viernes, 20 de abril de 2007

Diario de un congreso. Día III

Calle Huertas

E
l inicio del tercer día de congreso fue peor que el del segundo. Más sueño y más pereza. Pero ya estábamos en marcha y había que seguir. Nos levantamos un poco más tarde, dispuestos a perdernos algo de la primera parte de la mañana. Al final nos perdimos casi toda la mañana. El bar y la compañía pudieron con los sesudos análisis. El ambiente universitario es lo que tiene. A la hora de comer las chicas nos volvieron a arrastrar al centro de Madrid, a Chueca en concreto. Al menos esta vez hubo algo más de interacción, lo cual estuvo bien. Comimos en un restaurante de rumanos en el que me dio un bajonzao de esos que te provoca el hambre y el sueño. Creí que ya me daba uno de mis ataques de hipocondria-ansiedad, pero con la comida se me pasó.

La tarde transcurrió entre salidas y entradas en el sopor. Salí del sueño para atender a la comunicación de Benedicto, sobre la postura de la Iglesia respecto a la homosexualidad que resultó de lo más interesante. El comentario que hicimos entre nosotros, para darnos autobombo, es que la UIB está creando su propio estilo, con argumentaciones más o menos claras y sin demasiados artificios conceptuales. Felices y autosatisfechos por nuestra excelencia comunicadora, pasamos de las últimas conferencias del día y pasamos a interactuar con los demás en el bar. Hablamos entre nosotros y con los demás, que poco a poco se va conociendo a gente y te apetrece más hablar con ellos que escuchar a un profesor del que no se sabe muy bien de qué está hablando (a veces tuve la sensación de que ni ellos lo sabían, o al menos no lo sabían transmitir).

Teníamos que haber ido a pasear por el retiro con las chicas, pero no fuimos, nos quedamos en el bar esparando a que Diógenes acabara de interactuar con una chica con la que se tiró un buen rato hablando. Así se nos pasó el tiempo y llegó la hora de cenar. Buscamos un VIPS y allí nos apalancamos. Siempre me ha gustado esta cadena, y en Palma tuvimos uno que cerró hace un par de años, así que había que aprovechar la oportunidad que teníamos y había ido a Madrid con el propósito de cenar algún día en un VIPS. Y como era la última noche que estábamos allí, pues hubo que ir. Al salir estaba lloviendo, y no llevávamos paraguas. Nos metimos en el metro para llegar a La casa de los jacintos, donde nos habían programado una lectura poética y una performance. Para variar, llegamos tarde, y el local estaba cerrado con llave, porque para entrar había que pasar por en medio de donde se estaba haciendo la performance. Tuvimos que esperar en la calle y lloviendo, en la puerta cutre del local (porque era muy cutre todo, a drede, pero cutre). Cuando terminaron pudimos entrar y allí estuvimos en la zona del sótano con las chicas, tomando unas cervezas y charlando un rato, hasta que nos avisaron de que iban a cerrar. Con la intención de irnos a otra parte que nos iban a indicar unos de la organización, salimos fuera a esperar. Al final la espera se prolongó por casi media hora. Los peninsulares es lo que tienen, que te dicen "espera un segundo que ahora voy" y te tienen horas esperando. Spain is different. Al final resultó que había alguna de las chicas interesada en un elemento masculino de la organización (y él en ella), y el grupo femenino, muy gregario él, nos dio la espalda para seguir a su líder. Así que, con el rabo entre las piernas, nos largamos a hacer la última. Ellas se lo perdieron. Esta vez hicimos casi las cuatro. Otra vez a dormir poco. Y parea colmo resultó que los que compartían pasillo del hostal con nosotros llegaron más tarde y armaron jaleo, despertándonos y no dejándonos dormir por un rato. Pero bueno, no importó mucho. Cuando duermes poco, media hora más o menos no tiene mucha importancia. Ya sólo quedaba un día para poder descansar.

3 comentarios:

R. Basar dijo...

>>>la UIB está creando su propio estilo, con argumentaciones más o menos claras y sin demasiados artificios conceptuales.

Alguna excepción hay, me consta.

El Pez Martillo dijo...

¿Lo dice por alguien que conozcamos?

La verdad es que fue algo fruto de la euforia y el alivio que da el habver hablado ya delante de la gente. Y un poco de orgullo patrio también había. Pero en cualquier caso me he dado cuenta de que de un tiempo a esta parte el departamento se mueve.

Johannes A. von Horrach dijo...

A mí también me suena la excepción: un tipo muy feo y con trunyelles, no? :-)