miércoles, 29 de noviembre de 2006

Reflexiones batailleanas


Mis últimas lecturas me estan resultando muy sugerentes. Ya llevo unas entradas inspirado por ellas, y hoy toca más. Los textos en cuestión son El Erotismo y Las lágrimas de Eros, de Georges Bataille. En ellos, una de las tesis que se defienden es la de que el impulso erótico difiere del puramente sexual. El instinto reproductivo representa lo que de animal hay en nosotros. Tiene su origen en el bajo vientre y sus glándulas. En cambio, el erotismo nace algo más arriba, por encima de los hombros. Se trata de un aspecto psicológico, de un plus que se le ha añadido al sexo. El motivo de esta sobrevaloración es el siguiente. En un momento dado (que no entraremos ahora a discutir), la creciente organización de la sociedad humana hizo necesaria la creación de prohibiciones, que básicamente afectan a la muerte (al dar muerte a los demás) y a la sexualidad. Y lo prohibido lleva en sí mismo el germen de la transgresión. El plus nace en la prohibición y la conciencia de estarla y transgrediendo cuando efectivamente así ocurre. El impulso erótico responde a eso. Tiene una base animal, sexual (de forma total o parcial, como ocurriría en el matrimonio). La satisfacción sería no tanto orgánica como psicológica.

Dejemos de filosofar, bajemos a tierra, como diría la plebe. Bajo la perspectiva de la píldora filosófica anterior, vamos a intentar comprender algo de lo que está ocurriendo en nuestra sociedad. Me gustaría hablar de la (seguramente aparente) extensión de las tendencias homosexuales. Tal vez sólo sea un impresión mía, pero parece que por todas partes hay homosexualidad, y hay mucha gente que tontea con ella. En cualquier caso, tras la mal llamada "revolución sexual" que tuvo lugar sobretodo en la segunda mitad del siglo XX, el sexo ha perdido parte de ese carácter oculto que antes tenía. La prohibición se ha relajado. Y con ella ha caído la conciencia de transgresión y lo que de erótico hubiera en ello. Para mantenerlo, hemos de acudir a lo que aún quede de prohibido, buscando nuevas prácticas y tendencias que resulten ocultas y deshonrosas aún para la moral relajada con respecto a los asuntos sexuales. Lo que más a mano se tenía era la homosexualidad. Como se ve, la cosa va mucho más allá de una tendencia orgánica, más allá de los genes (que es lo que muchos han intentado buscar). Se trata de satisfacer la necesidad de tener un ámbito de lo prohibido en el que poder trangredir.

Pero la extensión de estas prácticas y la creciente tolerancia de la sociedad hacen que la transgresión sea cada vez menos oculta, y que, metidos en la dinámica abierta por la Ilustración y sus revoluciones, su ámbito dé un paso al frente y se haga visible, reclamando sus derechos (que, de un modo u otro, acaban dando al traste con la prohibición). Y en esta fase estamos con la cosa de la homosexualidad. De repente mucha gente "sale del armario" (¿estaban ya dentro?¿se han metido antes?¿los han metido?), y aspiran al reconocimiento y a que no se les siga viendo como unos desviados. Parece que poco a poco lo van consiguiendo. De este modo se llega a la paradoja de que para que algo permanezca, tal vez lo mejor es que siga oculto. Dar un paso al frente supone el final del impulso que nos llevó a la situación dada.

Y aquí es dónde yo planteo que tarde o temprano el erotismo se buscará un nuevo ámbito prohibido en el que solazarse y ponerse al servicio de la prohibición y la trangresión que ésta lleva en su interior. De momento la homosexualidad aún tiene un resto de transgresión. Pero, visto así, no deberemos tardar mucho en empezar a ver asomar la cabeza de nuevas formas poco permitidas de dar rienda suelta a nuestros impulsos eróticos (que, como ya he apuntado, tienen que ver con lo sexual, pero menos de lo que parece). ¿No será lo que está ocurriendo con la pedofilia?.

martes, 28 de noviembre de 2006

Progresa adecuadamente


Típica confusión: llamamos progreso a lo que tal vez sólo sea evolución, cambio. La pega que tiene es que al mismo tiempo que avanzamos hacia algo nos alejamos de otro algo. El progreso comenzó cuando olvidamos al dios Jano.

sábado, 25 de noviembre de 2006

Lo que el mundo le debe a Mallorca

¿Auschwitz, Dachau, Bergen-Belsen? No, Cuba

Es habitual asociar el nombre de Mallorca a turismo, playas, ensaïmadas y últimamente a unos cuantos deportistas. Se la sigue conociendo como la isla de la calma, aunque de calma ya queda poca (y si no, que se vengan a la vía de cintura cualquier día laborable a eso de las siete de la tarde). Está bien. Se nos conoce popr nuestros hoteles y la bonanza de nuestro clima. Alguien nos definió como la Miami europea. Aquí vienen gentes de todo el continente a tostarse, embadurnarse de protector solar y a rebozarse con la blanca arena de nuestras paradisíacas playas. Muchos incluso se compran un apartamento o un chalet para venir a vivir cuando se jubilen y sus huesos artrósicos no puedan soportar las gélidas temperaturas de sus nórdicos y centroerupeos países. En general la imagen que proyectamos es más que amable (la gente asocia el nombre de la isla a vacaciones y mar, con laas resonancias positivas que ello tiene).

Pero no todo es agradable. Y sobre eso quiero hablar hoy. Los turistas y demás visitantes no conocen nuestra historia ni nuestros personajes. Muchos mallorquines de los que se dicen de "pura cepa" (mienten, de esos dudo que quede alguno) tampoco. Pero aparte del turismo y del término "balearización", el mundo nos debe algún que otro invento revolucionario. Dejadme que os hable del general Valeriano Weyler Nicolau (creíamos que la combninación de apellido mallorquín y extranjero provenía de la época del boom turístico, pero en esto también estábamos errados). Este señor fue nombrado gobernador general de Cuba al final de la guerra colonial, en 1896. Para intentar controlar la cada vez más caótica situación en la colonia, tuvo a bien crear los llamados campos de reconcentración (rebautizados por los cubanos como campos de concentración). En ellos se concentraba a la población civil pàra separarla de los insurgentes y así poderr combatirlos mejor. Y lo que pasó es más que evidente, los campos fueron desatendidos y el hambre cundió. Esta mala gestión le costó el puesto de gobernador al año siguiente (1897), y también le acarreó numerosas críticas dentro y fuera de España. Se calcula que entre 750.000 y 1.000.000 de cubanos murieron en los campos de Weyler. La semilla ya estaba plantada, y la idea de este general mallorquín se ha ido refinando y extendiendo a los largo de un siglo de vida, alcanzando cotas inimaginables gracias a la famosísima y hábil ingeniería alemana. Pero la cosa no acabó con los nazis, y casi todos los gobiernos que se han visto envueltos en guerras la han usado de una u utra manera (vienen a mi memoria algunas escenas de los años 90 en Bosnia). Y, a modo de ironía, tan sólo mencionar el más popular campo de prisioneros del momento, en Guantánamo, que supone el retorno de los campos de detención a Cuba, en una de esas piruetas que da la historia de tanto en tanto.

Como colofón, señalar que sólo a un isleño se le podía ocurrir la idea de encerrar a grandes contingentes de personas en terrenos limitados. Porque, deformando yun poco las cosas, eso son las islas, o en eso se pueden convertir. Como es lógico, no es un motivo de orgullo, pero la historia es la historia y, como ya he dicho otras veces, el lado más oscuro y tenebroso también forma parte de nosotros. Y aunque prefiero que se nos conozca por nuestra playas, tampoco podemos esconder los aspectos que no nos gusten de nosotros. Además, así se enriquece nuestra visión del mundo.

Y para terminar. Cuando se habla de campos de concentración, todos tendemos a pensar en Alemania. De un tiempo a esta parte, también pensamos en Alemania al nombrar Mallorca. Después de lo dicho, tal vez no sea por casualidad que los teutones se fijen en nosotros. Aunque dudo que lo sepan.

jueves, 23 de noviembre de 2006

La violencia


Nuestra existencia está aislada. Estamos solos. Reconocemos otras existencias en torno, pero no son más que vagas sombras que se mueven. En ellas nos vemos reflejados, y por eso les atribuimos potenciales similares a los nuestros. Pero no es más que un reflejo. Hay un abismo entre nosotros. La comunicación es parcial, muy parcial en algunas ocasiones. Nos gustaría pasar por encima de ese abismo, estar más próximos entre nosotros. Pero nuestra situación existencial va en la dirección contraria. La violencia se origina en este movimiento. Todo acercamiento es violento, tanto para cada uno de nosotros como para los demás. Pero aún así seguimos buscando formas para hacernos uno. Básicamente, los métodos que tenemos para pasar de la situación atomizada y angustiante a la ficticia unidad son tres:

a) La violencia propiamente dicha. Con ella se intenta eliminar al otro, o bien reducirlo a una cosa-en-torno, a un no-similar, borrándolos así de nuestra vista y creando la ficción de que, al ver menos otros, la continuidad es mayor. Esto es problemático, puesto que el intentar eliminar al otro implica un cierto reconocimiento, y por lo tanto nunca acaba de ser eliminado del todo, profundizando así en la angustia que los otros provocan en nosotros. La forma de la violencia es una espiral.

b) Crear unidades superiores englobadoras, o buscar orígenes o fenómenos comunes que nos permitan hablar de todos como si de una unidad se tratara. Dios, Nación, Razón, Humanidad. El problema es que no son tan ominabarcantes como se quisiera, y siempre aparece algúna unidad superior otra, a la que tarde o temprano se acaba intentando eliminar. Lo otro siempre encuentra alguna grieta por la que colarse y poner de manifiesto la situación abismal en la que nos movemos. Siempre hay algún otro Dios, otra Nación, algo Irracional o no-Humano.

c) La forma suprema de la violencia: el amor. Al amar se pretende una continuidad entre los distintos polos de la relación. Quisiéramos ser uno: el abrazo como sucedáneo de la fagocitosis. No sólo nos referimos al amor erótico, sino a cualquier clase de relación humana basada en el afecto, como la amistad, o los lazos familiares. Hablamos de sintonía, de "almas gemelas", todo con vistas a esa sensación de continuo, de minimización del abismo. Pero tarde o temprano el abismo aparece y reclama sus derechos.

miércoles, 22 de noviembre de 2006

Mujeres, belleza, erotismo


"En la medida de su atractivo, una mujer está expuesta al deseo de los hombres. A menos que tome partido por la castidad y se esfume del todo, en principio la cuestión es saber a qué precio y en qué condiciones ella cederá. Pero siempre, una vez satisfechas las condiciones, se da como objeto [...] Por los cuidados que pone en su aderezo, en conservar su belleza -a la que sirve el aderezo-, una mujer se toma a sí misma como un objeto propuesto continuamente a la atención de los hombres" (yo añadiría, y a la de las otras mujeres, en tanto que rivales).

"Lo más frecuente es que el objeto que se ofrece a la búsqueda masculina se haga esquivo. Y, si se zafa, eso no significa que la proposición no haya tenido lugar; quiere decir que no se han dado las condiciones requeridas. O, aunque estas condiciones se den, la huida primera, aparente negación del ofrecimiento, subraya el valor de lo ofrecido. [...] Ofrecerse es la actitud femenina fundamental pero, al primer movimiento -el ofrecimiento-, le sigue el fingimiento de su contrario."

"... el atractivo de una cara bella o de un vestido bello actúa en la medida en que esa cara bella anuncia lo que el vestido disimula. De lo que se trata es de profanar esa cara, su belleza. De profanarla primero revelando las partes secretas de una mujer, y luego colocando ahí el órgano viril. Nadie duda de la fealdad del acto sexual. Del mismo modo que la muerte en sacrificio, la fealdad del apareamiento hace entrar en la angustia. Pero cuanto mayor sea la angustia -en la medida que la fuerza que tengan los partenaires-, más fuerte será la conciencia de estar excediendo los límites, conciencia decidida por un éxtasis de alegría. [...] Nada más deprimente para un hombre, que la fealdad de una mujer, sobre la cual la fealdad de los órganos o del acto no se destaca. La belleza es importante en primer lugar por el hechop de que la fealdad no puede ser mancillada, y que la esencia del erotismo es la fealdad. [...] Cuanto mayor es la belleza, más profunda es la mancha."

Georges Bataille. El erotismo.

lunes, 20 de noviembre de 2006

Il divo


El médico es el divo del hospital. A lo largo de la historia, la medicina ha ido acumulando prestigio y un cierto halo de divinidad. La causa es evidente: es el que nos cura los males, el sujeto al que ponemos en bandeja nuestras vidas, esperando que nos alivie. Esto le ha dado una posición muy destacada en la sociedad. Ser médico era motivo casi de veneración. Sólo por tener el título ya era suficiente para ser respetado y admirado. EL médico del pueblo era una de las fuerzas vivas.
Efectivamente, en los médicos hay que confiar, porque ellos tienen conocimientos de los que los demás carecemos, y conocimientos que resultan vitales para nuestro mantenimiento en la vida. Es lógico que sean gente importante para la comunidad, a pesar de que siempre llega un punto en el que son incapaces de hacer valer su sabiduría.
En la actualidad las cosas están cambiando. La democratización progresiva y creciente del acceso a la información y al conocimiento hace que todos nos creamos que sabemos de todo. Y lo mismo ocurre con la sabiduría médica. Y lo que ocurre es que los pacientes llegan a la consulta creyendo saber más que el médico.

-¿Qué le pasa?
-Que tengo gripe.
-Perdone, señora, pero eso lo tengo que decidir yo.

Este diálogo es real. Y la siguiente frase también:

-Yo sé tanto como usted, he visto todos los capítulos de Urgencias.

Como resultado, la figura del médico va perdiendo su aura casi mística, y se convierte en un técnico más. En parte es culpa de las nuevas formas sociales. Pero también es culpa de ellos mismos. Ya lo he comentado en otras entradas. La medicina actual está demasiado volcada en las pruebas, en los métodos de diagnóstico, dejando de lado aquello del ojo clínico y el diagnóstico basado en los síntomas (que aportaba riqueza a la medicina, puesto que los síntomas son subjetivos, siendo la labor médica una relación intersubjetiva, mientras que ahora se trata de sujetos que se enfrentan a objetos de forma mediada, a atravésde otros objetos). Este abandonarse a las pruebas diagnósticas encarece el ejercicio de la medicina, haciendo que los médicos sean de cada vez más dependientes de cuestiones de márquetin y de criterios comerciales de coste-beneficio. Y claro, así se convierten en una pieza más, a la misma altura que el frutero, el dependiente, o un servidor mismo. El resultado es el de la pérdida de respeto por parte del público (la pérdida de aura, en términos benjaminianos).

Pero el peso de la tradición es muy grave, y ellos siguen actuando como divos, como si el mundo tuviera que pararse a su paso. Cuando el médico habla, todo ha de callarse para atender a sus sabias frases. Hay en ello un cierto desajuste, porque ellos siguen subidos en su pedestal, sin (¿querer?) darse cuenta de que el suelo ha subido hasta su nivel (y ellos se han agachado también).

No planteo un retorno a lo anterior, pero sí un reajuste de la situación, que está un poco alterada. Tanto que a veces se llega a situaciones ridículas.

domingo, 19 de noviembre de 2006

Yann Tiersen. On tour.


La reinvención de uno mismo. El pasado lunes se pusieron a la venta un CD y un DVD que recogen lo mejor de la última gira de este músico francés. La gira en cuestión es la que pretende dar a conocer su último trabajo de estudio, titulado Les Retrouvailles, y lleva más de un año en marcha. En lugar de llamarla gira, podríamos destacarla como "giro". Porque eso es precisamente lo que ha representado en la carrera de Yann Tiersen. Si no fuera porque sus admiradores conocíamos algunas de sus colaboraciones y porque en algunos de sus trabajos anteriores ya se anticipaban otros sonidos, la sorpresa sería mayúscula. Y así ha sido para muchos. Porque mucha gente se ha quedado con el minimalismo y clasicismo que le hicieron conocido en el gran público gracias a la BSO de la película Amélie. No pretendo criticarlo, soy el primero en disfrutar de esta banda sonora y de sus preciosas melodías. Pero ahora Yann se ha vuelto más agresivo, e incluso parece huir de sus temas más bucólicos. Psicoanalizando un poco, a lo mejor es que se ha visto agobiado por el éxito y quiere tomar distancia y generar decepción. Porque muchos se han decepcionado al oir su nueva música. Muchos han acudido a sus conciertos esperando pianos, acordeones y violines. Y se han encontrado con guitarras distorsionadas, caos sonoro y ondas martenot (con una residual presencia de violín y acordeón, al servicio de la distorsión, y nada de piano). Y no es que no toque sus canciones más conocidas. Las ha reinventado y las ha hecho casi desconocidas (en el video que acompaña esta entrada, despúes de decir "muchas gracias", se puede oír la versión electrocutada del vals de Amélie). Hay que prestar mucha atención para reconocer sus melodías anteriores.

Pero más allá de las críticas que haya podido recibir, su música sigue dsiendo intensa y no ha perdido nada de la emotividad que tenía (lo que ha cambiado es la forma de canalizarla). Y en cualquier caso, a mi me gusta mucho, casi más que antes. Con este trabajo se completa y enriquece la obra de Tiersen (porque, aunque sea un directo, tiene varios temas inéditos), dándole una profundidad aún mayor. Cabe reseñar, y no me parece que sea casualidad, el hecho de que en apenas diez años de carrera, este sea el tercer directo que sale a la venta (tras Black Session y C'était ici). De este modo, señala la importancia que el directo tiene para este bretón multiinstrumentista. De hecho, algunos de sus temas suenan mucho mejor en directo que en sus trabajos de estudio. Y además, la intensidad emocional que se alcanza es mucho mayor (la interpretación de Sur le fil, con Yann solo en el escenario al violín, pone los pelos de punta, ver video al final, en directo en el pasado festival de Benicàssim).

Para no hacerme pesado, y por criticar alguna cosa, sólo decir que no me ha gustado nada que se hayan publicado el DVD y el CD por separado (podrían haber hecho como en Les retrouvailles, que viene con una película en DVD de una hora y media sobre la grabación del disco). Y también me parece que el CD, con sólo 11 temas, se queda un poco corto. En cambio el DVD es perfecto.

sábado, 18 de noviembre de 2006

El paciente gol


A través del espejo. Dejadme que hable hoy de los pacientes gol. Se trata de esos pacientes que no se sabe muy bién qué tienen y tampoco qué hacen ingresados, porque ni su patología ni su estado es lo suficientemente grave como para estar ahí. Los que trabajamos en el tinglado sanitario no sabemos cómo tomarnos esto de los pacientes gol. A veces molestan un poco, porque es movilizar al equipo para nada, sobretodo si se trata de pacientes "conflictivos" (demandantes, niños llorones, y toda una gran variedad de tipologías). Pero, viéndolo por el otro lado, al no estar mal, pues son muy buenos de llevar, ya que no tienen ni mucha medicación ni requieren de atenciones especiales, y es mucho mejor tener pacientes así que no de los que dan mucho trabajo. No está bien claro qué es lo que hace que un médico ingrese a un paciente gol: inexperiencia, dudas acerca de la patología o la evolución, mejorar la estadística... Pero la cuestión es que de tanto en tanto tenemos algún ingreso gol.
Hechas las presentaciones, el asunto central. Esta noche me ha tocado a mi ser paciente gol. He procurado no ser demandante y no he dado nada de trabajo a mis colegas. Un resultado ligeramente alterado, un médico que no sabía bien qué pensar y ante la duda, a pasar la noche en el hospital. Con el consiguiente no dormir a gusto y todos los pinchazos y tonterías. Y lo peor, no encontrándome mal, que hace que el aburrimiento sea aún mucho peor. En fin, espero no tener que volver en mucho tiempo.

jueves, 16 de noviembre de 2006

El síndrome de la guapa lista


Existe el tópico de que las guapas son tontas (siendo estrictos, los guapos también, pero ciñámonos al tópico). Conozco algunas (y algunos). Y también tendemos a darle valores fijos a la inteligencia o la estupidez. Como si cada uno naciéramos con una dosis fija de inteligencia y no fuera posible alterarla a lo largo de la vida. Yo diría que no es así, que el intelecto, al igual que la musculatura, es algo que podemos acrecentar con el entrenamiento. Ciertamente, hay unas posibilidades heredadas, pero depende de nosotros quedarnos en el perfil bajo o en el alto de nuestras posibilidades.

¿Y para qué nos sirve la inteligencia? Para alcanzar objetivos. Si nos planteamos el mundo como un reto, como una fuente de problemas, la inteligencia es el método que tenemos que enfrentarnos a él y solucionarlos. Y si los problemas nos vienen atenuados o hay por ahí alguien que nos lo hace fácil, pues resulta que las facultades intelectuales no se desarrollan.

A las guapas les ocurre que los hombres, que somos seres primarios, nos desvivimos por satisfacerlas y causar buena impresión. Por lo tanto, todo les es fácil. Porque saiempre tienen la posibilidad de enganchar (que no engancharse) a alguien que les resuleva los problemas. Con las no-tan-guapas pasa lo contrario, que han de ganarse las soluciones de otra manera. Y para ello recurren a lo que tienen más a mano, que es su cabeza (o, en nuestros días, el cirujano estético, porque, para qué engañarnos, la ley del mínimo esfuerzo está ahí, como bien señala el filósofo Gregory House). Si lo que hoy en día prevalece es el cuento del éxito y demás, las guapas triunfan sin demasiado esfuerzo mental (intentan hacerse modelos), y las feas se apuntan a otras cosas más complejas y que requieren un uso más intensivo del cerebro (físicas nucleares, catedráticas, o ministras...). De este modo se convierten en interesantes, aunque sólo sea para quienes dispongan de receptores específicos para sus intereses.

La cuestión es que, vaya usted a saber por qué anomalías (biográficas o psicológicas) hay mujeres guapas que explotan su inteligencia, apartándose del camino fácil. Algunas saben combinar muy bien su belleza y su inteligencia. Pero hay otras a las que la combinación les causa problemas. Se dan cuenta de que la gente, tanto hombres como mujeres, se fijan en su aspecto externo y no toman demasiado en consideración sus aptitudes mentales. Y a ellas les gustaría que fuera al revés, porque se han esforzado en mejorar y es muy importante para ellas su cabecita. Esto les crea conflicots, las hace vulnerables y más complejas de lo habitual (que ya es decir).

No me gustaría estar dentro de la cabeza de una mujer que padece el síndrome de
la guapa lista. Conozco a alguna y debe ser terrible. La inseguridad (el tener conocimientos e inquietudes intelectuales te da mucha inseguridad, pero a ellas mucha más), los altibajos, el afán de que se vea de una la parte mental y el saber que muchos sólo ven la parte física y no van más allá, todo esto arruina la vida poco a poco, provoca una espiral descendente y no hay forma de mantener relaciones (de amistad o más profundas). Se mueven mucho, no están en un lugar fijo, y huyen. Huyen de la soledad, que les provoca que su mente se ponga en marcha y les hable. Esto les lleva a una hiperactividad superficial (estar en topdas partes y en ninguna) que espanta a la gente, profundizando en su sentimiento de estar solas.

Y a pesar de todo, al ser mujeres y vivir en nuestro dónde y en nuestro cuándo, hace que mantengan el afán de estar guapas y de atraer a la gente, de ponerse modelitos y estar siempre esplándidas. Y esto las escinde aún más. Lo dicho, ha de ser duro esto del síndrome de la guapa lista (que podría hacerse extensible a los hombres, aunque no conozco a ninguno aún), y tal vez pone de manifiesto alguna de las vulnerabilidades de la situación actual de la mujer en el mundo occidental.

martes, 14 de noviembre de 2006

El (doble) eje de la desesperanza


Esta mañana, caminando por la ciudad, me he tenido que para en seco ante una farola. En ella, a la altura de mis ojos, una pegatina. Se veían las siluetas de los tres señores de la foto sobre un cielo rojizo. Debajo, se podía leer: El eje de la esperanza. No he sabido si carcajearme o estremecerme. He optado por permanecer impasible. Al parecer, la broma tiene su origen en el PCE. No sabía que se habían pasado al humor (aunque en el circo hace ya tiempo que están). Por si acaso no volveré a ver El club de la comedia (lo de que no volveré es retórica, ya que nunca lo he visto), no sea que me encuentre a Carrillo haciendo monólogos.

El eje de la esperanza. No sé qué pensar. O son ingenuos. O directamente son tontos. Por el bien de la humanidad espero que sea lo primero, ya que al menos eso tiene solución. Siempre y cuando quieran abrir un poco los ojos. Que sigan esperando sentados, porque al fin y al cabo hay uno que lleva casi 50 años en el poder y ha aportado poco, y además me parece que le quedan pocas esperanzas.

Que no se me malentienda. No por decir esto me estoy alineando con otros ejes. Bush y compañía tampoco son santos de mi devoción, y en el fondo siento cierto regocijo viendo que se les complican las cosas. Pero es que estos tres tampoco me convencen. De hecho, el marxismo, dentro del cual se encuedran tampoco me convenció nunca demasiado. Puede colar como descripción del funcionamiento del mundo. Pero cuando Marx planteó su programa político, patinó un poco. Y más patinaron sus seguidores. Tampoco me convencen los liberales, que me parecen de una ingenuidad similar (ambas ideologías comparten el mismo substrato, y como prueba está el hecho de que muchos de los que ahora van de liberales, hace 30 años eran unos progres redomados). Y no es que yo vaya de listo por la vida y vea a todo el mundo por debajo de mi.Tal vez el más ingenuo sea yo. Pero como buen deseperanzado (o desesperado) que soy, ya no espero nada de nadie. Y mucho menos de un gobernante. Ni de los de arriba, ni de los de abajo.

lunes, 13 de noviembre de 2006

Blade Runner ya no es ciencia ficción


Esta tarde me he cruzado con una cyborg. Un ente medio silíceo, medio humano. Es una pena que no haya tenido una aguja a mano, porque seguro que según donde la hubiera pinchado no habría sangrado. La ciencia hoy en día hace maravillas. Pero qué queréis que os diga, aún admirando lo que el cincel del cirujano ha hecho con esa chica, no deja de haber algo inquietente en la pasmosa ausencia de determinados bamboleos, sobretodo teniendo en cuenta la más pasmosa aún escasez de ropa que la cubrían y que pudiera ejercer alguna clase de efecto amortiguador de las voibraciones que se desplazaban por el cuerpo de esa entidad. Porque las vibraciones eran de aúpa. No caminaba, pateaba el suelo con sus tacones. Y ni una oscilación, oiga. Eso extraña, apabulla y anonada. Es como si un día amaneciéramos con el cielo verde. Sería bonito, precioso, y todos lo valoraríamos. Pero no dejaríamos de estar extrañados por esa desviación del curso natural de las cosas. Pues lo mismo.

El encuentro ha sido instantáneo, tan sólo un segundo. Hemos cruzado nuestros cuerpos. Nuestras miradas no. Yo porque la tenía dirigida (a la mirada) no a sus ojos precisamente, sino embebida en cálculos matemáticos acerca de la cantidad de silicona necesaria para que aquello no se moviera. Y ella porque una mujer así no se rebajaría a mirar a un tipo como yo (es como si la silicona reafirmara también las ideas, haciendo que crean que tienen las cosas claras). Pero a pesar de lo breve, este pequeño instante de mi vida me ha servido para ponerme a reflexionar y a decidirme a volcar la experiencia aquí. Porque hoy no tenía nada mejor que decir.

Lo más extraño de todo ha sido el perfume. Cien metros más allá del punto de encuentro, aún podía percibir su aroma. ¿Se había impregnado de perfume?¿O es que ahora los implantes vienen perfumados? Tendremos que llamar a Harrison Ford para que nos lo aclare.

sábado, 11 de noviembre de 2006

Mis personajes favoritos (III). Sade


El divino Marqués. Donatien Alphonse François de Sade. Aunque todo el mundo lo conoce como marqués, no lo fue (en realidad su título era el de conde). Fue un noble libertino francés que vivió una época convulsa (1740-1814) y que tiene el honor de haber sido odiado y perseguido por todas las fases de la vida política de la Francia de sus días (monarquía, república, terror, Napoleón...). Pasó buena parte de su vida encarcelado, y pudo zafarse de la pena de muerte en más de una ocasión. A primeros de Julio de 1789 fue capaz de provocar disturbios desde la ventana de su celda en la Bastilla, por lo que tuvo algún papel en el inicio de las revueltas que desencadenaron la toma de la famosa prisión parisina y con ella el advenimiento de la Revolución.
Si su vida fue escandalosa para su tiempo (y para el nuestro también), su obra no lo es menos. Algunas obras suyas no fueron imprimidas hasta más de un siglo después de su muerte, y en algunos países han sido prohibidas hasta hace bien poco (lo cual no quiere decir que sus ciudadanos no las leyeran). En sus relatos se escenifican toda clase de perversiones y actos de violencia: violaciones, profanaciones, sodomía, incesto, torturas... Muchos se han quedado en ese plano de su obra, fascinados o escandalizados por lo escabroso y bizarro de sus relatos. De ello han sacado toda una categoría del erotismo: el sadismo. Pero en sus obras hay mucho más. Hay contestación y denuncia, caricatura de toda una época y preludio de lo que estaba por llegar. Muchos han visto en sus escritos antecedentes para el surrealismo o para el existencialismo, incluso de algunos postulados freudianos. En cualquier casdo, y sea lo que sea, se trata de un autor rico y profundo, con muchas más implicaciones de las que su escritura obscena deja ver. O, dicho de otro modo, que los árboles del bizarrismo extremo del que hace gala, a menudo no dejan ver el bosque de su pensamiento. Y ello no es más que una señal de que las cosas no han cambiado tanto desde su época, ya que nos quedamos en lo más llamativo y escandaloso, sin ir mucho más allá, sin ver (o sin querer ver que tal vez eso sólo sea una máscara tras la que se esconde algo mucho más rico y sugerente).
El ser humano no es sólo bondad. Ésta es posterior a él. Las personas somos capaces de mucho más de lo que nos creemos, tanto en el lado "virtuoso" como en el cruel de la existencia. Y no podemos esconder la cabeza bajo el ala del Bien para no ver el Mal que tenemos en el culo. Algunas veces, los más execrables actos (y soy consciente de que me estoy moviendo en el pantanoso terreno de la moral y usando sus conceptos) pueden encerrar en sí lecciones mucho más provechosas sobre el ente humano que las moralejas buenistas tipo Coelho o Bucay. No se trata de que tengamos que dedicarnos a imitar todo lo que el marqués escribió, o intentar exterminar a los judíos, pero sí de que nos abramos a esas posibilidades, que aprendamos a conocer nuestro lado más sombrío. Como digo, no hace falta convertirnos en sádicos, basta con asomarnos a lo que él escribió, que nos atrevamos a meternos en la piel de sus personajes. ¿Alguien se apunta?

viernes, 10 de noviembre de 2006

Dialéctica


Hubo un tiempo en que me gustaba ver debates en televisión. No esos sesudos y profundos (cuando se vive rodeado por el mar, se huye de las profundidades), sino los populares. Me refiero a esos que hablan de temas absurdos e inútiles, como los curanderos, si es mejor alquilar un piso o tenerlo en propiedad, o si hoy en díua es más difícil encontrar pareja que antes. Recuerdo las broncas y las posturas encontradas. Había veces en las que el presentador tenía que mediar para que la sangre no llegara al río. Seguimos siendo fango, las manos divinas se marcharon al acabar su obra.

El otro día descubrí en nuestro maravilloso canal de televisión autonómico, IB3 (conozco al menos tres canales que pretenden ser el tercer canal), un programa de esos. No pude aguantar más de cinco minutos. Los tiempos en que este tipo de bodrios me gustaban ya han pasado. No descarto que vuelvan, según la hipotética ley no formulada del péndulo. El tema al que dedicaban sus magnbas reflexiones era el de la estética y sus posibilidades quirúrgicas. Había cincuentonas hipersiliconadas y amojamadas que defendían a capa y espada la cirugía estética, porque en la sociedad de hoy en día quien no es guapo no tiene éxito (y ciertamente, ellas no lo tenían, a menos que consideren la cumbre de su vida participar en un debate casposo, y también aceptando acríticamente lo que sea que es el éxito). También había hombres que consideraban la cosa como un autoengaño y fruto de una devaluación de la propia imagen (como si ellos no tuvieran la autoestima por los suelos, como todo buen ciudadano).

Entre estupidez y estupidez, hubo un argumento que me llamó la atención. Alguien dijo que la gente hace lo que hace el vecino, que tendemos a envidiar e imitar a los demás. Hasta aquí bien. Lo curioso vino después. Una señora multiimplantada objetó que eso lo hacen los niños, y que los que allí estaban eran adultos y ellos no se comportaban así. Aquí llegó mi sorpresa. El sobado argumento del infantilismo. Como si con eso la cuestión quedara zanjada. Hay gente que con un "eso es muy infantil" ya lo creen arreglado todo. Puede que sea infantil. Pero adulto también. El culo-veo-culo-quiero es el principio de la publicidad y del consumismo en el que nos vemos inmersos. ¿Porqué se usan famosos para anunciar relojes?. Por dos cosas, o para que la gente se compre el reloj para parecerse-a, o para que el personal piense que el famoso en cuestión tiene muy buen criterio y ha sabido elegir una buena marca, y así no ser menos. Culo-veo-culo-quiero. ¿Cuánta gente hay que si el vecino se compra un todo terreno, al poco se lo compran ellos más grande? (personalmente, no creo que haya otra razón para la proliferación de todoterrenos que tanto me abruma). Vamos, que nos comportamos como niños. Y el argumento se agrava si tenemos en cuenta otra cosa, que no es más que una manifestación del infantil afán por ser mayor, por ser "grande". Si es que somos como niños. Ainsss.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

Tentaciones


"Poder es esa nueva virtud; un pensamiento dominante es, y en torno a él, un alma inteligente: un sol de oro y, en torno a él, la serpiente del conocimiento"
Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra (De la virtud que hace regalos)

Bien. Tomemos eso de la serpiente del conocimiento. Se me ocurren varios adjetivos que pueden ser atribuidos tanto a la serpiente como al conocimiento: frío, sinuoso, viperino, venenoso, astuto, peligroso... En una palabra: femenino.

Pero también: tentador, atractivo, mágico, independiente, alcanzarlo supone un motivo de alegría (la Gaya Ciencia)... En una palabra: femenino.

No es por casualidad que en la antigüedad se consagrara la sabiduría a una deidad femenina. Porque la Verdad es mujer.

lunes, 6 de noviembre de 2006

Björk. I've seen it all.


No me gustan los musicales y Björk no es que me entusiasme. Pero esta canción y esta película (Bailar en la oscuridad) sí que me gustan mucho. Y reconozco el mérito que la extraña señorita islandesa tiene con su muy peculiar y llamativa forma de instrumentar sus canciones. Y en esta en concreto me parece genial integrar el ruido del tren en la base de la canción.

viernes, 3 de noviembre de 2006

Copying Beethoven



Ayer fui a verla. Últimamente estoy fascinado con la figura de este compositor y su música, especialmente con su novena sinfonía. Y es sobre lo que trata la película. Aunuque la historia principal es ficticia (la copista que mandan para ayudar al compositor sordo nunca existió), el trasfondo es la historia del estreno de esta sinfonía y las posteriores composiciones del músico, con las que abrió un camino hacia el futuro musical que se habría de plasmar un siglo después de él (múscia atonal y demás). La propia novena ya supuso una ruptura, ya que nunca antes se había usado un coro en una sinfonía.

Más allá de las cuestiones de historia musical, la película está excelentemente ambientada en la Viena de 1824, con sus miserias y sus lujos. Y también sirve para un retrato (no sé si fiel, ya que no me conozco demasiado la vida de Ludwig van) del genial y atormentado (por su sorederra, por su soledad, por su pasado) compositor. En general me pareció muy buena, con diálogos profundos y complejos, e interpretaciones muy bien desarrolladas. En especial me llamó la atención cómo integra la directora la música de Beethoven en las escenas, haciendo que imagen y sonido casen casi a la perfección. Lo más destacado de toda la película es la escena del estreno de la novena sinfonía, con el teatro lleno, coro, orquesta y director (el propio Beethoven) y la chica ayudando al genio con la dirección entre bastidores. Son casi veinte minutos seguidos de música que suponen un muy buen resumen de la sinfonía.

A pesar de que a muchos les puede parecer lenta e insípida (me han dicho que la película no les ha dicho nada), es altamente recomendable, aunque sólo sea como excusa para oír una música excelente.

jueves, 2 de noviembre de 2006

Sueño y vigilia


Hay momentos en los que se apodera de nosotros cierta sensación de irrealidad. Instantes en los que tienes que pellizcarte para asegurarte de que no estás soñando. ¿Nunca os ha pasao?. Se trata de situaciones en las que te domina la idea de que aquello no te está ocurriendo a ti, como si lo vivieras de un modo menos intenso de lo habitual, como si sólo fueras un espectador.

La historia de la humanidad también ha tenido épocas así. Estoy pensando en el barroco, cuando en distintas aprtes y en diferentes ámbitos surje la necesidad de cuestionarse acerca de la realidad y su naturaleza. Dos ejemplos resultan aclaradores, La vida es sueño de Calderón de la Barca, y el Discurso del Método de Descartes, en los que se plantea la necesidad de reafirmarse sobre un mundo que parece ser una pura invención imaginaria.

Para algunos autores, nos encontramos en una fase de este estilo, en la que nos cuesta distinguir lo real (sea lo que sea, eso es otra cuestión) y lo ficticio. Nuestra época también tiene ejemplos, el más conocido de los cuales tal vez sea la película Matrix (en la que se plantean algunas de las cuestiones hechas por Descartes en el barroco sobre si estamos en una realidad real o en una realidad ficticia). Y la verdad es que hoy en día no sólo tenemos dudas, sino la posibilidad real de meternos en mundos irreales (pero que vivimos de forma tan real como lo que llamamos realidad), tales como los videopjuego o internet y todas sus posibilidades (el sólo hecho de usar un nick ya es una forma de adoptar una personalidad distinta a la del día a día).

Normalmente nos sentimos muy seguros de lo que nos rodea y de nosotros mismos. No solemos tener demasiadas dudas. Pero a veces el velo que separa lo real de lo inventado (que, aunque conozcamos su origen y sepamos que lo es, no deja de ser real) se vuelve tenue, y uno no sabe bien a qué atenerse. Se trata de esos momentos de los que hablaba al principio.

Toda esta parrafada es una reflexión acerca de algo que me ha ocurrido esta noche, y que es un muy buen ejemplo de uno de esos instantes de atenuación del muro entre sueño y vigilia (porque podriamos llamar vigilia a lo real y sueño a lo no real). Me he pasado la noche soñando (o esa es la sensación que he tenido) que, por distintas circunstancias, no podía pegar ojo. Y al despertarme, la sensación que he tenido es la de no haber dormido nada. Estaba tan o más agotado que cuando me fui a dormir. Ha sido muy frustrante, porque sé que he dormido toda la noche, que apenas me he despertado una vez, pero mi cuerpo ha interiorizado las condiciones del sueño (porque, al fin y al cabo, mi cuerpo ha sido el que ha estado soñando) y he tenido más claro que nunca que la separación entre sueño y vigilia puede que no exista o sea menos de lo que creemos.

miércoles, 1 de noviembre de 2006

Requiem


Como hoy estoy vaguete y no me apetece escribir mucho, os pongo un poco de música. Y como además hoy es el día que es, pues he pensado que lo mejor es poner algo fúnebre. Y no se me ha ocurrido ninguna obra mejor que el Requiem de Mozart. Me hubiera gustado poner una buena interpretación, con su orquesta, coro y todo eso, pero sólo he podido hallar esta grabación con el careto del señor Wolfgang Amadeus de fondo. En fin, menos da una piedra. Lo importante es poder escuchar el fragmento, que es de lo mejorcito que uno se puede echar a la cara.
Y en un día como hoy, vaya por todos aquellos que ya no pueden escucharlo.