martes, 23 de mayo de 2006

Fascinación


El otro día hablé sobre las chicas tímidas y lo mucho que me gustan. Hoy hablaŕe sobre otra clase de mujeres que me fascinan y que me llaman mucho la atención. Se trata de las que en general, podríamos denominar "las que están tras el mostrador". Son aquellas que nos atienden en tareas cotidianas de nuestras vidas, sobretodo a la hora de pagar. Es un colectivo muy amplio y heterogéneo. Incluye cajeras de supermercado, bibliotecarias, camareras, dependientas varias, chicas de la copisteria... Supongo que es porque, al estar de cara al público, han de estar amables y ser atentas con la gente, incluso con gente como yo. Y claro, como no huyen de mi como del diablo (es lo que tiene estar tras un mostrador, que no uedes escapar), pues las veo como diosas sonrientes y atentas a mis deseos (sólo a algunos, claro). En el fondo me dan algo de lástima. Tener que estar aguantando a gente a la que a lo mejor no querrían ni ver ha de ser terrible. Soportar todos los días algunas inconveniencias y exigencias que ni les van ni les vienen. Por eso intentó ser correcto y no molestar. Y si no fuera por mi excesiva timidez, haría lo posible por ser el cliente que les rompiera la monotonía de pasar el código de barras, de abrir la registradora, de poner el punto en el libro, de hacerme las fotocopias y cobrar. Decir algo gracioso, provocarles una sonrisa, sonrojarlas. Seguro que no sería el único, pero les alegraría un poco el día, y a mi también. Tal vez mañana le diga algo a la cajera. Sí, le diré algo. Ya veremos lo que se me ocurre.

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