domingo, 4 de febrero de 2007

Mis músicas favoritas VIII. Beethoven, 9ª sinfonía

Beethoven en general es muy interesante, pero su novena sinfonía es un caso especial. Se trata de una de las obras más poderosas y conocidas de la historia de la música. La parte final, el coro que canta el poema original de Schiller titulado Oda a la Alegría, es una de esas melodías que han pasado a ser patrimonio popular, que todo el mundo conoce y ha oído miles de veces. A pesar de ser tan conocida, sólo recordamos una pequeña parte, y a partir de versiones reducidas y empobrecedoras. Muy pocos son los que han oído la música en toda su grandeza. Y la verdad es que es una experiencia sublime.

La historia es sencilla. Beethoven estrenó su novena y última sinfonía el 7 de mayo de 1824, tres años antes de morir. Llevaba varios años con la idea en la cabeza, haciéndola crecer y desarrollándola. Hacía diez años de su octava sinfonía. Algunos lo creían acabado, y pocos esperaban algo interesante de él. La noticia de una nueva sinfonía creó expectación, y el teatro en el que se estrenó se llenó de gentes de la alta sociedad vienesa. El músico estuve presente, en pie frente a la orquesta, observando, dando la espalda a la concurrencia. Su sordera era total (es, tal vez, lo más sorprendente y admirable de todo, que un hombre sordo pudiera dar a luz semejante música) y no puso escuchar nada, ni siquiera la ovación que atronó en el teatro al terminar la ejecución de la obra (un ayudante tuvo que darle la vuelta para que viera cómo el público le aplaudía).

La estructura de la sinfonía es en cuatro partes, la cuarta de las cuales es la ya comentada oda a la alegría. El hecho de que hubiera una parte coral en la sinfonía supuso toda una novedad, ya que por definción una sinfonía era una pieza instrumental, sin canto.

He encontrado un video de la sinfonía completa, dirigida por Karajan en el año 68. Dura algo más de una hora, así que si tenéis tiempo y ganas, os lo recomiendo. Vale la pena.




¡Alegría! Alegría, bella chispa divina,
hija del Eliseo,
entramos ardientes de embriaguez,
¡oh, celeste!, en tu santuario.
Tu magia anuda los lazos
Que la rígida moda rompiera; (también: Que la espada de la moda rompiera;)
Y todos los hombres serán hermanos (también: Y los mendigos serán hermanos de nobles;)
bajo tus dulces alas bienhechoras.

Coro

Quien tuvo el golpe de suerte
De tener la amistad de un amigo cierto,
Quien ha conquistado una noble mujer,
Que una su voz de júbilo a la nuestra.
Si, que venga aquél que en la Tierra
Pueda llamar siquiera suya un alma,
Pero, quien jamás lo ha logrado
Que se aleje llorando de nuestro grupillo.

Coro

Se verte la alegría para todos los seres
Por todas las fontanas de la naturaleza;
Todas las criaturas, buenas o malvadas,
Siguen su camino de rosas.
Ella nos dio los besos y los vinos,
Y un buen amigo probado hasta la muerte;
Al pequeño gusano se dio la voluptuosidad
Como al querubín que está ante Dios.

Alegres, como vuelan sus soles
A través de la espléndida bóveda celeste,
Corred, hermanos, seguid vuestra senda,
Alegres como el héroe hacia la victoria.

¡Abrazaos, millones de seres!
¡Este beso para el mundo entero!
Hermanos, sobre la bóveda de las estrellas
Seguramente debe habitar un Padre amado.
¿Os venís abajo, millones de seres?
¿Mundo, presientes al Creador?
¡Búscalo por encima de las estrellas,
allí debe estar Su morada!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy contigo, amigo Pez: una sinfonía como la copa de un pino, seguramente, pese a lo tópico, mi favorita de las que he escuchado. Y mira que la tercera, la sexta y la séptima del amigo me encantan... y luego está Mahler, claro.

La tengo en dos versiones, una de Karajan absolutamente soberbia, y otra de Fürtwangler que se sale de la escala. Cada una de las dos tiene sus matices y sus cositas... pero ambas me encantan.

Anónimo dijo...

Por cierto, he caído en una cosa: la dirección de tu enlace a mi bitácora es incorrecta, sobran las tres uves dobles.

Johannes A. von Horrach dijo...

Amigo Pez, ¡va usted como una moto! Me despisto un par de días y ya ha escrito usted 3 entradas nuevas, así no hay manera de poderlo seguir :-)

Me sumo al homenaje al divino Ludwig Van, sobre todo si se trata de una de sus sinfonías, aunque hoy el doctor H no esté para sinfonías, mejor la calma balsámica de una cantata de Bach.

Shalom!

Cvalda dijo...

Lo cierto es que hasta ahora la sinfonía nunca me había gustado, pero he decubierto que el problema estaba en la letra...Eso de "Y todos los hombres serán hermanos" suena tan falso en la boca de muchos...