miércoles, 31 de enero de 2007

Raedura


Hay en nuestra cultura occidental (y en la oriental también) una tendencia que se ha venido desarrollando desde muy al principio. Se trata de la de distinguir entre cuerpo y alma. Esta distinción se ha expresado en numerosas formas, pero el núcleo central ha permanecido invariable. La idea es que hay en nosotros una separación, un corte entre nuestras "funciones superiores" y el cuerpo. Esta visión se profundizó y adquirió rango superior con Platón y luego con el cristianismo, pero desde antiguo venía hablándose de ello. Por ejemplo, sin salirnos de la antigua Grecia, en la Ilíada, al morir, a los guerreros se les escapa el aliento vital, el pneuma, lo que nosotros llamaríamos alma. Pero si acudimos a períodos más antiguos y a otras culturas, nos encontramos con formulaciones similares (el caso egipcio es paradigmático). El lenguaje también nos lo hace entender así, puesto que hablamos del cuerpo como de una posesión, como mi cuerpo, como si fuera algo que pertenece a otro algo (al alma, que constituiría el auténtico Yo).

El corte no se da entre dos entidades más o menos equivalentes, sino que una puede prescindir de la otra. Es muy común también que el alma sobreviva al cuerpo, que muere. Tal vez sólo sea una expresión desiderativa del instinto de supervivencia, que cuela así un imperativo corporal en todas nuestras realizaciones superiores (cultura, religión, arte...). Tal vez sea real lo del alma inmortal (o más longeva que el cuerpo). Eso es lo de menos. Lo que me importa, y lo que quiero expresar aquí, es la idea del corte, de la escisión y del abismo que existe entre estas dos realidades (más allá de que sean verdad o no, lo importante es que así lo creemos desde hace siglos).

La ciencia, tan apegada a lo objetivo (que haya algo objetivo presupone un sujeto enfrentado a ello, otra vez aparece la escisión) ha recogido y perpetuado la división, y ha hablado de mente y cuerpo, llegando a plantear enfermedades distintas para una y para el otro (enfermedades que poco tiene que ver entre sí, al menos teóricamente).

Lo que quiero mostrar es la naturaleza escindida del ser humano. Vivimos en la ruptura, en la raedura del ser, somos la raedura misma. Por eso tendemos a situarnos partidos, con un pie aquí y otro allá, perteneciendo a la vez a "mundos" distintos. Cuerpo y Alma, Libertad y Necesidad, Ser y Ente, Sujeto y Objeto...

martes, 30 de enero de 2007

Políticamente incorrecto III

Los infames años 80 aportaron grandes páginas en lo políticamente incorrecto. Tal vez la palma se la lleven Almódóvar (sí, ese en el que todos estáis pensando) y Macnamara. Estéticamente horrorosos (lo siguen siendo) y poéticamente despreciables (lo siguen siendo). Pero bueno, es curioso y llamativo lo que dicen en esta canción.



Almodóvar y Macnamara. Voy a ser mamá.

lunes, 29 de enero de 2007

En los bolsillos


Es común que en publicidad se utilicen algunas referencias más o menos claras a la sexualidad (el típico caso de los coches, en los que muchas veces no vemos ningún coche, pero sí mozas estupendas, o que nos quieran vender bebidas alcohólicas poniendo el rostro de Clooney). Es un truco muy antiguo. Apelar a las vísceras para provocar reacciones en nosotros.
Podríamos pensar que hay en ello algo de engaño o de deshonestidad, puesto que lo más razonable sería hablar de las virtudes del producto que nos quieren vender, y así, el comprador, en su supuesta libertad (algún día debería hablar de los mitos del mercado), elegir lo que más le convenga. Pero la cosa tiene su lógica, ya que, al final, resulta que los bolsillos de los que pretenden sacarnos los dineros están muy cerca de la entrepierna.

sábado, 27 de enero de 2007

Trenes


Dicen que hay trenes que sólo pasan una vez en la vida.
El problema es que tú los esperas en el andén 7 y pasan por el 1.

viernes, 26 de enero de 2007

Musas


El ser humano posee una condición arrojada, inercial. Ya lo hablé en otra entrada. Y también expliqué la diferencia que hay entre hombres y mujeres en esa inercia. La mujer posee una inercia más serena, más débil, debido a su realidad más orgánica, más terrenal (dicho en términos coloquiales pero que pueden llevar a confusión: "más con los pies en la tierra"). En el hombre, en cambio, la inercia es más intensa, nos arrastra y nos aleja de lo orgánico, por más que la mujer (a la que podríamos entender como la figura de lo orgánico) nos atraiga y nos contrarreste en ese impulso. No es lo mismo ser organicidad que estar pendiente de ella, que mirar cómo se empequeñece al irnos alejando de ellas en nuestro trágico viaje.

La mujer posee la capacidad de crear vida, de generar desde sí misma un nuevo ser. Es cierto que necesita de una participación masculina fundamental. Pero ésta es mínima, y consiste en algo así como en dar el primer impulso, en poner en marcha la máquina que luego creará sin él. La mujer está en una posición de creatividad más terrena, más orgánica que el hombre, que en su impulso inercial tiende a las abstracciones y a ir hacia regiones alpinas mucho más estériles que los pantanos y los valles en los que vive la mujer. Por eso los hombres necesitan una referencia femenina que les ayude en esa generación, en la creación
de nuevas realidades. En general esto vale para todo hombre, pero se acetúa más en la medida en que sienta el impulso creador. Son los artistas y demás creadores del espíritu los que necesitan de una figura femenina en la que recrear (aunque sólo sea de forma imaginaria) la organicidad creadora, único lugar desde el que se puede realizar una obra que resulte lo más orgánica y "viva" posible. Cuanto mayor sea el impulso creador, mayor será la necesidad de una musa. De esta dialéctica de alejamiento y acercamiento respecto a lo femenino surgirá la obra de arte, porque es en el mundo del arte donde más clara se ve esta necesidad, y donde desde siempre se han manifestado las musas. No descartaría la misma necesidad en otras realizaciones humanas (estoy pensando en disciplinas inbtelectuales más abstractas, como la filosofía, y dentro de ella la metafísica), pero la relación musa-creador adopta en ellas otros rostros más difusos y complejos.

Por supuesto, esto vale para el tópico del artista hombre y su musa mujer. La cosa se complica si empezamos a considerar el papel de las mujeres artistas (que, desde este punto de vista no necesitarían de musas, al estar ellas mismas en la región de lo creador), o la posibilidad de hablar de que el arte hecho por mujeres y por hombres sean distintos (hasta el punto de llegar a postular dos artes distintos, al menos en su aspecto genético y en su trasfondo existencial). Pero mejor dejo las complicaciones para otro día.

jueves, 25 de enero de 2007

Rapiña


Hay que ver cómo nos ponemos los humanos en cuanto nos regalan cosas. Hay ferias y mercados en los que se ofrecen productos para degustar, o actos en los que se regalan bolígrafos, mecheros o cualquier clase de cachivache con publicidad. Es fácil saber dónde se está regalando algo. Una nube de gente se arremolina en torno al mostrador, extendiendo los brazos para agarrar lo que sea. Si se trata de comida, la cosa es aún peor. Las gentes de la tercera edad, que han vivido épocas más precarias y que han pasado hambre de verdad (nada más traumático que ver un grupo del Imserso en torno a un buffet libre), se agolpan alrededor de las degustaciones, llegando incluso a las discusiones y conatos de peleas.

Da igual lo que nos regalen, lo que importa es obtener algo, lo que sea. Esto confirma mi idea de que la base de la propiedad privada es la apropiación. La satisfacción no la produce el tener algo, sino el hacerlo nuestro (otra de las bases es la de nuestras carencias, nuestro carácter miserable en el mundo, que intenta dominar cuanto más mundo mejor, al menos como efecto balsámico). Una vez es nuestro, a veces nos olvidamos de ello (obsérvese el comportamiento de los niños) hasta que alguien quiere apropiárselo. Entonces surge el conflicto. Pero es más una cuestión de poder que de asegurar la propiedad, porque al venir otro que quiere apropiarse de lo que antes me había apropiado yo, surge de nuevo el impulso apropiador, es como un reapropiar, un volver a hacer efectivo aquel acto primero. Y entonces es o tú o yo.

La cuestión es que, cuando nos dan carta blanca para apropiarnos, allá vamos de cabeza a ver qué podemos conseguir. Y nos da igual lo que encontremos. Siempre se puede sacar algo. Y luego lo contaremos por ahí, como si hubiéramos ganado una batalla.

Se celebra estos días en Palma una "feria" de libros de segunda mano. Instituciones, bibliotecas y otras entidades donan un montón de libros, que son expuestos y que la gente se puede llevar de forma gratuita. En cuanto me enteré me froté las manos. La verdad es que no hay nada interesante, todo son publicaciones de esas subvencionadas y editadas por las instituciones, que sirven para pagar un buen dinero a alguna imprenta amiga y que o no se venden o se venden muy poco. Catálogos de exposiciones, estudios estadísticos, alguna revista... Nada del otro mundo (debo decir que lo ideal sería haber ido el primer día, ya que seguro que lo más interesante voló al principio). Pero aún así he conseguido haceme con un volumen. Se trata de "Començaments de filosofia", de Ramon Llull. Dudo que algún día lo lea, está en catalán antiguo (dificilísimo de leer) y no estoy muy puesto en filosofía medieval, y además tengo un montón de cosas por leer que me interean más que Llull (a pesar de ser un ilustre mallorquín). Pero ahora es mío. Y ya nadie me lo va a quitar (quien lo quiera se las tendrá que ver conmigo).

miércoles, 24 de enero de 2007

Aniversario

Acabo de darme cuenta de que hoy hace un año que abrí el blog. La verdad es que lo hice con una idea muy distinta a lo que luego se ha convertido. En aquel entonces, yo tenía mi otro blog, el del martillo, que se había ido convirtiendo en algo así como una especie de historia literaria sobre un personaje. De tanto en tanto me apetecía comentar algo de la actualidad, de las cosas que pasan por el mundo o por mi vida. Y para no romper la coherencia del otro blog decidí abrir esta para dar cabida a todas esas ideas "paralelas". Salomé poco a poco me fue robvando el otro blog, y necesitaba algo de espacio propio, así que hice un blog en el que poder hablar en primera persona con mayor comodidad, sin tener que compartir espacio con mis criaturas. Y así nació esto.

Al principio sí que puse algunas reflexiones en torno a noticias del momento, quería hacer un blog de opinión. De ahí los enlaces a distintos medios de comunicación, en los que recoger información desde distintas vertientes. Los enlaces siguen ahí, aunque los derroteros del blog hayan ido por otro lado. Porque la verdad, a nadie le importa mi opinión , es algo mío y me da igual que alguien la comparta o no. Tampoco suelo consultar las opiniones de los demás. Así que podo a poco fui poniendo aquí experiencias personales, reflexiones, comentarios sobre los libros, músicas, películas y cosas que me gustan (y sobre las que no me gustan también). Últimamente la cosa está dando un cierto giro abstracto, y me estoy centrando en aspectos un poco más duros y difíciles de manejar, más filosóficos. Es lo que me pide el cuerpo ahora mismo, aunque intento intercalar cosas un poco más suaves.

En el fondo, el blog sigue exponiendo los reflejos que la realidad provoca en mi, es el espejo a través del cual vosotros podéis leer las cosas que se pasan por mi mente (y por mi corazón, y por otras partes de mi cuerpo). Y pienso que el título es más adecuado para lo de ahora que para la idea original, que exigiría un título que hiciera referencia a la actualidad y no tanto a la realidad. Así que no creo que haya traicionado la idea primera que me animó a esto y que me sigue animando. Y porque no siempre se consigue lo que se quiere, porque las cosas fluyen y no siempre en la dirección que uno desearía.

A todos los que han leído y comentado mis paranoias, muchas gracias, espero que sigáis viniendo por aquí. Sois bienvenidos.

Y para celebrar el aniversario, un pequeño regalito: una canción que ilustra una de las ideas que he intentado transmitir hoy, que no siempre las cosas salen como queríamos en un principio (con el corolario de que si lo intentamos, a veces conseguimos lo que necesitamos).



Rolling Stones. You can't always get what you want

lunes, 22 de enero de 2007

Expectativas


Es sorprendente como muchas veces actuamos a partir de expectativas. SIempre estamos esperando algo. Y si los hechos no satisfacen nuestras expectativas, pues entonces es que algo pasa. Incluso en ciencia, que se supone (o al menos de eso presume) que está basada en la duda y en la referencia pura a los acontecimientos empíricos.

Basado en hechos reales:
Se le hace una prueba analítica a un paciente. No da los resultados esperados. "Esto hay que repetirlo, no puede ser que tenga estos valores", dice el médico. Muy bien. Repetimos la prueba. Sale una cosa totalmente distinta, pero que concuerda más con lo que se supone que debería de tener. Entonces el médico se queda conforme. Pero yo no. Y es que mi cabeza insegura y dubitativa me dice que tenemos dos resultados muy dispares en apenas cinco minutos, y puesto que las muestras se han extraído en las mismas condiciones, hay un buen margen para no estar seguros de niguna de las dos. Mi idea sería la de repetir al menos una vez más, para tener al menos dos resultados parecidos (puesto que exactamente iguales es imposible) y así, por estadística, decantarnos por uno de ellos. Pero ellos se han quedado conformes con lo que esperaban, y ya bastó.

No hacemos pruebas para saber cuál es el estado del paciente, sino para comprobar que no estamos equivocados respecto al estado que creemos que padece el paciente.

domingo, 21 de enero de 2007

Visión póstuma



"[...] Una vez que tengamos esta administración económica global de la tierra que nos espera inevitablemente, la humanidad podrá encontrar su mejor sentido como maquinaria a su servicio: como un enorme engranaje de ruedas cada vez más pequeñas, cada vez más finamente adaptadas; como un volverse cada vez más superfluos todos los elementos dominantes y de mando; como un todo de enorme fuerza cuyos factores singulares representan fuerzas mínimas, valores mínimos. En oposición a este empequeñecimiento y adaptación del hombre a una utilidad especializada es preciso el movimiento inverso -la generación del hombre que sintetiza, que suma, que justifica, para el cual aquella maquinización del hombrees una condición previa de existencia, como un sustentáculo sobre el que puede inventarse su forma de ser superior...

[...] - Se puede ver que lo que combato es el optimismo económico: como si con los gastos crecientes del todo también tuviera que crecer necesariamente el provecho de todos. A mi me parece que ocure lo contrario: los gastos de todos se suman en una pérdida global: el hombre se reduce: -de manera que no se sabe más ha servido este enorme proceso. Un ¿para qué? un nuevo ¿Para qué? -eso es lo que necesita la humanidad..."

Friedrich Nietzsche. Fragmentos póstumos. Vol IV.
Fragmento 10 [17]
Otoño de 1887.

sábado, 20 de enero de 2007

Jeff Buckley. Hallelujah.

Impresionante versión de una canción de Leonard Cohen. Lo es tanto, que ha sobrepasado a la original y es mas conocida que ella. De hecho, desde que se grabó, todas las otras versiones que se han hecho (son ya unas cuantas), la han tomado como modelo. Incluso hay quién desconoce que la versión original no es la de Buckley. La canción es sencilla, sólo voz (conmovedora y potente) y una guitarra tocada con mucha suavidad. No le hace falta más, él solo se basta y se sobra para ponernos los pelos de punta.



But listen, love is not some kind of victory march,
No it's a cold and it's a very broken Hallelujah.

viernes, 19 de enero de 2007

Salud


Más sobre la salud. A vueltas con la definción de salud, uno de esos conceptos en apariencia claros pero que encierran en ellos mucho más de lo que se espera. En cualquier profesión sanitaria se enseñan unas cuantas definiciones, siendo la aportada por la OMS la que siempre se sitúa como la estándar: "el estado de perfecto bienestar físico, psíquico y social, y no sólo la ausencia de lesión o enfermedad". La cosa tiene mucha tela que cortar, y espero poder hacerlo en entradas futuras. Hoy quiero apuntar en otra dirección. Y es que, en nuestra concepción habitual en torno al lenguaje, nos pensamos que las palabras son unívocas y que siempre han estado ahí, como instrumentos para la comunicación, fijados de una vez para siempre. No hace falta ser muy avispado para ver que las cosas no son tan sencillas. Las palabras, y los conceptos que, de forma imperfecta ellas cargan sobre sus espaldas , tienen historia. Y muy a menudo nos llevamos sorpresas si acudimos a esa historia de las palabras. Y también muy a menudo (casi siempre) se nos escamotea dicha historia.

Hoy se me ha ocurrido indagar acerca de la etimología del término salud, y la búsqueda ha resultado muy fructífera. He ido al simple origen de la palabra castellana, sin ir a otros idiomas ni remontarme a antigüedades pretéritas. La palabra salud deriva directamente del latín salus, que, literalmente, significa a salvo. Así, pues, tener salud, estar sano, es estar a salvo. Es fácil adivinar de qué se está a salvo: de la enfermedad. Lo dicho puede interpretarse como una descripción de un estado, como un corte transversal. Pero la vida no es un estado ni es transversal, sino, en todo caso, una sucesión de estados, una longitud. De este modo nos encontramos con el cambio y la fluidez de la existencia. El estado se convierte en un proceso, y el "estar a salvo" en un "poder estar a salvo". La salud, desde esta perspectiva, es más una capacidad, una potencialidad que una situación dada. Por eso se puede perder, pero también se puede mejorar, o, al menos, ser sometida a nuevas pruebas. Las enfermedades, es evidente, suponen obstáculos para ese estar a salvo al que se refiere la salud, pero sólo eso. No serían un opuesto, sino una prueba que se plantea a la capacidad de salvación de cada uno. Así, las enfermedades no serían un mero contratiempo a ser eliminado, sino un banco de pruebas, una oportunidad para acrecentar la salud. Entre eliminar y superar hay un abismo.

jueves, 18 de enero de 2007

Dimonis


Estamos en unas fechas en las que Mallorca se llena de demonios. No me refiero a amenzas, problemas, o personas poco recomendables. Hablo de demonios, esos personajes rebeldes que pueblan el infierno. Literalmente. Numerosos pueblos celebran el día 17 de Enero las fiestas de Sant Antoni Abad (superpuestas a las romanas consualias, en las que se bendecían los animales), y en ellas, tan o más importante que la presencia del santo es la del demonio (en mallorquín: dimoni, a partir de ahora me referiré a él así). Se supone que el diablo tentó al santo, y qué este pudo vencerlo. Es algo común en la vida de los santos. Y es común representar la lucha (en el fondo, es una lucha del Bien contra el Mal) mediante actos en los que un actor vestido de monje es rodeado y acosado por los dimonis, que cometen toda clase de actos para sacarlo de sus casillas y hacerle perder su santidad. No sólo pasa con Sant Antoni, hay otros santos que tienen celebraciones similares, como la santa mallorquina más venerada por estos lares, Santa Catalina Thomas (aquí la conocemos como La Beata, o en diminutivo, La beateta). Pero es por estas fechas frías, con muchas horas de oscuridad y poca tarea que hacer en el campo cuando los dimonis se extienden por buena parte de la geografía isleña, intentando que el santodeje de serlo y asustando a todo aquél que pueden. Mientras dura la revetla (literalmente: velada), que se ve acompañada de hogueras, música (la zambomba, ximbomba, es imprescindible), sobrassada, botifarrons (un embutido típico), espinagada (plato típico de Sa Pobla, una especie de empanada hecha con verduras y anguila), los dimonis campan a sus anchas y cometen sus diabluras.

Es muy curioso este personaje tan popular en la isla, cassi más que los santos que a ellos se enfrentan. En los días de fiesta se pueden ver auténticos ejércitos de dimonis, vestidos de rojo, con máscaras que resaltan sus rasgos feos y semianimales, sus cuernos, sus cencerros atados a la cintura y su inseparable tridente. Se trata de entidades traviesas (no se trata de representaciones de Satanás, y ni siquiera son malvados en sentido estricto), que se dedican a hacer la vida imposible y a asustar al personal por dónde van. Persiguen a los niños, que acaban persiguiéndolos a ellos, persiguen y levantan las faldas a las jovencitas, meten ruido. Es un importante elemento de trasgresión, tan fundamental para toda buena fiesta que se precie. Porque lejos de evocar el mal y el terror, el dimoni es un personaje casi cómico, rídiculo y que asusta más bien poco. Básicamente porque siempre acaba mal y sometido a los efectos de sus propias travesuras (algo parecido a lo que le ocurría al coyote con el correcaminos), y también porque lo tenemos muy presente en nuestra isla. Hay topónimos, fiestas, e incluso algún establecimiento que lo tienen como protagonista, incluso la mascota del RCD Mallorca es un dimoni, y claro, ya se sabe, el roce hace el cariño. Tanto que el dimoni llega a ser entrañable para nosotros.

Hay gente de fuera que siente extrañeza (incluso algo de miedo) por esta veneración demoníaca y pagana que tenemos los mallorquines. Y es que al parecer los dimonis son supervivencias de tiempos remotos que se han asimilado al cristianismo. Vendrían a ser algo así como duendes traviesos, asociados a la tierra, y que en el fondo poco tienen que ver con los infiernos del mundo cristiano. Tienen más parentesco con Dionisos que con Satanás. Hay diferentes categorías y tipologías dentro del mundo de los dimonis: el dimoni gros, el dimoni cucarell, el dimoni boiet, dimonions..., pero todos remiten a ese espíritu animal, trangresor, travieso y con mala leche que todos llevamos dentro.

En resumen, el dimoni es una figura ancestral, que conecta con nuestro sustrato más primitivo (más terreno y animal) y que se ve acompañado de todas las manifestaciones típicamente mediterráneas, como son fuego, música, comida y bebida. En resumen, una buena excusa para colmar los sentidos y embriagarse.

lunes, 15 de enero de 2007

De la enfermedad


Muchas veces he oído eso de que en la enfermedad las mujeres son más sufridas que los hombres. No sé si la cosa tiene alguna validez, puesto que han sido ellas las que me lo han dicho. Pero por mi experiencia profesional diría que algo de razón no les falta. Al menos diría que los hombres tenemos un potencial mayor de intolerancia a la enfermedad y el padecimiento.

Veamos. Todo ser humano (en principio, hombre y mujer) tenemos un origen puramente orgánico. Somos engendrados en la humedad profunda y viscosa de la caverna-útero. Pero pronto nos expulsan de ahí, otorgándonos una inercia de distanciamiento de lo orgánico. Durante la infancia, la organicidad está aún muy presente, pero poco a poco nos abrimos a nuevas dimensiones cada vez más abstractas y menos biológicas (lenguaje, números, cultura, religión...). A pesar de ello, el recuerdo de la expulsión está siempre presente, y de forma constante queremos volver a ella. Ahí es donde empiezan a marcarse las diferencias hombre-mujer. La mujer, en tanto que poseedora de útero, es caverna ella misma, tiene en ella la posibilidad de profundizar y continuar el ciclo de la humedad. El hombre, en cambio, sigue con su inercia de abstracción y huida de lo orgánico. Pero es algo trágico, ya que él también desea la caverna, desea el retorno a las viscosas interioridades femeninas. El acto sexual como retorno a la originariedad (retorno temporal, parcial, incompleto, angustioso), en el que la mujer queda mucho más satisfecha que el hombre, que siempre sentirá en él la inercia, la angustia del querer y no poder. La mujer en cambio, al dar expresión a lo pantanoso que hay en ella da satisfacción más plena a ese ansia de retorno, porque ella es básicamentre pantano. A partir de estas consideraciones podemos apreciar una orientación en la mujer más hacia al interior, mientras que en el hombre es más hacia el exterior (interior-exterior respecto a esa organicidad originaria). Eso que también se dice sobre la madurez, que las mujeres maduran antes que los hombres también se puede explicar desde estas consideraciones, al llegar la mujer a un estado más sereno, más estático respecto a ese impulso primero del nacimiento (en este caso, madurez como quietud). El hombre sigue en la inercia sigue impulsado hacia adelante, huyendo siempre hacia cotas más altas en la espiritualidad (vista aquí como no-organicidad creciente).

Vamos ahora a lo de la enfermedad. En ella, al menos en el concepto tradicional que todos tenemos en mente de la enfermedad (la de una alteración en el funcionamiento del organismo), se produce un paso al frente de lo orgánico. Nuestro cuerpo, que de forma habitual está funcionando como en un segundo plano, pasa a ser protagonista. Dolor, molestias, incomodidad, picor, mareo, náusea... todo son fenómenos puramente corporales, que hacen que nos distraigamos de otras cosas. La inercia se ve frenada. Aunque junto a la inercia hay un impulso de retroceso, de cierto retorno a la organicidad originaria, cualquier alteración en lo orgánico no deja de ser sentida como intolerable por la inercia. Si siempre hay una confrontación entre los dos impulsos, en la enfermedad lo es más, y parece que la fuerza de lo orgánico puede con la inercia. Eso aumenta la angustia y el padecimiento del enfermo. Teniendo en cuenta lo dicho sobre el hombre y la mujer, es fácil comprender que la mujer tenga una tolerancia mayor a la enfermedad, ya que ella vive más en lo orgánico y se ha de ver con ello todos los días. El hombre en cambio, al tener esa inercia más acusada y viviendo más alejado de todo lo corporal (el impulso de retorno también es más fuerte, puesto que la distancia es mayor y los momentos de acoplamiento con lo orgánico son más insatisfctorios), vive la caída en lo orgánico (digamos que es una caída, puesto que no es voluntaria ni reponde de modo exacto al impulso de retorno) que representa la enfermedad de modo más angustioso.

domingo, 14 de enero de 2007

Detrás de la profesión


Uno de los caballos de batalla de la enfermería, o, mejor dicho, de algunos colectivos en la enfermería, es el tema de la pornografía. Y es que todos hemos visto alguna vez a alguna "enfermera sexy" en el cine o en la televisión (o, directamente, en algún producto audiovisual de carácter erótico). Desde las neumáticas enfermeras de Benny Hill hasta la minibata ajustada que vestía la enfermera de Médico de familia, el tópico erótico se ha explotado hasta la saciedad. Algunas aducirán que es una imagen machista y falocrática de la que se sirve la sociedad para aliviar las tensiones de los aspectos reprimidos de nuestra personalidad. Otras, y si me tengo que alinear, me alineo con ellas, dirán que de este modo se da una imagen falsaria de la labor de la enfermería, obviando todo lo que hay detrás de la tarea de los cuidados (estudios, investigación, datos científicos...). Así, la imagen que queda ante la sociedad es la de una profesión frívola y "alegre" cuya principal función es la de dar "satisfacción" a los pacientes (y, eventualmente, también al personal médico). Si a esto añadimos la tradicional asociación de enfermería con otra profesión femenina y con un alto potencial erótico, la de monja, la cosa se ve ampliada. Hay estudios en los que se muestra que las películas pornográficas relacionadas con la enfermería tienen un porcentaje mayor que las relacionadas con cualquier otro colectivo profesional. Estos estudios y actitudes tienen un tufillo moralista que, detrás de una reivindicación, esconden una pretensión normativista y represora (como ocurre con muchas reivindicaciones, que lejos de pretender ampliar un derecho o alguna clase de reconocimiento, parecen más dirigidas a instaurar alguna clase de prohibición).

Más allá de consideraciones morales o pretendidamente profesionales, siempre me ha llamado la atención entre la asociación enfermera-erotismo. Muchas veces me he preguntado por el origen de esta relación. Porque no parece que la situación de tener que dar o recibir cuidados en un momento de enfermedad sea el más adecuado para disparar el deseo. Más bien todo lo contrario (todos hemos estado enfermos alguna que otra vez, y cuando uno se encuentra mal es en lo último que se piensa). Ahora bien, si tenemos en cuenta lo que ocurre al necesitar los cuidados de enfermería, tal vez podamos iluminar un poco la cosa. Como ya dije en otra entrada, la situación más habitual en la que esos cuidados son necesarios es cuando se padece una enfermedad. En estos casos se produce una cierta dejación, se está a merced de todos los profesionales que se encargan de estos asuntos. El médico diagnostica y pauta unas medicaciones. Es, por decirlo de algún modo, el miembro más aséptico de todo el equipo. Pero la enfermera, al ocuparse de los cuidados, al sustituir o ayudar al individuo en sus autocuidados, está adoptando un rol activo que tiene una incidencia vital en el vivenciar la enfermedad. En la enfermedad estamos indefensos, a merced de un equipo al que acudimos para que solucione nuestros problemas y nos ayude. Podría hablarse de una cierta regresión a estadios infantiles , en los que no éramos independientes y necesitábamos de los cuidados y la supervisión maternos para desenvolvernos. La enfermera como figura maternal (aunque sea de forma temporal). Edipo nos sale al paso. Y se muestra con mucha más claridad, ya que con la enfermera-madre no funciona el asunto del incesto. Es madre y no-madre al mismo tiempo, y podemos fantasear con ella más de lo que lo hacemos con nuestras madres. Y vaya si fantaseamos, sólo hace falta acudir a la sección prono del videoclub.

Además, hay que tener en cuenta la base orgánica que la ciencia ha dado a la enfermedad. En la enfermedad se produce una caída en lo orgánico, una vuelta a la pura y dura biología, a la víscera (los aspectos vivenciales han sido dados de lado por la medicina moderna). Por lo tanto, la situación de enfermedad y los cuidados que conllevan tienen una dimensión de contacto físico que lo acercan a la cuestión del erotismo. Es más, esa dimensión de contacto implica a menudo la exposición del cuerpo desnudo o de regiones habitualmente ocultas, y la relación con fluidos corporales varios. Más o menos igual que en el erotismo.

Me adelanto a algunas objeciones. Lo que digo lo refiero al mundo de las generalidades, en las que las enfermeras son tradicionalmente mujeres y el mundo es un mundo organizado según categorias masculinas (la mujer no ha avanzado tanto como ella misma quiere hacerse creer, más bien al contrario). También estoy hablando del trasfondo, de las bambalinas a veces ocultas que hay tras una disciplina altamente profesional y con vocación científica. No solemos darnos cuenta de que a veces construimos todo un complejo andamiaje racional en torno a cuestiones poco o nada racionales. Soy consciente de que hay pacientes femeninas (lo de las categorías masculinas ha impedido ver que aquí puede haber algo interesante, ya que tal vez, la relación que se establezca aquí tenga poco fondo erótico), y de que hay algunos enfermeros (con los que se puede rastrear el trasfondo que hay en la relación enfermero-paciente y enfermero-pacienta, permítanme la licencia).

sábado, 13 de enero de 2007

Políticamente incorrecto II

En mis investigaciones y memorias en torno a lo políticamente incorrecto pronto recordé esta canción de los mexicanos Molotov y su álbum del 97 ¿Dónde jugarán las niñas?. El nombre en sí ya puede provocar escándalos en algunos (Puto). Pero lo mejor es la letra. Una canción corta pero intensa, que en España (es de lo que me acuerdo, es posible que en otras partes también pasara) provocó que numerosas asociaciones protestaran y que alguna emisora la censurara. En cualquier caso, recuerdo que por un tiempo fue un tema que animó unos cuantos guateques y que provocaba la locura colectiva. Sin más preámbulos, ahí va:

jueves, 11 de enero de 2007

En torno a la enfermería


Pertenezco a una profesión que hace llamarse enfermería. Tradicionalmente ha consistido en estar con los enfermos, atendiéndolos. Hace ya décadas que nos ha quedado claro que nuestro trabajo son los cuidados. No el diagnóstico, ni siquiera el tratamiento. La predominancia y el prestigio que la medicina ha tenido durante siglos han hecho que todo lo que ocurre en un hospital gire en última instancia en torno a los médicos. Incluidas las enfermeras. Así, se nos ha convertido muy a menudo en meras secretarias de los médicos. Durante muchos años ha sido así, girando nuestro foco de atención del enfermo al médico, quedando relegadas a la labor de auxiliares médicos (la antigua denominación ATS -Asistente Técnico Sanitario- aún usada por algunos, lo pone de manifiesto) o a realizar tareas delegadas. Poco a poco las enfermeras del mundo entero hemos ido reclamando nuestro nicho en todo el tinglado sanitario, y hemos reivindicado para nosotras el área de los cuidados. Pero claro, aún arrastramos viejas costumbres y tics de nuestro pasado auxiliar. Pero hay una cosa muy clara, la gente necesita cuidados.

Los cuidados son casi siempre aplicados autónomamente, es decir, que cada uno de nosotros se cuida a sí mismo (nos lavamos, comemos, mantenemos nuestro aspecto, nos curamos pequeñas heridas...). Pero hay situaciones en las que, bien por incapacidad física o por falta de conocimiento, la gente necesita cuidados especiales o distintos a los habituales. La enfermedad es una de estas situaciones que podríamos llamar de crisis. Y ahí es donde entramos en juego las enfermeras. Primero, identificando las áreas de cuidados cubiertas y las no cubiertas, y luego sustituyendo a la persona en los cuidados que no puede realizar. Pero tampoco somos chachas del enfermo. En última instancia, lo que hemos de lograr es que el paciente retorne a la situación del autocuidaddo en la medida de lo posible. No siempre se puede hacer, por supuesto, ya que hay enfermedades que conllevan un deterioro cognitivo o físico importante, imposibilitando el autocuidado. En este caso se puede instruir a la familia, que mejorará así la sensación de control de la situación y verá en cierto modo aliviada la angustia que estos procesos conllevan.

Extendiendo un poco la mira de los cuidados, entramos en el terreno de la prevención. Porque nada mejor que adoptar medidas adecuadas a tiempo para evitar problemas irreversibles que produzcan la pérdida de independencia y la necesidad de cuidados profesionales. La educación es fundammental en esto. Y también es tarea de la enfermería. Enseñar buenos cuidados preventivos. De este modo minimizamos la incidencia y el impacto de las dolencias, lo cual evita mayores cuidados.

Poco a poco nos vamos separando del paradigma médico y de la enfermedad (médicamete entendida). Ahora llega el turno de preguntas: ¿Nos importa a las enfermeras la enfermedad?¿Hemos de prestarle la atención que le prestamos?¿Debemos ser expertas en ella? En caso afirmativo, ¿nos quedamos en un simple cuidar enfermos?. Parece que no, que casi es más importante y debemos reforzar los aspectos docentes y de refuerzo de salud. Pero para ello hemos de dejar claro qué debemos entender por salud y qué por enfermedad. Tal vez ese debe ser el principio, y hemos empezado la casa por el tejado. Pero eso es, como diría Javier Krahe, otra canción. A lo mejor otro día os la canto.

miércoles, 10 de enero de 2007

Apuntes fetichistas

Soy un poco fetichista.
Mi último fetiche: las gafas, si son de pasta, mejor. Si llevas, tal vez me fije en ti.
Que se mueran las lentillas!!!
You can leave your glasses on.
¿La de al lado de la gafapasta es la Scarlett Johansson?
Olviden lo de más arriba.

martes, 9 de enero de 2007

Ilíada


Lectura obligada. Uno de los textos fundamentales para la historia de Occidente, aunténtico libro de texto para la educación clásica griega. Fuente de imágenes y nombres que forman parte de nuestra memoria colectiva. Troya, Aquiles, Helena, Paris, Ayax, Ulises, Héctor, Néstor, Agamenón, Menelao. Toda una recopilación de mitos, dioses e hisorias que están en la base misma de nuestra civilización.

No quiero destripar el argumento (aunque todo el mundo sabe que trata sobre la guerra de Troya, pocos son los que conocen lo que ocurre en el libro), aunque sí que diré una cosa: que nadie espere leer sobre el caballo de madera, porque es un tema de la Odisea (libro hermano de la Ilíada). Sólo recomiendo desde aquí su lectura (ya es la segunda vez en poco tiempo que lo hago) y destaco dos cosas del texto. La primera de ellas es el carácter de los dioses homéricos. Se trata de dioses humanos, demasiado humanos. Se diría que fueron hechos a imagen y semejanza del hombre. Hay en las historias sobre los dioses todo un catálogo de pasiones humanas (celos, envidia, amor materno, venganza...) que no se ve con la misma facilidad en los relatos acerca de los héroes que luchan en el campo de batalla (que son más bien auténticas máquinas de matar, preocupados por el honor y el botín de guerra que pueden conseguir, lo cual constituye el ideal aristocrático arcaico). Cuesta a alguien de base monoteísta comprender todo lo que encierra el panteón de dioses griegos. Pero es muy llamativo ver cómo los dioses se inmiscuyen en los asuntos humanos, toman partido a favor de unos u otros contendientes, descienden a la batalla (incluso salen heridos), y llega un punto en el que se enfrentan entre ellos en tremenda lucha (la famosa teomaquia). Son inmortales y poderosos, sí, pero tienen alma humana.


La otra cosa que quiero destacar es la crudeza de algunas escenas. En las partes en las que se nos habla de la batalla, abundan los relatos sobre daños y muertes. Y las descripciones son precisas, sin cortarse un pelo a la hora de decirnos cómo mana la sangre o por dónde entran y por dónde salen las flechas y lanzas. Litros y litros de sangre son derramados a lo largo del libro, y las muertes abundan. Se puede hablar de carnicería. De una de las mayores carnicerías de la literatura. Pero una carnicería sublime.


Una advertencia: hay momentos pesados, tediosos, y el estilo, en verso, no es el más fluido a la hora de leer. Pero el esfuerzo que se ha de hacer para acceder al texto vale la pena.


Otra advertencia: que nadie se escaquee de leer la Ilíada acudiendo a cierta película más o menos reciente supuestamente basada en ella, puesto que es un fraude (para empezar, no sale ningún dios). No hay nada como remitirse a los textos originarios. Que no os lo cuente otra persona que no sea Homero.


Nota bibliográfica:

Ilíada. Traducida por Emilio Crespo y publicada por la editorial Gredos. Hay otras traducciones, pero la "académica", la que se supone que es la buena es esta.

lunes, 8 de enero de 2007

Desde la cofa


¿Objetividad, decís? Yo más bien diría desubjetividad. Que en cualquier caso juega a favor de alguna subjetividad. Con todas las reservas.

domingo, 7 de enero de 2007

Mis músicas favoritas VII. Blues.


Del blues antiguo...:Son House. Sometimes I Wish (House fue maestro de Robert Johnson y de Muddy Waters)

P
lantaciones de algodón al sur de Estados Unidos. Esclavos negros trabajando en condiciones deplorables, traídos desde África contra su voluntad. Con ellos llevaron su cultura y su música, que con el paso de los años fue transformándose hasta adoptar formas diferenciadas a las originales. En este contexto surgió el blues. Para encontrarnos con el blues propiamente dicho hemos de trasladarnos a los primeros años del siglo XX y a los estados de Mississippi, Tennessee, Alabama o Georgia. Es la típica estampa de un negro en el porche de una miserable casucha de madera, sentado en un balancín y tocando una guitarra. Canta una canción sencilla, casi un lamento, monótona, triste, que habla de miseria y pobreza (con todo lo que conllevan, rechazo, crímenes, prisión...), de lo único que conoce.

Las primeras grabaciones que tenemos son de los años 20, y a pesar de su mala calidad traen a nosotros sencillas guitarras acústicas, no siempre bien afinadas, acompañadas de voces lastimeras. De esta época nos han llegado nombres como Mississippi John Hurt, Blind Lemon Jefferson, Leadbelly o Big Bill Broonzy. La depresión del 29 agravó la penuria de la población negra e hizo que el lamento del blues y sus tristezas se hicieran más profunda. La mala situación económica arrastró a muchos al crimen, a la prisión y a la picaresca, temas que se hicieron comunes en el repertorio de los bluesmen (que muy a menudo eran eso que se llama "gente de mal vivir", acabando algunos de ellos en prisión o asesinados por cualquier ajuste de cuentas). De estos años es la primera gran figura del blues, Robert Johnson, que gracias a su magnetismo personal y la fuerza de sus composiciones hizo que se forjara la leyenda en torno suyo (se dice que vendió su alma al diablo en un cruce de caminos a cambio de su talento).

Robert Johnson














Los años de la depresión provocaron migraciones masivas en busca de empleo, lo cual hizo que la semilla del blues se diseminara por toda la geografía estadounidense. Y fue Chicago la ciudad que pudo hacerla germinar, ya acabada la segunda guerra mundial. Allí el blues se hizo urbano, asimilando sonidos más agresivos, y adoptando la guitarra eléctrica, la armónica, el bajo y la percusión como acompañantes de voces rotas y rudas. Varias discográficas editaron discos que permitieron la extensión a todo el país de as melodías de gentes como Muddy Waters, Howlin' Wolf, Willie Dixon o BB King. Algunos músicos blancos oyeron a estos artistas con interés, y adaptaron su música a su manera, inventando el Rock and Roll (que tiene un sentido más lúdico y rítmico, y menos trágico que el blues).

Pero tuvo que ser la vieja Europa la que canalizara el triunfo global y la influencia total en los EEUU del blues. A finales de los 50 y principios de los 60 se produjo una cierta oleada de interés en el folk americano en el Reino Unido y Escandinavia, lo cual permitió el revival de algunos de aquellos pioneros del blues de los años 20 y 30, que llegaron a hacer giras y festivales por Europa. Gracias a ellos la juventud, sobretodo la británica, empezó a interesarse por los sonidos del blues. A partir de entonces empezaron a surgir grupos y solistas que supieron hacer suyos los temas del blues, a pesar de compartir poco del humus vital del cual se alimentaba esta música (ni eran negros, ni vivían en la pobreza, y ni siquiera eran americanos). Nombres como John Mayall, Mike Bloomfield, Yardbirds, o Eric Clapton (incluso, y en cierto modo, los primeros Rolling Stones) supieron hacerse un hueco en la escena del blues, y lo llevaron hasta las clases medias blancas del mundo entero (incluso a las americanas, que hasta que llegaron los ingleses vivían de espaldas a los negros y al blues). Desde los años 50, la mejora de las condiciones económicas y de derechos (sobretodo para los negros) hicieron que las temáticas centrales de las canciones fueran variando, pasando de la miseria material a la sentimental, y desde entonces es común encontrar historias de amores imposibles o desgraciados (aunque la pobreza no ha dejado nunca de ser uno de los temas favoritos). En cualquier caso, el carácter triste y de lamento del blues no se ha perdido.

A mediados de los años 60 el blues alcanzó una forma y una madurez que ha variado poco desde entonces, y que lo mantiene como una de las músicas fundamentales del siglo XX, tanto por su amplitud (prácticamente lo abarca en su totalidad) como por su influencia (enorme, hay quien llama al blues "el género padre", ya que directa o indirectamente muchos estilos de la música popular que desde los años 50 hasta acá han existido beben en sus fuentes).

Los indispensables:
Robert Johnson
Muddy Waters
Howlin' Wolf
BB King
Eric Clapton

Para terminar, recomiendo una serie de películas documentales titulada The Blues, producida por Martin Scorsese, en la que cada una de sus siete películas ha sido dirigida por gentes como el propio Scorsese, Wim Wenders o Clint Eastwood. Más información sobre la serie aquí. Tambien recomiendo la película Crossroads, que trata sobre el mundo del blues y los pactos con el diablo.


...al moderno: Eric Clapton. Five long years (uno de mis favoritos)

sábado, 6 de enero de 2007

Invasión


De un tiempo a esta parte la política está invadiendo más ámbitos de la vida cotidiana. Se llega a un punto en que cualquier acción normal se convierte en un modo de posicionamiento político. Al menos eso es lo que intentan. Comprar en determinadas cadenas o tiendas, según que productos puede ser interpretado como una muestra de apoyo. Y no hablemos de las concentraciones y manifestaciones que se organizan que pretenden ser plebiscitos sobre algunos temas (a veces los organizadores no tienen vinculaciones directas con los partidos, pero rápidamente se apuntan al carro si ven algún rédito que sacar). La dinámica es peligrosa, porque embarcan a toda la sociedad en los enfrentamientos entre los partidos, otorgándoles una dimensión que realmente no tienen (siempre he tenido la sospecha de que el enfreentamiento partidista tiene algo de impostura), introduciendo un factor de desestabilización. Y lo peor no es que los partidos intenten "secuestrar" a la sociedad, sino que la sociedad se deje.

viernes, 5 de enero de 2007

Políticamente incorrecto I

El otro día buscando cosas de martes y trece para ilustrar mi entrada de nochevieja, me encontré con este otro video de los susodichos que ya no recordaba, a pesar de en su día tuvo bastante éxito. En youtube, el video tiene 55 comentarios, todos debatiendo si es adecuado o no. Esto me llevó a pensar en iniciar una serie de entradas con momentos televisivos, canciones, videos, que en su día a lo mejor no llamaron mucho la atención pero que hay en día suscitarían polémicas e incluso harían que asociaciones varias pidieran su prohibición. Tengo en mente unas cuantas cosas, pero como siempre, se admiten sugerencias.

jueves, 4 de enero de 2007

Procol Harum. A whiter shade of pale


Me encanta ese órgano como de iglesia. Y el ritmo solemne de la batería. Entre los dos hacen de esta canción algo más que una simple canción romántica (que es lo que se nos ha transmitido a través de muchísimas versiones). Es casi religiosa. Y para confirmar mis sensaciones con esta canción, voy y me encuentro, al visionar el video, que tiene escena nada románticas. Aunque, por supuesto, también se puede bailar (pegados, como decía aquél). En resumen, una maravilla.

miércoles, 3 de enero de 2007

Olvidos


Hay cosas que se nos olvidan con demasiada facilidad. Y debemos estar recordándonoslas de continuo. Eternamente debemos retornar a su recuerdo. Y aún así consiguen escapar. Sobretodo cuando tenemos objetivos que cumplir. No se nos debe olvidar lo que hacemos, pero el olvido ocurre.
¿Para qué trabajamos los sanitarios? (los médicos más que nadie). Yo diría que para luchar contra la enfermedad. Unos para curarla y otros para cuidar a los enfermos mientras los otros les curan (el cuidado muy a menudo es una parte esencial en la curación, por lo que las intersecciones entre ambos son frecuentes). Dejemos a los que nos dedicamos a cuidar enfermos (para nosotros la enfermedad es una realidad entre la que nos movemos, aunque a menudo nos veamos contaminados por actitudes ajenas a lo que es nuestra labor). Los médicos intentan curar, y para ello deben diagnosticar de forma adecuada las enfermedades y así poder tratarlas como corresponde. Bien. La teoría es preciosa. Pero a veces se les (nos) olvida. Y quieren luchar contra lo que no siempre pueden.

La muerte es el resultado extremo de la enfermedad. Y en algunas ocasiones parece que evitando la muerte se ha ganado una batalla a la enfermedad, cuando lo que en realidad se ha hecho es enquistar más la situación, empeorarla. Si hay cura posible y no se debiera morir de una determinada manera, adelante, hagamos todo lo posible porque esa persona no muera. Pero muchas veces nos ensañamos en aplicar técnicas y remedios a alguien que no tiene salida posible, que si no muere hoy, morirá dentro de tres días, o que le va a poner peor o le va a añadir problemas a su enfermedad (problemas a menudo irresolubles, incapacitantes o aniquiladores).

Sí, vale, a un paciente le han quitado el tumor cerebral y le han curado el cáncer. Perfecto, un éxito para los neurocirujanos. Pero ha quedado vegetal, dependiendo de un respirador y de un equio sanitario. Fue peor el remedio que la enfermedad. Aunque reconozco que las complicaciones no son previsibles y nadie actúa para dejar a nadie en ese estado. Pero cuando se llega a estos extremos hay que plantearse parar. Y son pocos los médicos que saben parar.

No hablo de eutanasia, eso es algo que en último término depende del paciente y no del médico. Hablo de saber parar cuando las medidas médicas ya no tienen ningún sentido.

Se lo dije ayer a una doctora: " Se os olvida que vuestro trabajo es luchar contra la enfermedad, no contra la muerte".

lunes, 1 de enero de 2007

Día internacional de la resaca


De pronto, a buena parte del mundo le da por correrse una juerga. Por turnos, nos vamos dando el relevo, descorchamos botellas y nos entregamos a tradiciones diversas. La fiesta, en realidad, no es distinta a cualquier otra (bailar, beber, y lo que surja), pero nos dicen que es especial. Será por lo de haber superado un año más (versión medio vacía y poco festiva: un año menos que nos queda), o por la cosa de los ciclos (aunque en realidad, el comienzo es arbitrario, dentro de dos meses también podría empezar otro ciclo, es lo que tienen las vueltas, que no se sabe dónde empiezan ni dónde terminan). La cuestión es que al salir el sol se abre ante nosotros un día de medio gas, de resaca, de sueño, de mal cuerpo, valses y saltos de esquí. Un día que se repite todos los años casi del mismo modo, invariablemente.

Tengo acidez. No me debí tomar ese chocolate con ensaïmada a esas horas. Me duele la rodilla (no soy consciente de que voy acumulando años y ya no puedo bailar y hacer el ganso como antes). Tengo sueño. Pero lo he pasado bien. El año que viene más.