martes, 11 de marzo de 2008

Lo que queda de nosotros


Da gusto ver a esa gente que, en el bachillerato, iban como adelantados de la vida. Esos que se comportaban como mayores, que renqueaban en los estudios, salían de juerga, tonteaban con algunos abismos. Entonces tenían algo de salvaje, se comían el mundo a bocados. Los demás, la mayoría, seguíamos con nuestras rutinas, nuestros estudios y con nuestra vida, a un ritmo más lento que ellos. Sufríamos viendo cómo se llevaban de calle a la chica por la que suspirábamos y a varias más, haciéndoles mil y una perrerías (y, para nuestro asombro, ellas seguían ahí, loquitas por ellos). Da gusto, digo, verlos ahora atrapados, casados y como auténticos hombres de familia, formales, respetables, ultraconservadores incluso.

Y también es llamativo el destino de algunas de esas reinas de la clase, esas chicas monas que tenían a la mayoría de los tíos babeándoles y que jugaban con ellos, ignorando, por nuestra ignorancia, el daño que provocaban a su paso. Algunos de esos terremotos ambulantes han acabado reducidas a escombros, desmejoradas, incapaces de seducir a nadie, o condenadas a matrimonios y maternidades convencionales, nada dignas de aquellas princesitas.

Sí, da gusto todo esto, ver cómo al final todos somos unos miserables, y que todos, por muy especiales que nos creamos (o nos hagan creer) no somos nadie.

6 comentarios:

PENSADORA dijo...

UYUYUY! como estamos hoy!.
Pero, chico, no te voy a quitar razón.
Ahora bien, te recuerdo que siempre hay excepciones que confirman la regla y para prueba un botón que soy yo misma. Soy uno de esos "adelantados" de los que hablas, salía con gente más mayor que yo pero porque la gente de mi edad no me aportaba nada.
Hoy en día, no me he casado ni tengo hijos. No vivo sumida en una vida convencional. Ni estoy desmejorada (al revés, como el vino, gano con el tiempo).
Tampoco traje a nadie "de calle" entonces, ni lo hago ahora.
Pero te admito que mucha gente de esa popular del instituto, actualmente da un poco de penilla, la verdad.
Eso si, no me gusta aquello de "ser miserable", NO, somos personas y como tales es como hemos de vernos, personas.
Que no somos nada, pues es cierto, también habría que pensar comparados con qué, desde luego, comparados con la infindad del universo, pues sí, no somos nada más que saquitos de moléculas.

El Pez Martillo dijo...

Buenos días, Pensadora.

La entrada fue un escrito tardío, y con el sueño y tal creo que no me expresé bien. Por lo que sé de ti no me pareces que seas una de esas personas de las que hablo, aunque algún rasgo tengas. Me refería a esos gallitos que se comen el mundo, y a esas "guapas oficiales", tan retratados en las series y películas americanas.

Por lo demás, los hay que, como servidor, tuvimos unos años mozos formales y hasta aburridos (aunque siempre me lo he pasado muy bien), pero que, inversamente a los otros, nos vamos perdiendo y encanallando con los años.

Sobre lo otro, soy un pesimista antropológico, y dije lo de miserable con toda mi alma. Sí, somos personas, pero ser persona es miserable. Eso sí, es lo único que tenemos.

PENSADORA dijo...

Aja! te entiendo. Afortunadamente en españa no se llega a la exageración que nos enseñan las películas o las noticias sobre la juventud norteamericana.
¿Así que encanallando?, mira tú que actualmente me voy encontrando a esos "formalitos" de mis años mozos que se me miraban con cara de pensar "ay! pobre, que mal va a acabar" y resulta que ellos son los que van acabando peor (o mejor), más canallas y pendencieros que yo (si cabe).
La cosa es pasarlo bien y ser feliz en la medida de lo posible sin hacer daño a nadie. La manera y el tiempo en que lo hagamos es lo de menos.
Respecto a tu pesimismo, para animarte, te diré que las personas pesimistas que conozco suelen poseer un interesante grado de inteligencia. ¡Toma piropo! a ver si bajas el nivel de pesimismo antropológico.

Anónimo dijo...

Cada uno cuenta la mili así como le va. Yo,como Spinoza, ni pesimista ni optimista... curioso, ya está. En varios sentidos.

Anónimo dijo...

Así que ser persona es ser miserable... mmm... eso ha sonado muy dostoievskiano (o cómo quiera que se diga...)

Saludos transmediterràneos

El Pez Martillo dijo...

Pensadora, mi pesimismo no es cosa pasajera ni derrotismo ni nada de eso. Sencillamente es que no tengo una buena opinión de los demás (mía tampoco, por supuesto). Tiendo siempre a pensar en lo peor. De todos modos, gracias por tus palabras.

Ivorra, ya sabe usted lo que dicen de la curiosidad y el gato...

Musa, a ver si lee mejor. No dije que ser persona es ser miserable, sino que ser persona es miserable. En cualquier caso, me tomo lo de dostoievskiano como un halago.

Saludos a los tres.