jueves, 14 de septiembre de 2006

¿Fantasmas?


Me muevo en un ambiente de ciencia y racionalismo (en la medida en que esto es posible). Un hospital es un lugar cada vez más tecnificado y con muchos profesionales que trabajan basándose en conocimientos científicos (al menos debería ser así). ¿A que queda bonito?. Ciertamente lo sería si fuéramos seres racionales. Pero resulta que tenemos una parte de irracionalidad que sospecho que es mucho mayor de lo que creemos, y ésta interfiere en la ciencia y en nuestro trabajo.

Lo digo porque a veces nos cae la máscara y nos tenemos que enfrentar a nuestros terrores y a lo que somos en nuestra más profunda intimidad, a pesar de que no creamos en supersticiones (o que digamos que no creemos en ellas, porque en el fondo, la ciencia es una superstición más sustentada por un acto de fe).

¿Aqué viene todo este rollo?. Sólo es una introducción para contar que me sorprende la cantidad de sucesos extraños ocurren en las paredes de un hospital. Quien más quien menos ha visto o ha sentido algo raro (sombras, apariciones, ruidos...) o conoce a alguien que ha tenido experiencias de estas. Algunas de ellas son pura leyenda urbana (ya sabéis, "tengo un conocido que conoce a alguien que vió..."), pero hay otras que se cuentan en primera persona, y por gente de la que es difícil dudar. No se suele hablar mucho de esto, pero hay veces en las que nos lanzamos a contar nuestras experiencias, y entonces es cuando salta la sorpresa, porque resulta que varias personas te cuentan lo mismo sin que ninguna de ellas supieran que a la otra le había pasado lo mismo.

No creo en fantasmas ni en espíritus ni en nada de eso (ni siquiera creo en el alma), y yo nunca he visto nada extraño. Pero me llama mucho la atención que se cuenten tantas cosas raras dentro del hospital. Seguramente es sugestión, mala interpretación de fenómenos perfectamente explicables o superstición (es lógico, un hospital es un lugar que acumula mucha muerte y mucho sufrimiento, además de, por las noches, ser bastante siniestro con esos pasillos largos y en penumbra). Pero siempre queda un margen para la duda, para el escalofrío al pensar que tal vez una pequeña parte de lo que se cuenta no tenga ninguna explicación racional. O tal vez sea que necesitamos creer en lo increíble, que nuestro lado irracional reclama atención y quiere estar presente de algún modo. Sería interesante recopilar estas historias (que están ahí, aunque no queramos reconocerlas y escudarnos en la ciencia). Seguro que saldría un libro grueso y curioso. Tendría un gran valor antropológico.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y si no tiene valor antropológico, siempre se puede vender losd erechos al programa de Cuarto Milenio. Seguro que ellos le dan lo que le falte a las letras: musiquita de miedo, un tío que te pone nervioso y, alguien que dice: "sí, sí" "aquí tengo el informe policial"...

y nada, ya hay dinero para llamar al telepizza. jajaj