lunes, 7 de abril de 2008

Ante el espacio en blanco


Los escritores hablan de la crisis ante la hoja en blanco. Muchos de ellos, puestos a ponerse a empezar a escribir, sienten un vértigo especial al enfrentarse al nuevo texto. No les falta razón. Por muchas ideas que se tengan en la cabeza y por perfectas que parezcan, siempre hay un salto, un abismo que salvar a la hora de pasarlas a texto. Y no porque no se tengan claras las cosas que se quieren escribir, sino porque hay una cierta traición en ello.

Tal y como lo siento, las historias e ideas que a veces escribimos, son parte de nosotros, criaturas vivas y plasmarlas fuera, objetivarlas en un trozo de papel, es como arrancarlas y dejarlas a su suerte, abandonarlas en medio de la selva de ahí fuera. Y no dejar que crezcan y evolucionen. Porque como criaturas que son, son móviles y están en continuo desarrollo, y escribirlas es enquistarlas, impedirles la vida. Porque, aunque se tenga una vaga idea, muchas veces se empieza a redactar sin saber muy bien a dónde se quiere llegar, sin tener una meta clara. Al menos a mi me sucede casi siempre así. Incluso en estos textos breves del blog, sólo tengo una pequeña idea de partida, pero que luego, al irse plasmando, va agrandándose y me lleva por derroteros que no había sospechado al idearla.

Muchos podrán contraargumentar que si escribir es como mutilarse, entonces no hay necesidad de manchar las hojas con nuestras tonterías. Cierto, pero muchas veces estas ideas, personajes, tramas... que se nos ocurren son como un cáncer que hay que sacar para que no nos mate. Porque pueden llegar a ser muy absorbentes estas cosas, y la única forma de superarlas es expulsándolas. Así, el acto de la escritura sería como una catarsis.

Hay otras ideas, en cambio, que son vitales y que no daríamos a nadie por nada del mundo. Esas, por supuesto, las necesitamos para seguir adelante, y quedan no escritas. A veces se insinúan, pero nunca se llegan a decir a las claras.

3 comentarios:

PENSADORA dijo...

Escribir es terapéutico, amigo pez.
Estoy de acuerdo con ud. en que al escribir soltamos algo de nosotros.
Quienes gustamos de escribir, tenemos muchos motivantes e inspiradores. A veces damos opiniones, otras contamos historias y muchas otras intentamos dejar marchar pensamientos o ideas que, de otra manera, seguirían haciendo eco en nuestras mentes.
Pero yo lo veo más como un acto desinteresado de entrega. Entrega que muchas veces absorbe energía de una manera que nos deja, efectivamente, en blanco.

El Pez Martillo dijo...

Más que entrega, es un soltar lastre. Si pudiera, yo no escribiría nada de nada (de hecho, cada vez me da más pereza), pero es que hay que hacer hueco a lo nuevo...

Rossana Martínez Flecha dijo...

Hoja en blanco

¿Y el espacio vacío?
¿Dónde están las palabras
que no escribo?