martes, 20 de mayo de 2008

Pioneros


Todo lo que no tiene nombre nos introduce en la zozobra, nos mete en un mar en el que no hacemos pie. Sin una palabra, sin un concepto, sin una pinza con la cual agarrar las cosas, éstas se tornan amenazadoras, en tanto que forman una masa indiferenciada que las hace indistinguibles (¿cómo saber si algo que no sabemos de qué se trata no es una peligro para nuestra vida?). Ha de ser duro ser un pionero, hallarse ante algo totalmente nuevo, tener que ponerle un nombre y, por decirlo de algún modo, presentarlo en sociedad. Por norma general, estos casos se acaban trasnmutando en descubrimientos, en momentos interesantes e incluso importantes. Pero claro, eso ocurre cuando ya se han fijado eso novedoso.

Ahora pensemos en un caso extremo: en la enfermedad. ¿Cómo nos sentiríamos ante un malestar al que ningún médico puede ponerle nombre? Pruebas y más pruenbas, pero nadie es capaz de decirnos cuál es nuestra dolencia. Puede ocurrir que se trate de una enfermedad de esas raras, con muy pocos casos y que, por eso, pocos médicos conozcan. Pero puede ser, también, que uno constituya el primer caso de una patología, el que inaugura la serie, el que, tal vez, sea descrito en las publicaciones médicas como rasero para esa nueva enfermedad. Debe ser duro ser un pionero de este modo (para el enfermo y para sus médicos, aunque la gloria del descubrimiento, seguramente, se la lleven éstos).

2 comentarios:

Napoleón Lasagabaster dijo...

Existen muchos casos en los que los psiquiatras se niegan a dar el diagnósticos a sus pacientes. En cierto modo, a estos casos también se refiere su post, creo...

El Pez Martillo dijo...

Hola Napoleón, gracias por tu comentario.

Pues lo que dices es interesante, pero no tiene que ver con lo que yo quería decir, al menos directamente. Supongo que eso de que los psiquiatras no digan el diagnóstico a los pacientes es para que el hecho de saber un nombre para lo que tienen les influya en el desarrollo de la enfermedad (el terreno psicológico es muy resbaladizo y no es descabellado pensar en que saber que el médico piensa que soy esquizofrenico, altere el desarrollo de la patología).

Yo iba más bien en el sentido de un desconocimiento toal, en el que ni el paciente ni el médico saben ante qué enfermedad se encuentran (aunque parezca mentira, estas cosas pasan, y no por impericia del médico, sino porque, a veces, los síntomas no cuadran con ninguna patología conocida).

Un saludo.