sábado, 9 de febrero de 2008

Mis primeros mitos eróticos.

En estos días en el que uno se encuentra en un entre, en un lugar de frontera (temporal, y vital), me gusta mirar hacia atrás y hacia adelante, ver lo sido y proyectar lo que puede llegar a ser. Se trata de vida en su máximo exponente. Y como ando muy monotemático y guarrete últimamente, me apetece hacer un ejercicio de nostalgia y acudir a mis primeros mitos eróticos, las primeras mujeres en las que me fijé (algunas, aún no lo eran o lo eran a medias) de una forma distinta. Unas estaban sólo en las revistas o en la televisión, y otras fueron reales y tangibles (alguna incluso se dejó tocar).

Las primeras chicas que recuerdo con cierto agrado están muy atrás, en mi más tierna infancia, en la televisión. No es que me atrajeran como lo harían ahora, pero sentía algo respecto a ellas. Recuerdo cierta morenita que salía en la serie Fama, aunque ya no me acuerdo de su nombre ni demasiado de su aspecto. Llegué a esconder una foto suya de una revista para admirarla de tanto en tanto. La que sí que recuerdo y todavía me gusta (y mucho) es Verónica Mengod, que hacía mis delicias en un programa infantil allá por la mitad de los 80. Muy posiblemente ella sea la culpable de mi debilidad por las pelirrojas. Por aquellos años también me atraía Maribel Verdú.

Por aquél entonces la cosa era como muy inocente, mis hormonas estaban dormidas y no notaba más que una cierta inclinación. La cosa se despertó la mítica e inolvidable nochevieja del 87, en la que la ¿cantante? Sabrina Salerno, abrió mis ojos (literalmente, mis ojos quedaron del tamaño de sus pezones) y desde entonces ya nada fue lo mismo. Empezaron en clase los debates que si Sabrina que si Samantha Fox (yo siempre fui más de Sabrina). El trastorno no iba a dejar de crecer a partir de entonces. Y llegó aquella niña de la clase de A, que me tuvo loco el resto de mi etapa escolar (la primera vez que hice el tonto ante una chica). Y en el 89 aquella vecinita un par de años mayor en cuya casa pasé tanto tiempo y con la que aprendí algunas cosas...

Mi pubertad llegó junto a las cadenas privadas de televisión. Entre estas cadenas estaba Telecinco, que en sus inicios fue un auténtico festín para mis hormonas: las Mama Chicho, las Cacao Maravillao, Belén Rueda (cuando acompañaba a Emilio Aragón me gustaba mucho), Loreto Valverde, Thalía (sí, la cantante mexicana, jovencísima entonces, salía también en el programa de Emilio Aragón, y era la que más berraco me ponía), Beatriz Rico (con diferencia la que más me gustaba, y todavía me deja atontado) y dos pijitas que ahora me dan asco pero que entonces me encantaban: Ana Chávarri y Raquel Carrillo. En Telecinco también estaba Natalia Estrada (presentaba La quinta marcha junto a Penélope Cruz, que siempre me ha parecido una petarda).

Luego fueron viniendo otras, pero esas ya no fueron las primeras.

6 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Como le dije ayer, comparto casi todos sus mitos, exceptuando a la Beatriz Rico. Incluiría también a Sandra Sutherland, y precisaría que ahora la Mengod está más guapa que antes.

De la 'chupapija' (Muñeca System dixit) de Thalía, me gustaría recordar una canción suya. Es mala, pero recuerdo su calentorra actuación en el Vip Noche como uno de los momentos en los que a un servidor las neuronas fueron suplantadas por una torrentada de testosterona (luego mi casa quedó hecha una porquería, inundada de amor):

http://es.youtube.com/watch?v=CB-oGkRVe4E

El Pez Martillo dijo...

Pues no recuerdo yo a la Sutherland. A la Thalía sí que la recuerdo, y confieso que yo también manché bastante con ella (y no era saliva precisamente). La Mengod siempre ha estado muy bien, pero es cierto, la madurez le sienta muy bien (además, ya conoce usted lo mío con las pelirrojas...).

Anónimo dijo...

Yo no sé la edad que tendréis vosotros, pero yo (25) de pequeñajo, cuando mis padres se ausentaban de casa, me subía al sillón y buscaba encima del armario las pelis que sabía escondía allí mi padre, y me las ponía en el vídeo. Me tragué así, en pocos meses, un montón de pelis de Tinto Brass, un director italiano de cine erótico. Desde entonces, mi prototipo de mujer es italiana, morena y excesiva, como Debora Caprioglio o Serena Grandi.

De entre todos los nombres que se han barajado, me quedo con Sabrina Salerno y sus díscolas tetas de pezón de galleta.

Johannes A. von Horrach dijo...

Amigo Pez, otra de mis musas de los 80 (y actuales, ya que la veo, a sus 44 tacos, espléndida) es Alaska. Nunca me gustaron esos colores que gasta (su música tampoco me vuelve loco), pero me da mucho morbo la mujer. Buenas tetas, buena carne y un coco lo que se dice 'bien amueblado'.

Javi, me hace gracia tu comentario, pero más que nada porque yo no tuve la oportunidad de poder buscar esas cintas... dado que en casa no las había. Es que mis padres siempre han sido (además de muy buena gente) muy anacrónicos. A veces me siento como si me hubieran criado mis bisabuelos en lugar de mis padres.

umm, estaba bien la Grandi. Yo también tengo cariño a ese tipo de mujer, aunque no le hago ascos a otros de diferente estilo.

PENSADORA dijo...

Chicos... ¡HURRA!...
Me encanta saber que el mujerón con cuerpo de mujer de verdad sigue cumpliendo en los cánones de belleza.
Menos mal que todavía queda quien se declina por las curvas y las "agarraderas" en lugar de los huesos y músculos de gimnasio.
Enhora buena a los tres.

El Pez Martillo dijo...

Qué curioso, yo también husmeaba en los rincones secretos del cuarto de mis padres en busca de cierta cinta de vídeo que me dió muy buenos ratos.

Horrach, Alaska nunca me ha puesto mucho (ni ella ni su música), aunque sí reconozco que tiene el coco bien amueblado.

Pensadora, gracias por la enhorabuena, pero a quién hay que dársela es a las mujeres en las que nos fijamos (por ser como son y por captar nuestra atención., que se cotiza bastante...).

Saludos a los tres.