viernes, 31 de agosto de 2007

Metafísica


El estar en la brecha (entiéndaseme, no en la actualidad, en primera línea, sino en la escisión, en lo hueco, ni aquí ni allá, en la frontera) hace que necesitemos un asidero, que busquemos una base que nos sostenga. Y como no la encontramos en un mundo absurdo, la vamos a buscar más allá de él. La metafísica es propia de individuos y de épocas sin fundamento, que no se contentan con lo que hay, o que sienten (a menudo antes que todos los demás) que el suelo ha desaparecido, y en medio de la caída buscan algo a lo que agarrarse. O, sencillamente, se trata de gentes y épocas atormentadas que huyen, que querrían ser de otra manera, que no se conforman y que sufren, y que en ese más allá (en estos casos suele tratarse de un más allá fijo y constante, seguro) encuentran un medio para olvidarse del problemático más acá. A menudo hay un poco de todo, de hastío y de vacío.

jueves, 30 de agosto de 2007

La vida como crisis


La vida es crisis. Crisis viene del griego crinein, algo así como separar, discernir. De ahí vienen las palabras criterio, crítica y algunas otras. Cuando decimos que estamos en crisis, estamos expresando simplemente que estamos en un momento de ruptura, de cambio. Pues bien, nuestras vidas son una crisis continua, no por una ruptura radical en su interior, sino hacia fuera. Todo nuestro quehacer es un esfuerzo por separarnos de los demás, por distinguirnos y ahcernos un hueco en medio de la multiplicidad de las existencias ajenas. Y, paradójicamente, esta separación sólo puede ser hecha a través de la unión con los demás. Pero se trata de una unión muy particular. Porque nos queremos distinguir de los demás intentando apropiárnoslos, hacerlos nuestros. Sólo así nos sentimos distintos a ellos. Huelga decir que mi intento de apropiar choca con la apropiación que los demás quieren hacer de mí. En este juego se genera la sociedad y todo lo humano. Es más, tal vez ser humano consista en estar en este juego.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Canciones que hablan de mí

Hay canciones que tienen la capacidad de exporesar pensamientos propios, sentimientos que uno creía exclusivos, situaciones vividas. Voy a iniciar (con algunas dudas) un striptease emocional dejando caer aquí algunas de estas canciones que hablan de mí, con las que me siento más que identificado. Para empezar, una del catalán Marc Parrot, titulada Mi corazón.


martes, 28 de agosto de 2007

Harry Potter y la gran decepción


Aviso: en adelante no pienso tener ningún escrúpulo en contar algunos detalles sobre la trama. Quedan ustedes avisados.

No soy muy dado a los relatos fantásticos, aunque terminen gustándome. De tanto en tanto viene bien desengancharse de las lecturas sesudas y supuestamente profundas (aunque a veces, si está bien escrita, puede enseñarte mucho más una historia ficticia que cualquier tratado de cientos de páginas), y con el relato del final de la saga del joven mago me he desintoxicado de tanta filosofía, además de haberme reenganchado a la lectura, que la tenía un poco abandonada últimamente (digamos que ha pasado por una fase en la que apenas he leído). Y como he seguido los otros libros de Potter y he tenido acceso a su última aventura (vía mi amigo), y en parte también para no perder mi inglés, pues me decidí a leerlo. Y la única palabra que se me ocurre para describirlo es "decepción".

La serie de libros nos había acostumbrado a un crescendo progresivo en el que cada libro era mejor al anterior, tanto en la historia como en el estilo. Se notaba que la Rowling iba mejorando su escritura, y los personajes iban ganando en madurez y profundidad (pero sin pasarse, no son tiempos de grandes personajes). El punto final del libro anterior nos dejó con el alma en vilo, esperando con cierta ansiedad el desarrollo de los acontecimientos, porque prometían, y mucho. La caza de los Horcruxes (también lo leí en inglés, no sé cómo lo volcaron al castellano) en los que Lord Voldemort había depositado pedazos de su alma para así tener asegurada su vuelta en caso de morir, parecía muy interesante y llena de aventuras. Pero la cosa se ha complicado mucho más, y ha habido otros objetos que buscar, y otras tramas que resolver. La sensación que me ha quedado es que había demasiados asuntos que cerrar y que se han cerrado de forma precipitada e incluso burda. El recurso al deus ex machina me parece excesivo (el caso más flagrante es el del hallazgo de la espada de Griffindor, paseando por el bosque, por mucha ayuda externa que pudiera tener), y se repite muchas veces. Es cierto que en realidad se trata de guardianes en la sombra que velan por la integridad de Potter y sus amigos, pero eso es también un punto débil de la historia, ya que no se puede presentar a alguien como héroe si constantemente tiene a un grupo de gentes que lo vigilan y le sacan en buena medida las castañas del fuego. Además, algo de lo que muchos no se han percatado, es la profusión a la que J K Rowling nos había acostumbrado de alusiones a mitos y leyendas de diversos ámbitos, así como el recurso a nombres de personajes más o menos importantes dentro del mundo fantástico, que daban cuenta de un gran conocimiento del mundo fantástico y que nos provocaba cierta alegría al reconocerlos. Pues bien, esta profusión desaparece por completo en este libro, que no parece escrito por la misma autora que los otros seis.

Otro asunto son algunas de las tramas secundarias que venían abiertas de los otros libros y que todos esperábamos que se resolvieran. Ciertamente quedan aclaradas, pero de una manera muy superficial y desapercibida, cuando no "sin ton ni son". Estoy pensando en las cuestiones sentimentales. Todos los que hemos leído los otros libros esperábamos el beso entre Ron y Hermione, se veía venir, pero no de ese modo, tan peliculero, tópico y estereotipado. Lo mismo ocurre con lo de Harry y Ginny, muy velado y casi sin presencia, sólo al final, en el epílogo, nos enteramos de que acaban juntos.

El tema de las muertes es de juzgado de guardia. Hay personajes muy secundarios (aunque importantes), de esos que salen en unas pocas páginas de no todos los libros y que aparecen sólo para morir dos hojas más adelante. Es el caso de Dobby, cuya muerte me describieron como conmovedora, y que a mi me dejó insensible, incluso me pareció ridícula. La única defunción que sí que sentí, y que tal vez es el personaje más importante que muere, es Snape, sobretodo tras las revelaciones que tras morir hacen sus memorias. Severus Snape es, tal vez, el personaje más logrado de toda la saga, mucho más que el niñato con gafas. Atormentado, ambivalente, oscuro, infiltrado en las filas de Voldemort para mejor servir a "los buenos" y proteger a Harry, hijo de la mujer de la que él está enamorado desde niño y de su rival en el colegio. Durante todos los otros libros se nos había hecho odiar a este profesor, por malvado y taimado, por estar contra Potter. Pero muichos fueron los que supieron captar que a lo mejor no todo era lo que parecía, y se establecieron los debates en los foros sobre si al final Snape iba a ser bueno o malo, sobretodo después del final del sexto libro, en el que mata a Dumbledore y huye bajo las faldas del señor oscuro. Decididamente, es el personaje mejor logrado, aunque ahora que lo pienso un poco, al final ha sido todo muy previsible.

Se nos prometían muchas muertes en este libro final, pero nada, al final no ha sido para tanto. Visto el resultado, mejor hubiera sido que el que hubiera muerto fuera el propio Harry Potter o algunos de sus amigos. Y cuando alguien ha muerto, la emotividad y el impacto quedan diluidos al volver la página en la vorágine de acontecimientos que ocurren. Lo dicho, mucho por resolver y poca idea de cómo hacerlo.

También previsible era que al final Harry acabaría con Lord Voldemort. Pero podría haber sido un poco más épico, era lo que todos esperábamos. La cosa se despacha en unas líneas y sin demasiada emoción. Queda a años luz del desenlace de El señor de los anillos, que con todas las limitaciones sí que fue un final digno.

En resumen, un mal final que ensombrece a toda la serie, que decepciona y que muy posiblemente la lastre y la condene a ser un simple éxito comercial que explotar en películas y mercadotecnia varia. Una pena. No sé si tiene que ver con las expectativas creadas (siempre digo que nunca hay que esperar nada, que todo lo que venga sea de más) o que realmente el libro no está a la altura de su cometido. Si tenéis dudas, ahorrároslo. Y si no, tal vez sea más conveniente quedarse con la sensación que deja el sexto libro. Finales así, mejor no saberlos. En cualquier caso, lo que siempre se dice, que si sirve para que la gente se ponga a leer y le coja afición, pues ya va bien... (toma tópico final).

lunes, 27 de agosto de 2007

Bruce Springsteen. This little light of mine.

No es domingo, pero siempre es un buen momento para elevar nuestras plegarias a lo más alto (además de servir para rellenar mi falta de inspiración):


domingo, 26 de agosto de 2007

Sabiduría perdida


La idea del progreso nos ha hecho creer que el conocimiento se acumula, que de cada vez es mayor. Cuando en realidad sólo sabemos lo que sabemos, pero no todo lo que se ha perdido (que, en tanto que perdido, no es cuantificable, ni tan siquiera cognoscible).

sábado, 25 de agosto de 2007

Volver a empezar


Somos seres temporales, nuestro devenir y contante cambio hacen que podamos hablar de un antes y un después, que podamos marcarnos un pasado, un presente y un futuro, y que en cada momento seamos capaces de situarnos respecto a ellos. No obstante, y a pesar de esa "evolución" en nuestras vidas, estamos sometidos a los ciclos de la naturaleza, que marcan otras pautas temporales. Así, se puede hablar de varias clases de tiempos, que se pueden agrupar bajo los epígrafes de "naturales" y "vitales". Y como nuestras vidas se desarrollan encadenadas a lo que hemos dado en llamar naturaleza, los tiempos de la vida mantienen cierta correlación con ella. Así, sincronizamos nuestras actividades a las horas de luz u oscuridad según la necesidad, igual que los descansos y las épocas de mayor actividad están enraizadas en las estaciones calurosas y frías, respectivamente. De este modo, hay una cierta periodicidad en nuestras vidas, aunque en realidad las vivamos como algo continuo. Se podría resumir con la imagen de una espiral.

Para remarcar esta dicosciación entre los tiempos naturales y los vitales, señalaría el hecho de que el tiempo "oficial", el que todos hemos acordado, el de los calendarios, no coincide en sus fechas con los ciclos en nuestra actividad. Y así resulta que si bien el año empieza oficialmente en enero, toda la actividad humana se genera y empieza por estas fechas. Septiembre es un inicio vital. Se vuelve de las vacaciones, empiezan los cursos (el escolar, el político, el judicial...). El eje en torno al cual se mueve todo lo humano, al menos en esta zona geográfica, es agosto, que marca la bisagra del antes y el después en los ciclos vitales. Incluso llegamos a hablar de "el año pasado" queriendonos referir al pasado abril. Que luego el año cronológico empieza el primero de enero es pura anécdota, una excusa más para la fiesta, pero a efectos prácticos, vitales, no significa más que un simple cambio de número y de calendario.

Los días se acortan, las noches ya refrescan, el tiempo empeora poco a poco... La naturaleza nos da señales de que hay que volver a empezar otro ciclo en nuestras vidas.

jueves, 23 de agosto de 2007

Estrabismo


-¿Qué es lo que más te gustó de mi?
-Que eres bizca.
-Te lo he preguntado en serio.
-Y yo te he respondido en serio.
-¿De verdad? Sabes que eso siempre me ha acomplejado.
-Pues ya ves, lo que menos valorabas de ti es lo que a mi me atrajo.
-Pero, ¿porqué?
-No sé, me pareció que con esa mirada como perdida podías ver cosas que otra gente no ve, que penetras con más profundidad en las cosas. Y, créeme, me lo has confirmado.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Seres del vacío.


Los seres del vacío son como agujeros negros, absorben y pulverizan todo lo que cae en su órbita. Incapaces de saciarse, no pueden hacer otra cosa que buscar algo o alguien que los llene. Pero nunca llegan a un mínimo de confort, siempre hace falta más. Más sentimiento, más conocimiento, más gente, más de todo. Su vida puede convertirse en un errático ir de aquí para allá creyendo que en el próximo viaje, relación, salida, está la salvación, o encerrarse en la angustia y la tristeza del que sabe que nada va a satisfacerle, que haga lo que haga va a sentir el mordisco de la sensación de estar equivocado, de que aquello no es lo que le hacía falta. En el primer caso, pueden arrastrarte en su constante huida (que en el fondo no es más que eso) en busca de la definitiva serenidad. En el segundo, no hay serenidad posible, y la única salida es un cierto estatismo de la tristeza o, más probablemente, una espiral angustiosa que no puede conducir a otro lado más que al abismo más oscuro.

En tiempos de vacío, abundan estos seres, más los del primer tipo que los del segundo, porque seguimos aferrados a la idea de que hay algo que llenar, de que podemos alcanzar la plenitud. Pero no veo cómo, ni siquiera si vale la pena.

martes, 21 de agosto de 2007

Malas noticias


Llevaba un tiempo enfermo, sufirendo, y sabía que ese día iba a llegar, incluso se había preparado. Pero estas cosas siempre llegan por sorpresa, porque nunca vemos el momento de despedirnos.

Sucedió a primera hora, como él ya había supuesto. Sonó el despertador que le avisaba de que era el momento de levantarse para ir al colegio. Medio dormido, empezó a ponerse los calcetines que reposaban al pie de la cama. Era a mediados de enero, y el suelo estaba frío. Iba a ponerse en pie cuando sonó el teléfono. Su madre respondió e intercambió unas breves palabras. Mientras, él había empezado a calentarse la leche del desayuno. "Ha muerto", fue lo único que ella le dijo. Él siguió con sus cosas, destrozado pero sereno, incapaz de decir nada. En su cabeza, una canción de los Beatles sonaba sin parar, canción que desde entonces siempre le recuerda ese momento. No consiguió emitir ningún sonido hasta que todo el colegio supo la noticia, cuando alguien, observador, le preguntó que si él ya lo sabía de antes. Sí, lo había sabido antes que nadie. No en vano era su mejor amigo. Fue un día triste, y con el tiempo ha llegado a comprender que supuso un punto de inflexión en su vida.

lunes, 20 de agosto de 2007

De maravillas y bellezas


Cuando salió lo de la chorrada de las nuevas maravillas del mundo, que no sé muy bien a qué vino ni quién estaba detrás, enseguida caí en el hecho de que sólo se tenían en cuenta obras arquitectónicas. Ciertamente, son vistosas y algunas muy espectaculares. Supongo que se trató de un agravio comparativo con las otras siete maravillas, las antiguas, que eran todas construcciones (las mafias del ladrillo ya actuaban). Pero se podría haber abierto un poco el abanico y haber aceptado algo más. Pintura, literatura..., pero sobretodo música. Porque, y esto es totalmente subjetivo, creo que la música es el arte más elevado y más artístico, y el campo en el que el ser humano ha hecho las cosas más grandes. El Requiem de Mozart o la 9ª de Beethoven dejan pequeña a la más hermosa construcción. Así que, si para alguien lo son, esas siete maravillas no lo son para mi.

Ayer hablé sobre belleza. Pero sobre la belleza corporal, con minúsculas. La Belleza es otra cosa. Algunas músicas pueden hacerme olvidar de la otra belleza. Belleza es esto:

domingo, 19 de agosto de 2007

De primeras y segundas impresiones


La belleza tiene una ventaja, que actúa a distancia. Nada más aparecer alguien que cae dentro de los cánones de la belleza (una mezcla de consideraciones cuturales y de moda con otras de carácter más personal) capta nuestra atención sin suponer un gran esfuerzo de la otra persona. Y nos sentimos atraídos. Y bien aprovechada, puede ser una potente arma de seducción y posteriormente de manipulación.

Pero tiene una desventaja, que mucha gente sólo ve esa belleza y se mueve en función de ella, ocultando otras cualidades. El peligro es de dejarse llevar por el atractivo que uno ejerce sobre los demás, como algo que viene dado sin más, cayendo en una espiral de la belleza por la belleza que además de a los demás, puede arrastrarlo a uno mismo.

Y uno, que es un ser sensible a la belleza, puede quedarse embobado viendo a una camarera tras la barra, o a una chica contoneándose en un rincón. Pero a la hora de la verdad, lo que a uno le provoca ese pellizco en la boca del estómago puede ser cualquier pequeño detalle y no el conjunto. Unos ojos vivos, una sonrisa, algún gesto, un lunar... No sé, cualquier pequeña tontería en la que otros no se fijarían puede llegar a ser lo primero que yo mire. Y si además va acompañado de inteligencia y buena conversación, el atractivo se multiplica (lo que ocurre es que no es a distancia, es más bien a posteriori). Porque, no nos engañemos, la primera impresión es la que cuenta, pero si no hay una segunda (y una tercera) que la sustenten, se hunde en la nada.

sábado, 18 de agosto de 2007

Albert Fish


Se trata de uno de los personajes más perturbados e inquietantes que ha dado la historia criminalística en las últimas décadas. Desarrolló su actividad en el primer tercio del siglo XX y, aunque no se le imputan muchos crímenes, los confirmados son de una gran crueldad. Además de sus asesinatos, hay que tener en cuenta una personalidad profundamente perturbada, que es lo que lo ha hecho interesante. Como ocurre en muchos casos, la apariencia de Fish era inofensiva, demasiado amable incluso, un venerable anciano que no representaba ninguna amenaza. Pero tras la fachada se escondía una psique enferma y desalmada.

Sus víctimas eran niños, oficialmente mató a cinco, pero se supone que acosó a más de cien. Abusaba de ellos y los introducía en prácticas sadomasoquistas. El caso más famoso, por el que se lo recuerda y que terminó causando su detención, es el de Grace Budd, una niña de 10 años a la que, aprovechando que sus padres le confiaron su cuidado, descuartizó y cocinó para luego comérsela. Si ya de por sí esto es repugnante, poco después Fish escribió una carta a la madre de la niña contándole todos los detalles de su muerte y de lo que hizo con ella.

Una de las cosas que más llaman la atención de Albert Fish, es que su carrera delictiva comenzó más bien tarde, en su madurez. Desde siempre había tenido las tendencias sádicas que le condujeron hasta el asesinato, pero las desarrollaba en un contexto de juegos sexuales que en principio no iban más allá. Se casó y tuvo varios hijos, y fue cuando su mujer le abandonó que se disparó su crueldad. Fish mantenía oculta su tendencia homosexual y pedófila, y la liberación que sintió al ser abandonado por su esposa supuso la apertura de una compuerta que dejó escapar su personalidad de forma torrencial. Así, empezó a desarrollar un delirio religioso en el que tenía visiones de Jesús instándole a matar, y una obsesión por los mártires del cristianismo (San Pedro, San Sebastián...) y la historia de Abrahám y el sacrificio de su hijo. Tenía una visión trágica de la religión, en la que el sacrificio y la crueldad suponían la cercanía con lo divino. Así, poco a poco fue subiendo los escalones que le llevarían al asesinato con fuertes tintes rituales. Al matar a Grace Budd y luego comérsela, muy probablemente se sintió más cerca de Dios, santificado y redimido (no hay que olvidar las fuertes connotaciones de canibalismo que tiene la misa cristiana), al mismo tiempo que provocando el dolor en sus víctimas creía estar haciéndoles un bien, poniéndolas en contacto con lo sagrado.

Pero no sólo infligía dolor a sus víctimas, sino que también hería su propio cuerpo. Es sabido que se flagelaba. Pero el descubrimiento más escalofriante iba a llegar tras su detención. En una revisión médica en la prisión, al hacerle una radiografía descubrieron más de una docena de objetos metálicos (clavos, agujas...) alojados en su región pélvica, que habían sido introducidos a través del bajo vientre, del escroto y del perineo y que llevaba allí desde hacía ya tiempo. Tan impactante fue el descubrimiento, que desde el mismo momento de su ejecución en la silla eléctrica en 1936, empezó a circular la leyenda urbana de que tanto metal dentro de él provocó un cortocircuito.

Como dato curioso, la historia de Fish sirvió de inspiración al escritor Thomas Harris para crear a su personaje más popular, el caníbal Hannibal Lecter.

viernes, 17 de agosto de 2007

Pantomima


Cada vez me siento menos a gusto con más gente. Esa manía por hacer ver que nos lo pasamos bien y que estamos felices me mata. Y yo también caigo en ella, más de lo que parece y de lo que querría. Pero luego paro y pienso que a nadie le importan mis desvelos y angustias, y que tal vez a las personas a las que se los podríamos confíar no se los contamos por el aprecio que les tenemos (no ya porque no les importen, sino por no preocuparlos y tal vez hacerles sentir mal por algunas cosas). Aunque quien de verdad está con nosotros lo nota y se ocupa de hacérnoslo saber. Pero éstos son menos de los que nos pensamos. Tal vez es por eso que nos escondemos en la máscara de la felicidad, para no descubrir que para muchos de los que creemos a nuestro lado y a los que tenemos en alta estima les somos indiferentes. Y la sorpresa puede ser mayúscula, porque puede llegar a resultar que gente a la que hemos ignorado esté más pendiente de nosotros de lo que creíamos.

Nada, a seguir con la farsa de la felicidad.

jueves, 16 de agosto de 2007

Servicio técnico


Cada vez estoy más convencido de la deriva absurda y surrealista que está tomando nuestro mundo. Siempre nos habíamos quejado de las administraciones públicas y aquello del "vuelva usted mañana" y todo el papeleo y pasos incomprensibles que hay que seguir para conseguir ayudas, cmabiar algunos datos o lo que se tenga que hacer. Pero parece que eso que dan en llamar "empresa privada" (podríamos discutir largo y tendido sobre ello) lleva un tiempo adoptando los mismos métodos. No sé si soy yo que soy gafe o si realmente es así, pero siempre me pasan las cosas más raras cuando se trata de comprar o reclamar algo. A veces hasta comprar, que denbería ser fácil (se trata de hacerles ganar) es lo más complicado del mundo. Nunca tienen lo que quieres, o te hacen darles datos personales (con la excusa de tener una ficha). Pero a la hora de reclamar la cosa se vuelve pesadillesca.

Haré un breve resumen. Se me rompe una bisagra del portátil. Sé que estas cosas tienen muy mala pinta, porque se te tienen que llevar el aparato a la quinta puñeta (para nosotros, confinados en una isla en un rincón del país, Madrid es como el extranjero) y rezar porque no se pierda o estropee por el camino. Además, está el problema del tiempo. Porque puede pasar mucho entre que te recogen el trasto, lo mandan, lo arreglan (con el debido tiempo de espera, porque si tienen que reparar ordenadores de todo el país debe haber bastante) y luego te lo devuelven. Dicen que es cosa de un mes (aunque he leído crónicas terribles sobre eso). Como no quiero resignarme a mandar mi ordenador a la península, decido consultar en la web a ver si hp tiene algún servicio técnico por aquí. La consulta me devuelve dos resultados. Y en Palma. No me lo puedo creer. Me pilla la fiesta de por medio. Ningún problema porque el problema sólo es de la bisagra, que impide al portátil cerrarse bien, y la cosa no interfiere en el funcionamiento de la máquina. Esta mañana, en medio de un calor y una humedad infernales (casi diría que uno de los peores días del verano), cojo el maletín con mis 3 kilos de ordenador y voy al sitio más cercano que salía en la web. De vacaciones. Ando un poco más y me voy al otro, que afortunadamente está abierto. Entro y una señorita muy amable me atiende. Resulta que allí sólo dan cobertura a empresas. Los particulares que se jodan (no me lo ha dicho así pero es la traducción más entendible). Para contrarrestar mi cara de decepción y cabreo, me da el teléfono del servicio técnico de hp, que ésta en Madrid (cómo no, y luego hemos de oír a los señores gobernantes presumiendo de "descentralización" y "autonomía" y gilipolleces varias), y que curiosamente empieza por 902. Llamo, esperando lo peor. Y efectivamente, lo peor ocurre. Responde un contestador, que tras varias opciones escogidas, me deriva a una voz viva. Menos mal, y además suena amable. Me pide datos y cosas que no sé muy bien dónde están y cuando por fin me hace la pregunta clave (¿cuál es su problema?), me da una dirección web, donde tengo que rellenar un formulario donde hay preguntas que no sé cómo he de responder y en el que en la lista de problemas no sale el que yo tengo. Por no salir, ni me sale el modelo de ordenador. Mal vamos.

Hace menos de dos años que tengo el aparato. En teoría la garantía debería de funcionar. Pero la señorita del teléfono, lo único útil que me ha dicho es que para ellos la garantía ya se ha acabado. Me dice que el primer año lo cubren ellos, y que el segundo lo cubre el establecimiento donde lo compré. En vista de las dificultades que me estaban poniendo, he decicido ir al corte inglés, que queda a dos minutos de casa, a ver si puedo rascar algo o si al menos el traslado a Madrid me lo pueden hacer ellos, que yo no me aclaro ni con el teléfono ni con la web (parece que lo hicieran con toda la intención, complicado para que desistamos y ahorrarles trabajo). Voy a la sección de ordenadores y les cuento mi problema sin muchas esperanzas. Pero he tenido suerte y he topado con alguien curioso que ha querido ver el ordenador y comprobar con sus ojos lo que le ocurría. Me ha dicho que no había nada roto, sino que el tornillo de la bisagra se había descabezado y no la sujetaba como tocaba. Al final la solución ha sido ponerle otro tornillo, y en cinco minutos ha estado hecho. Ha habido suerte, porque si hubiera encontrado a alguien menos dispuesto me hubiera quedado sin ordenador por una temporada, y ahora lo necesito. Total, por una chorrada. Ahora todo está bien, pero el sofocón nadie me lo quita. Y el cabreo tampoco.

Somos rehenes de lo que decidan sobre nuestras cosas. Nos sermonean sobre la libertad de elección en el mercado. Ciertamente, somos libres, pero de atarnos. Porque al final estamos atados a sus procedimientos y políticas de empresa. Porque cuando se trata de tecnologías, no acaba todo con la compra, sino que hay que tener en cuenta que se pueden estropear. Y muchas veces ahí está la trampa. Y lo peor es que todas las empresas hoy en día actúan así, así que lo único que cabe escoger es la que tenga un servicio técnico más rápido. Para eso hay los foros de internet. Y yo ya tuve la precaución cuando compré el portátil de elegir una marca que tuviera a la gente contenta. Además, conozco de cerca algún caso, y me dijeron que hp es rápida y no pone muchos problemas. Pero qué queréis que os diga, da mucha pereza meterse en estos fregados, aunque sepas que va a ser mejor que con otras marcas. Menos mal que al final ha salido bien.

PD: y encima les hago publicidad. Si es que...

martes, 14 de agosto de 2007

Alegría


Algunos días te levantas ligero, con fuerzas para lo que sea. Las cargas que ayer parecían tan pesadas se vuelven nimias, incluso se llevan con ganas y placer. Hasta te atreverías a hacer cosas que otros días parecen imposibles. No sé si tendrá que ver con el sueño. Y tampoco sé si hoy es uno de esos días.

lunes, 13 de agosto de 2007

Anclados en el tópico


"No somos nadie"
"Hay que vivir a tope"
...
Son cosas, topicazos que soltamos ante la desgracia ajena, para hacer ver que nos afecta, y que normalmente son dichas por gente que no acaban de entender bien de qué va esto de la vida (o que al menos no lo han intentado, ya que saberlo es algo complicado, si no imposible).

domingo, 12 de agosto de 2007

"Yo"

Hoy cuelgo un par de artículos aparecidos en torno a la película "Yo", de Rafa Cortés. Se trata de una de esas películas que salen cada mucho tiempo, de esas que nadie ve pero que crean escuela y mueven a la reflexión. Claustrofóbico y más que interesante film sobre Mallorca en el que lo de menos es la historia que se nos cuenta, y en el que nadie debe buscar los tópicos sobre la isla. Diría que hay cosas de la película que sólo un mallorquín puede apreciar y valorar, pero no debe ser así dadas las buenas críticas y reconocimientos que está recopilando. Los artículos vienen de la mano de dos de las firmas más destacadas de la prensa mallorquina, y los dos han sido publicados esta semana en Diario de Mallorca, justo cuando yo la he ido a ver. Por supuesto, recomiendo la película.

Dos títulos (el artículo es más largo, pero lo mutilo para poner sólo la parte dedicada a nuestra película).
José Carlos Llop

"Yo"
Quien sí ha leído, sin duda, Un invierno en Mallorca es Rafa Cortés, el director de la película Yo y no creo que jamás pidiera que ese libro se retirara del mercado. Nada sabía del realizador mallorquín hasta que leí una entrevista suya con Matías Vallés, aquí en Diario de Mallorca. Me pareció un hombre inteligente y sensato. Como me lo pareció su película Yo, la tarde del martes, en el cine Augusta. En esa cinta gris, quemada, lluviosa, movediza y de atmósfera asfixiante, intuí nuestro Invierno en Mallorca del siglo XXI. Madame Sand ha sido sustituída por un proletario alemán -Alex Bredemühl, coautor del guión- que trabaja en una possessió mallorquina, propiedad de otro alemán déspota, adinerado -cómo si no iba a ser déspota en Mallorca- y casado con un impagable personaje de ficción del que casi, casi, podríamos nombrar sus modelos reales (al menos conocemos a algunas así). Pero no voy a contar el argumento: vayan a verla, es una buena película -¡por fin!- que surge del conocimiento de la voz profunda de la isla y sus atavismos. Rafa Cortés, pese a algún lapsus narrativo y un par de efectismos gratuitos (nada más angustioso que la normalidad cotidiana y él lo sabe, no es necesario recurrir a palomas y disfraces), ha creado una gran atmósfera y una estupenda galería de personajes -los tres alemanes son impecables, lo mismo que los (profesionales o amateurs) actores locales (desde Aina de Cos -sigo enamorado de ella- a la densidad de Margalida Grimalt; de Rafel Ramis -delicioso- a Miquel Pujol, que está que se sale en una escena de café que nos define más que todos los estudios sociológicos del Govern, Consell y ajuntaments autonómicos). Pero hay más y me dejo en el tintero: los diálogos son muy buenos -como el cartel de la película-, el lenguaje del Truc como metáfora de una idiosincrasia es un hallazgo a incorporar para siempre, la textura de las paredes -la cal inversamente vermeeriana de los interiores o la piedra de los marges- es un personaje más -y qué personaje-, y Mallorca un lugar gris y sin mar, un lugar donde llueve y nadie dice la verdad porque se calla y cuando se habla se está hablando de otra cosa. La esperanza, claro, sólo está en la imposibilidad, física y metafísica, de una integración que es negada hasta a los mismos mallorquines, seres desterrados de sí mismos, como sabemos, desde que el tiempo es tiempo, y Rafa Cortés nos ha contado cinematográficamente en Yo, como nadie hasta ahora. Ah, el proletario alemán -al revés que madame Sand- se convierte -increíblemente- en uno de los nuestros y no estoy contando el final porque en Mallorca nunca hay final. Pese a la fatalidad, mi aplauso y mi enhorabuena.


Mucho más que ´Yo´
Matías Vallés

Se adentró con timidez en la cartelera, y ya la han visto más de cuatro mil mallorquines. Mi teoría es que Yo no se afianza como la enésima película que pretende penetrar en los recovecos de la psique humana y sus sextos sentidos -de hecho, sólo me molestan sus zonas de solapamiento con Los otros-, sino como el mejor retrato hasta la fecha de la Mallorca alemana. He escrito y leído miles de artículos, libros, poemas, contratos de compraventa y canciones al respecto. Sólo el guión que fusiona al director indígena Rafa Cortés y al actor teutón Alex Brendemühl ha obrado el milagro de la exactitud.
Cuesta dar la conformidad a una creación artística, en tiempos de estafas generalizadas. Ahora mismo se podrían quemar, sin desdoro para el arte, la mayoría de productos que cuelgan bajo esa etiqueta de paredes mallorquinas. Yo, donde Cortés explora el momento en que has de mentir para decir quién eres realmente, escapa a la hoguera. Le discuto el título, que debió ser Nosotros -o El triunfo de la falta de voluntad, parafraseando a Leni Riefenstahl-. Me desmarco de su discurso sobre la consciencia, para quedarme en la conciencia de que no toda la discriminación es racista. Los mallorquines, y el insólito alemán pobre de la película, equivalen a lo que en Estados Unidos llaman la basura blanca o white trash, frente al káiser que se sacude cesarista sus fajos de euros en negro.
Aunque te decepcione, aunque te desconcierta, nunca te descuelgas de la historia de Yo. Quieres averiguar qué sucede, aunque no suceda nada. Encima, Cortés domina la caligrafía de su oficio. Se luce en la escena de sexo, en el circuito intransitable de la vivienda angosta, en la coreografía de un manojo de extraordinarios actores mallorquines. De dónde salen estos calvos memorables, la mujer de la pata de palo es una diosa del cine mudo. Los espectadores abandonan la sala hablando de la película, aunque no les haya gustado. No es la historia de una derrota, sino de una isla que proscribe la victoria. Merece todavía más audiencia, o todo está perdido.

sábado, 11 de agosto de 2007

Alma sonora



La escena musical mallorquina anda muy interesante en los últimos tiempos. Proliferan los locales en los que les dan una oportunidad a los grupos que van surgiendo. Y también abundan grupos interesantes a los que se puede ver a menudo y seguir. Y además, uno se dedica a, poco a poco, ir conociendo y descubriendo lo que se mueve en el panorama.

Anoche les tocó a los Alma Sonora, banda que se dedica sobretodo a hacer versiones de clásicos del rock, con algunos temas propios. Queen, Pink Floyd, Beatles, AC/DC, Kiss, ZZ Top, Led Zeppelin, Elvis, Rolling Stones, Deep Purple, Chuck Berry, Credence Clearwater Revival, Wilson Pickett... Un repertorio que es algo así como la banda sonora de buena parte de mi vida, para estar cantando sin parar todo el concierto. Así que la diversión estaba asegurada. Lo mejor de todo, y que le da el toque especial al grupo, el violín (y la violinista, para qué negarlo). Uno de los momentos más intensos fue el medley que se marcó con las bandas sonoras de "Braveheart" y "El último mohicano", aderezados con alguna tonada tradicional irlandesa y salpimentados por los contundentes sonidos de la batería y la guitarra.

Una cita imprescindible (otra más) para quien se pase por la isla y le guste el mejor rock de todos los tiempos (pero sobretodo de los 70). Una gozada.

Más en: www.myspace.com/almasonora

viernes, 10 de agosto de 2007

S'aujub


En algunas casas antiguas de la isla, sobretodo en los pueblos y en el campo, hay pozos interiores. Pozos que se encuentran el misma cocina, o en el portal de entrada. Normalmente se trata de aljibes que recogen el agua de la lluvia y la almacenan para surtir a los habitantes de la casa. El hecho de que normalmente estén en la cocina resulta muy útil, ya que está a la mano una fuente de agua fresca para cocinar o para beber. No es extraño que, durante la comida, la gente se levante de la mesa para llenar sus vasos directamente del cubo.

Son lugares extraños estos pozos. En primer lugar porque un pozo siempre es una abertura hacia realidades submundanas oscuras y húmedas que ya de por sí nos resultan inquietantes y misteriosas. Lo normal es que estén fuera, a la entrada o en los patios traseros, quedando relegados a la parte externa de la casa, como si así, al poder entrar más luz solar en sus interiores, parte de su misterio se viera neutralizado. Pero la puerta de los infiernos dentro de casa es más angustioso. O una forma de tenerlos presentes siempre. Curiosamente, es habitual que sobre estos pozos haya una ventana, conjuntando así una abertura a la luz y otra a la oscuridad, poniendo en contacto las profundidades del subsuelo y la luminosidad celeste, con todo lo humano y cotidiano en medio.

A mi siempre me han creado cierta ansiedad estos pozos. En parte por la precaución infantil inculcada por los adultos. "No te asomes mucho, que una vez un niño se cayó dentro". Pero también porque son lugares atípicos. Se trata del único sitio de la casa al que no llega la luz, y los ruidos que produce son de todo menos tranquilizadores. La cadena al subir y bajar el cubo parece traer consigo todas las ánimas del purgatorio, ya que el eco hace que suene más escalofriante. Además, el chorro que cae por el agujero que estos cubos suelen tener en el fondo resuena por todos lados. Y no hay que olvidar el constante goteo del agua, que se cuela por todas partes de la casa, sobretodo por las noches, cuando el silencio reinante hace que desde las habitaciones se oiga.

Soy un tipo de ciudad, mi familia no tiene ninguna finca o casa en ningún pueblo (algo muy común en Mallorca), pero conozco varias, e incluso he dormido en ellas. Y reconozco que no he dormido a gusto. En parte por los extraños sonidos y en parte por estar en un lugar desconocido (lo cual nos pone alerta y nos dificulta conciliar el sueño).

Nunca me han gustado estos pozos, pero siempre que he tenido la oportunidad he asomado la cabeza, esperando no ver ningún reflejo o movimiento extraño allí abajo.

jueves, 9 de agosto de 2007

Son niños, no tontos


En mi contacto habitual, por razones laborales, con el sector más joven de la población (y con sus padres), observo cierta tendencia a idiotizar a los niños, a mantenerlos en un supuesto estado de inocencia y de engaño generalizado a base de medias tintas e imágenes que podríamos calificar de "infantiles", siempre según los esquemas de los adultos. Porque siempre hay que hablar desde la óptica de los adultos, ya que somos nosotros los que proyectamos en nuestros niños lo que creemos que debe ser la infancia. Y así, les asignamos una inocencia y unas características que no siempre poseen. En realidad, todo es fruto de su inmadurez vital y de su poca experiencia, y no de una especie de estado angélico en el que viven.

Obviamente, nuestros infantes necesitan de supervisión, porque no conocen ni calculan los riesgos de sus acciones, y porque la curiosidad del que lo está descubriendo todo por primera vez les lleva a cometer imprudencias y temeridades. Por eso hay que estarles encima y enseñarles las cosas. Pero muchas veces se les evita acceder a según que realidades, escondiéndolas tras imágenes que responden más bien al deseo de los mayores de mantener y perpetuar los estereotipos que sobre ellos hemos generado. Y ello lo hacemos con cierto ensañamiento, ya que acompañamos la inocencia a golpe de miedo. En parte por lo que he dicho de la seguridad y en parte por gusto, les metemos el miedo en el cuerpo. Los niños son fácilmente impresionables y manipulables. Y asustándolos los hacemos más a imagen y semejanza de nuestros sueños sobre ellos (brujas, hombres del saco, lobos..., el imaginario del miedo infantil es rico y profuso, lo que nunca nos cuentan es que esos miedos les son inculcados). Lo que se busca no es hacer personas indepedientes y lo más completas posible, sino materializar y satisfacer una imagen mental que tenemos y que en gran medida es falsa (en parte porque somos fruto de esos intentos), pero que insistimos en reproducir de forma machacona.

Esto no quiere decir que haya que ser crudo con los niños, pero sí que no hay que andarles escondiendo cosas que tarde o temprano descubrirán. O engañándolos directamente. Hay que decirles las cosas, explicárselas de la forma que ellos mejor puedan entender y hablarles. Hablarles mucho. Puede llegar a ser mucho mejor hablar con un niño que con un adulto. Y si no lo entienden, ya lo entenderán con el tiempo. Pero que no puedan decir que se les ha mantenido en el engaño, porque a veces, para calmar sus ansiedades, les decimos cualquier cosa que sea sencilla y que los mantenga callados un rato (pueden llegar a ser muy incordiantes), aunque no sea verdad. Son niños, no son tontos.

Y como regalo, una canción peculiar sobre el imaginario infantil:

miércoles, 8 de agosto de 2007

Uniformidad


Resulta sorprendente lo cuadriculada y estereotipada que puede llegar a ser la gente. Ante los mismos estímulos responden igual. Se les dice algo y te contestan con los mismos argumentos, la mayor parte de las veces tomados de alguna tertulia radiofónica o calcados de lo dicho por algún líder (político o no). Es así de triste. Y luego en seguida nos salen con la libertad. ¿Libertad decís? Monos de repetición, eso es lo que sois. Y se creen originales y estupendos por ser los primeros en llevar la última moda marcada desde no se sabe dónde dentro de su tribu. Todos a los mismos sitios, por los mismos sitios, con las mismas músicas, incluso hablando igual. En medio de las grandes profecías apocalípticas sobre miles de desapariciones en el futuro, aún no he oído hablar a nadie de la más que probable pérdida de los idiolectos. ¿Nadie se ha dado cuenta de que se habla igual?.

Por eso huyo cada vez más de los lugares en los que hay gente. Las masas me dan pavor. Y no por lo que puedan hacer, o por su supuesta irracionalidad, sino porque me devuelven mi reflejo, porque en ellas me siento parte de la masa. Y eso me angustia. No quiero ser como ellos, aunque la prueba de que no soy distinto es que más de una vez me veo metido en una multitud (y no en la móvil masa humana de la ciudad, en la que cada individuo va a su ritmo y en una dirección distinta) que mira una misma pantalla, o ve el mismo concierto, o, sencillamente, se mueve en la misma dirección. O eso, o haciendo lo mismo que muchísima otra gente que intenta usurpar mis gustos, mis aficiones, incluso mis relaciones. A veces llego a pensar que no son más que figurantes, imitadores baratos e inauténticos que pretenden minar mi autoestima. Si pudiera acabar con ellos...

martes, 7 de agosto de 2007

Memoria RAM


Ayer tuve un momento de inspiración y se me ocurrió algo buenísimo. En seguida pensé en escribirlo aquí. "Qué bien, ya tengo entrada para mañana". Pero al cabo de cinco minutos se me había olvidado. Así me sucede en muchas ocasiones. Pienso que se trata, o bien de ideas muy malas, o de genialidades que se refugian en el olvido de que un mediocre como yo las escriba y se van en busca de mentes más brillantes que la mía. Que les cunda.

lunes, 6 de agosto de 2007

Mi objetividad subjetiva


Cada vez veo más claro eso que se dice de que contamos la historia según nos va en ella. Que tendemos a interpretar todo lo que nos rodea según nuestros intereses y nuestros estados anímicos. Eso de la objetividad, al menos a nivel cotidiano, es un cuento. Y de los gordos. Supongo que inventado por los que nos quieren imponer su objetividad subjetiva.

Hay días en que todo es monócromo y otros en los que el color hace que duelan los ojos. Los sentimientos están sobrevalorados. Y los ponemos ahí afuera, en otras personas o circunstancias. Cuando al final resulta que dependen de que hayamos dormido bien o no. Son unos tiranos. Y nosotros unos súbditos fieles y sumisos.

domingo, 5 de agosto de 2007

Atorado


Metido en mis pensamientos, anclado en mis sentimientos, movido por ellos sólo puedo llegar a una especie de inmovilidad crónica, un no querer saber nada más y un no querer ir más allá. Porque cuanto más lo pienso, menos me decido. Y cuanto menos decisión, más inquietud, y con ella el estatismo. Como el resto del naufragio que, presa de alguna corriente, sólo puede alejarse y acercarse a la orilla, sin remedio. Así se mueve todo en mi interior. Cerca y lejos a la vez, temeroso de encallar, pero parado al fin y al cabo. Con un movimiento estereotipado que ya cansa, que ni yo mismo me creo (lo más extraño es que los demás sí parecen creerlo). Sin poder navegar ni hundirme, dejando fluir toda mi basura, aportando poco. Vacío, pobre, desesperado. A la deriva. Pero la deriva no me lleva a ninguna parte. Ni me acerca ni me aleja. Y no sé qué prefiero, si estar aquí o allá, porque las dos opciones tienen sus atractivos y sus peligros y desazones.

¿Qué le vamos a hacer? Habra que seguir abierto y cerrado.

viernes, 3 de agosto de 2007

Las encrucijadas del laberinto


"Pensar no es salir de la caverna, ni sustituir la incertidumbre de las sombras por los perfiles bien definidos de las cosas mismas, el resplandor vacilante de una llama por la luz del verdadero Sol. Es entrar en el laberinto... Es perderse en galerías que sólo existen porque nosotros las cavamos infatigablemente, dar vueltas en el fondo de un callejón sin salida cuyo acceso se ha cerrado tras nuestros pasos -hasta que este girar abre, inexplicablemente, fisuras factibles en el muro."

Cornelius Castoriadis (1922-1997). Las encrucijadas del laberinto, vol. I.

jueves, 2 de agosto de 2007

Filósofos peculiares


A lo largo de la historia, los filósofos han acumulado un aura de seres extraños, despistados y perturbados. Gentes, en definitiva, poco recomendables. Al igual que el tópico del científico loco, la filosofía no se libra de tener sus tópicos, que suelen acudir a la pedantería y el enrevesamiento. Ciertamente, algo de eso hay, porque más allá de las doctrinas que profesaron (algunas de ellas auténticamente desquiciadas), existen numerosas anécdotas sobre sus rarezas y manías, así como muchos casos de angustia, desesperación y locura.

Ya desde el principio tenemos un relato significativo. El que en todos los libros de texto es puesto como el primer filósofo, Tales de Mileto, cayó en un pozo por ir mirando a las estrellas. Lo más seguro es que la historia sea falsa, y se trate más bien de una parábola para recordarnos que de tanto mirar lejos es posible que nos tropecemos con lo que tenemos cerca. En cualquier caso, no deja de resultar sintomático que la anécdota se atribuya a un filósofo.

Esto en lo que respecta al despiste, porque la locura es otro caso. El primer rasgo de trastorno mental lo podemos encontrar en Sócrates, que oía voces que él interpretaba como de origen divino y que le hacían quedarse en stand by durante largos períodos. Esto también les ocurría a los medievales, que tenían visiones, iluminaciones y chivatazos de naturaleza divina que los llevaría a la santidad en muchos casos (San Agustín, Santo Tomás, Ramon Llull, los místicos...), pero que la psiquiatría moderna estudia con gran interés. Pero tal vez el caso de loco más famoso de la filosofía es el de Nietzsche, que acabó sus días en la más completa demencia en un manicomio alemán, incapacitado para la reflexión y el autocuidado, dependiente de su madre y de su hermana. Wittgenstein tampoco se queda atrás, atormentado por su homosexualidad y con tendencias místicas y aislacionistas. Aunque el caso más grave y poco conocido es el de Althusser, que mató a su mujer en lo que los forenses calificaron como un ataque de locura.

Mención aparte merecen los "raritos" con Kant a la cabeza, del que se dice que era un hombre tan de costumbres que sus conciudadanos aprovechaban su paso para poner en hora los relojes. Schopenhauer con su misantropía y misoginia también es un buen ejemplar de tío raro. Y no hay que olvidar a Diógenes, del que hablé el otro día, que también es una buena pieza. Entre estos podríamos citar a los megalómanos, como Hegel o Nietzsche (como vemos, a veces los podemos meter en varias categorías).

Otra categoría es la de los desgraciados (a los que la vida no les trató lo que se dice bien) y atormentados: Nietzsche de nuevo (la verdad es que no me gustaría ponerme en su piel), Benjamin, Wittgenstein de nuevo...

Por supuesto, también han habido filósofos más o menos normales, bien integrados en la sociedad y poco conflictivos. La progresiva academización y profesionalización de la filosofía ha dado algunos personajes estándar, que se han dedicado a dar sus lecciones y a sus estudios. Suelen ser profesores respetables y se dedican a escribir ensayos. Aquí podríamos citar a los más o menos contemporáneos: Heidegger, Derrida, Baudrillard, Vattimo...

Y para terminar, podríamos citar a algunos tarambanas, mujeriegos y canallas: Sartre, Rousseau, de Descartes también se oyen rumores, al igual que de Heidegger. Aunque supongo que los respetables profesores de los que he hablado antes también deben tener algo de esto, puesto que el ámbito universitario en el que se mueven les da acceso a jovencitas fácilmente impresionables por la sabiduría de un profesor madurito (de hecho, Sartre y Heidegger supieron aprovechar bien estas circunstancia).

En fin, como se ve, muchos personajes hay en el mundo de la filosofía. Y seguro que me dejo algunos en el tintero, bien porque ahora mismo no me vengan a la cabeza o bien porque desconozco sus casos. En cualquier caso, el futuro está asegurado, porque podría dar algunos ejemplos de cada una de estas categorías entre los alumnos de filosofía.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Lo que no decimos


He escrito varias veces sobre la dificultad que tiene el lenguaje para expresar algunas realidades, sobre lo que el lenguaje deja fuera de sí. Pero hoy quiero no sobre lo que no se puede decir, sino sobre lo que se puede decir y no se dice. Y no siempre se trata de una cuestión lingüística, ya que lo que no se puede expresar con palabras, se puede hacer de algún otro modo (hay que tener en cuenta que la comunicación no sólo es lingüística).

Muchas veces nos quedamos con las ganas de decir algo. Algo que nos molesta, una palabra cariñosa, reconocer algún mérito a alguien... La mayoría de ocasiones se trata de cosas sin mayor importancia, pero otras veces lo no dicho quema en nuestro interior. Bien porque sea algo importante para nosotros o porque pueda serlo para los demás, nos cuesta entrar en según que terrenos. El de los sentimientos es uno de ellos. Porque lo que sentimos involucra a todo nuestro ser, y expresarlo, tanto lo positivo como lo negativo (en ocasiones nos enfadamos con alguien a quien queremos demasiado y por eso nos cuesta hacérselo saber), puede llevar a un cambio radical en nuestra existencia (perder a alguien o ganarlo, da igual, en cualquier caso hay que hacer reajustes vitales). Y el cambio da miedo, sobretodo cuando uno está bien como está. Porque seamos realistas, detrás de lo no dicho está el miedo. Y para negarlo nos inventamos las excusas más pergrinas. No saber cómo, no ver el momento (pero tampoco favorecer que se dé)... Todo son excusas para no mostrar lo que de verdad nos ocurre. Tenemos miedo. Eso que tanto tememos y que está detrás de casi todo lo que hacemos. Y de lo que no hacemos también.