directa. Lo vital es contingente, puede ser así o no. La filosofía, en cambio, pretende necesidad, que lo que dice sea tal y como lo dice, aunque siempre quede sobre ella una sombra de insatisfacción en este respecto (tal vez por ser un producto de lo viviente). Al hacer filosofía, se está penetrando en otras regiones distintas a las de lo viviente. No hay despliege, ni proyecto en la filosofía. Más bien al contrario, hay una cierta voluntad de fijación, de que todo quede atado y bien atado, inmutable e inamovible.

Como última precisión, apuntar que esto lo creo válido para la filosofía "antigua", para lo que, heideggerianamente, llamaríamos la época de la metafísica (del nihilismo propio). Porque, sobretodo a partir de Heidegger y sus denuncias, surge la posibilidad de hacer una filosofía arrojada, del proyecto, una filosofía viva.

lunes, 16 de junio de 2008

Vida y filosofía


"Ambas, vida y especulación no pueden determinarse sino la una por la otra. Vida es propiamente un no-filosofoar; filosofar es propiamente un no-vivir."
Johann Gottlieb Fichte (1762-1814)

domingo, 15 de junio de 2008

sábado, 14 de junio de 2008

Quid pro quo


Después de despreciar a un idiota -asistí al breve cortejo de aquel absurdo especimen- aquella zorra pareció interesada en mi y en mi amigo. Sin duda, mientras, sentada ante la barra, pasaba olímipicamente de aquel guaperas sobrado, escuchó la divertida conversación que manteníamos. Empezó a meterse un poco con nosotros. Y los dos le dimos coba (la tía estaba como para no dársela). Pero como suele suceder a menudo, debería haberse mantenido callada. Tendría que haberlo previsto, en vista del modelito que portaba -top rojo ajustado y escotado, vaqueros también ajustados- y la forma como se llevaba la copa a los labios. Como mi interés primordial era pedir unas cervezas y estaba obligado a estar ahí si las quería (el primer idiota había dejado ese hueco al marcharse), tuve que seguirle el juego a la rubia. Y pronto destapó sus cartas: quería beber gratis. Ya decía yo que una petarda de tal calibre no hacía caso a dos pardillos como nosotros así porque así. En un alarde de cinismo, yo destapé las mías: "Te invito si me la chupas". Huyó, escandalizada, dejando un nuevo hueco en la barra, dando una alegría al pobre chaval que estaba esperando su turno para pedir. Mi amigo y yo nos reímos, y seguimos a lo nuestro, que era pillar bebida e ir hacia donde los demás nos esperaban para seguir con el concierto. Ella, supongo que también fue a lo suyo, a seguir tonteando con gilipollas babosos que no dudarían en invitarla. Seguro que terminó chupándosela al suertudo que la encontró lo suficientemente borracha para que no se escandalizara ante según qué proposiciones. Al final, todo depende de la cantidad de alcohol en sangre.

jueves, 12 de junio de 2008

La ley de la selva


Sólo una mirada miope puede ver en la ley del más fuerte el motor de la naturaleza. No sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta. Y no hace falta decir que en algunos casos la fuerza puede ser muy contraproducente.

miércoles, 11 de junio de 2008

Segundo paso


Poco a poco, el estupor se va transformando en desolación. Desolación por las pérdidas, pero también por las ganancias, porque no siempre el que gana sale venciendo. Y tengo la sensación de que sólo es el principio.

martes, 10 de junio de 2008

Defensas


Cuanto más altos y resistentes sean nuestros muros, más estrépito y destrozo causarán cuando caigan.

lunes, 9 de junio de 2008

Unamuno en Kiliedro


Vivir es un continuo combate por mantener una posición, por seguir ocupando un hueco propio. En esta lucha tenemos a los demás en frente, que al igual que nosotros, están en la trinchera de la existencia, pugnando por no sucumbir. La guerra es de todos contra todos, porque ceder un poco facilita un espacio a algún otro. La derrota, en definitiva, es inevitable, puesto que llega el momento en que se rinde uno y queda a merced, reducido a un escombro que tal vez los demás intentarán reconstruir, pero que ya no será más propio.

Un ejemplo en el que se ve con claridad esta dinámica agónica de la existencia lo constituye el escritor y filósofo bilbaino Miguel de Unamuno y Jugo(1864-1936).

Texto completo en Kiliedro

domingo, 8 de junio de 2008

En el origen


Erróneamente, se considera lo novedoso y rompedor como original, cuando en realidad, lo original es lo que se mantiene en los orígenes. Otra cosa es que, llegados a según qué extremos, lo novesdoso y rompedor sea estar en el origen.

sábado, 7 de junio de 2008

Segregación


Que los distintos grupos de diversa procedencia se aglutinen es hasta cierto punto lógico. Cuando te encuentras en una tierra extraña a la tuya, a la que has tenido que ir forzado por las circunstancias, es normal que crees lazos con gente que está más o menos en tu misma situación (si son de tu misma nacionalidad e idioma, tanto mejor). La cosa empeiza a ponerse extraña cuando los diferentes grupos empiezan a darse la espalda. Y empiezo a notarlo a mi alrededor. En las colas del supermercado empiezo a ver cómo cada caja se va especializando, dando lugar a situaciones absurdas, como que haya colas casi vacías mientras que en las otras hay que esperar bastante. Curiosamente, cada cola tiene individuos de rasgos semejantes.

Puede ser una simple casualidad, o deberse a aquello aristotélico de que lo semejanta atrae a lo semejante. Pero también puede ser un síntoma de un movimiento de fondo más profundo, en el cual cada nacionalidad o grupo étnico esté cerrando filas sobre sí mismo y empezando a vivir de espaldas a los otros. De ahí a la formación de ghettos y a la sacralización de las cuestiones identitarias hay un paso. Y si se da, tendremos un elemento más de incertidumbre. Lo llamativo es que por el momento parece un movimiento más bien espontáneo, ya que, salvo escasísimas excepciones, no hay veto para nadie en ningún sitio (aunque ya hay lugares en los que las alarmas saltan cuando entran según quienes).

Habrá que mantenerse alerta.

viernes, 6 de junio de 2008

Verano negro


Hubo un tiempo en que contaba los días que quedaban para el verano. La perspectiva de no tener nada que hacer durante meses era demasiado atractiva para alguien de natural perezoso como yo. Ese tiempo pasó. Dada mi preferencia por las horas nocturnas, que se va acentuando con el tiempo, el mayor número de horas de sol me parece una tortura. Y luego está la gente. Vivo en un lugar que en verano multiplica su población por nosécuántos, y no se puede ir a ningún sitio sin atascos o aglomeraciones. Además, la gente sufre un agilipollamiento generalizado en estos meses que están por venir, y esa especie de ansia hedonista que todo lo invade me repugna (no el hedonismo en sí, sino la compulsión y el extremo al que se llega).

Por lo menos este año el inicio de la temporada de calor se está retrasando por eso de las lluvias, y espero que tarde mucho, que así se está muy bien. Los tiempos en que disfruté del verano quedaron muy atrás, en la infancia, y la vida de después me ha traído algunos veranos lamentables, en los que he sufrido más que disfrutado. Ni siquiera la perspectiva de unas vacaciones aligera la mala leche que me invade con el calor, es más, las regalaría gustoso si con ello desapareciera esta molesta estación.

En el momento de escribir esto me sorprende la lluvia. Puede que haya llegado para despedirse hasta septiembre. Espero que no.

¿No había escrito ya algo parecido? Tendré que hacérmelo mirar, que con tantas entradas ya no recuerdo todo lo publicado.

jueves, 5 de junio de 2008

Frikis de antaño


En las ciudades actuales se echan en falta esos personajes populares que les dieron ánima. Me refiero a esos individuos peculiares, que vivían en cierta marginalidad y muy a menudo con sus facultades mentales transtornadas. Eran fáciles de reconocer, porque acostumbraban a vestir de forma llamativa y tenían comportamientos extravagantes, y se los conocía por algún mote a veces malintencionado. A pesar de ello, eran más o menos populares y contaban con el cariño y la compasión de sus conciudadanos (paralelamente a cierto desprecio, todo hay que decirlo), que aún todavía los recuerdan. Algunos casos eran dramáticos, ya que tras su locura se escondían historias trágicas (normalmente amorosas). Eran algo así como la versión urbana del tonto del pueblo, blanco de burlas y de aprecio a partes iguales.

Vienen a mi mente algunos ejemplos, como la barcelonesa Moños, que allá por los años 30 y 40 paseaba sus estrafalarios peinados, vestidos y maquillajes por las ramblas. Incluso se le llegó a dedicar una película en los 90. En Palma también teníamos nuestros personajes populares propios. Gracias a los recuerdos familiares, he sabido de dos de ellos, que fueron conocidos allá por los 50: en Nicolau Marieta y na Bel Rollet. Nicolau Marieta era un señor mayor, que vendía calcetines por la calle. Por lo visto se peinaba con un rizo en la frente, como Estrellita Castro, con lo cual subrayaba un afeminamiento más que evidente por sus gestos y su forma de hablar. Su apelativo también hacía hincapié en esa pecularidad, porque su traducción no es otra que "Nicolás el mariquita". Además, piropeaba a todos los hombres que se le cruzaban, llamando la atención sobre la mercancía que vendía.

Na Bel Rollet, al parecer, lucía un peinado tipo Dama de Elche o Princesa Leia, con dos trenzas enrolladas a los lados de la cabeza (de ahí su apodo, ya que rollet quiere decir rollito), y parece que gustaba de dar de comer a las palomas de la Plaza de España, esperando a que la estatua del rey Jaime I se bajara de su caballo y le pidiera matrimonio (ella creía que el rey medieval era su héroe, y afirmaba que volvería para casarse con ella).

También hubo un tal Matsetzes, del cual sólo me ha llegado el nombre y alguna semblanza a través de esas batallitas de abuelo que tanto nos aburren de niños y que luego de mayores tanto nos gustaría recordar. En cualquier caso, estos personajes dieron vida y color a la ciudad, en épocas en que no había la población ni el ajetreo de ahora. A buen seguro que hoy en día también hay personajes de estos, pero quedan circunscritos a pequeñas zonas, a barrios, o, simplemente, a personas observadoras que miran un poco a su alrededor. Recuerdo, por ejemplo a dos señoras muy ancianas pintarrajeadas que iban siempre cogidas del brazo y que se movían no hace muchos años por donde vivía. O un señor, también muy mayor y con el pelo teñido de rubio, que no duda en echarte la bronca si te oye hablar en castellano. O una prostituta de la calle Sindicato, fea como ella sola, a la que en casa apodábamos Miss Sindicato. Personajes llamativos que comparten la ciudad con nosotros, y que acaban convirtiéndose en una parte esencial de ella, recordada y entrañable.

Lo más parecido que viene a mi cabeza a estos individuos son los frikis televisivos. Esos dementes que provocan risa y lástima al mismo tiempo, y de los que nos reímos a placer (el filtro de la televisión hace que no lleguemos a desarrollar la afectividad que sí parecían aglutinar los otros), a menudo con crueldad. Me refiero a los pozis, risitas, Carmen de Mairena y demás fauna. Sí, tal vez sean los Nicolau Marieta de nuestro tiempo.

miércoles, 4 de junio de 2008

Manías


En general, se tiende a considerar las manías, esas pequeñas obsesiones y defectos que todos padecemos, como un acto de irracionalidad, como algo aleatorio y caprichoso. Nada más lejos de la realidad. Puede que en ellas se expresen rasgos profundos de personalidad, y que sólo conozcamos a alguien si hemos buceado en sus manías, en sus rarezas (que, bajo esta perspectiva, no son más que una medida de la norma).

martes, 3 de junio de 2008

Necrofilia rock

Dos noticias han llamado hoy mi atención, y las dos incidían en el mismo asunto: la muerte y el rock. La primera de ellas (y la primera de que me he enterado) es el fallecimiento de Bo Diddley, uno de los múltiples padres del rock. A él se deben algunos de sus ritmos (y contoneos) básicos, y, como casi todo lo que se movió por los años cincuenta, fue una gran influencia directa o indirecta en las décadas posteriores. Conocía algo su obra, tengo en casa algunos trabajos suyos, y en estos mismos instantes lo estoy escuchando, a modo de modesto homenaje. Aquí sólo puede dejar un viejo video:



La otra noticia es la del robo de las cenizas de Kurt Cobain. Más que triste, es rocambolesco y patético. Resulta que su viuda, Courtney Love, las tenía guardadas en un armario, dentro de una mochila rosa de peluche con forma de oso. Supongo que era para confundir, para tenerlas bien ocultas, y evitar así lo que a buen seguro acabará ocurriendo: que alguien se haga con esas cenizas y las exponga, promoviendo peregrinaciones como las que se hacen a Graceland. Ella acusa a un amigo de la familia. Ya veremos como termina el asunto. Pero la imagen de unas cenizas (de Cobain o de quién sean) metidas dentro de una mochila con forma de oso de peluche rosa me parece espantosa. Al menos podría haberlas metido en una caja con forma de corazón:

lunes, 2 de junio de 2008

Mantis decadente


Era metódicamente despiadada aquella mujer. Tuve la suerte de poder librarme de ella. No fue fácil. Anulaba a los hombres, los ninguneaba, y encima se hacía la víctima. Así conseguía lo que quería, que no era más que un poco de poder, una cuota que le costaba mantener, porque sus presas, al principio ufanas por hyaber conquistado a semejante hembra, terminaban por huir. Entonces empezaba la caza. No paraba hasta eliminarlos. Su vida fértil dejó un reguero de cadáveres, de muertes repentinas e inexplicables que nadie investigaría (no tenían más nexo común que una rubia pequeña y con apariencia de no haber roto un plato) y en su mayor parte achacables a la naturaleza.

Yo ya la conocí al borde de la nada, cuando su poder se desvanecía pero aún latía con algo fuerza. En una noche de borrachera me confesó su desesperación, y en medio de esa desesperación, confesó sus crímenes. Yo me fingí más borracho que ella y me quité de en medio. Ahora se arrastra por los locales nocturnos más sórdidos, muy desmejorada, incapaz de seducir a nadie, embebida en alcohol, añorando los tiempos en que tenía poder, en los que era algo más que un recipiente para el semen de viejos borrachos incapaces de distinguir la mentira que se esconde en su edad.

Calculo que no le queda mucho. Le sigo la pista, para que cuando muera alguien le ponga flores, en nombre de todos aquellos que sucumbieron, y que a buen seguro la están esperando en el infierno pergeñando terribles tormentos.

domingo, 1 de junio de 2008